El asunto no debería superar la categoría de parrafada de barra de bar si, en la sustancia de la cuestión, no se agitaran sentimientos y recuerdos de tanta gente. Porque el Estadio Insular, para muchos, es más que un simple terreno de juego con cuatro graderíos. Allí, en aquel recinto, se quedaron -entre victorias y derrotas- los mejores recuerdos de la Unión Deportiva Las Palmas. Y eso, cada una de las historias (individuales y colectivas) que en ese campo se escenificaron, no es una trama menor. No, no lo es. Y, por tanto, no ha lugar ni para el disparate, la irrealidad, el populismo, la burla, el provecho particular o la especulación que, a mi juicio, acompañan a la estrafalaria propuesta planteada por Ángel Luis Tadeo para que el equipo amarillo vuelva a jugar a su viejo estadio.
El empresario, ex presidente y accionista de la UD Las Palmas, afirma que sólo pretende abrir un debate. Leal intención si la discusión se hubiera planteado antes del abandono del Estadio Insular. No debería caer en el olvido que, en 1996, Ángel Luis Tadeo, junto a sus socios en Gerencia Deportiva (Germán Suárez, Eustasio López y los hermanos Domínguez), se convirtió en uno de los propietarios del club amarillo. Desde ese momento hasta ahora (14 años), ni él ni ninguno de sus compañeros de viaje al frente de la Sociedad Anónima Deportiva (SAD) pusieron sobre la mesa un proyecto real para remodelar el Insular. Y ninguno, ninguno, se plantó ante Gonzalo Angulo (consejero de Deportes del Cabildo que lideró la construcción del Estadio de Gran Canaria) para frenar sus impulsos megalómanos en Siete Palmas.
Fueron años, sin acritud, para la especulación más salvaje con la UD Las Palmas como rehén. Entre los socios de Gerencia Deportiva, alguno aspiró a construir el Estadio de Gran Canaria (sin ese premio nunca más volvió a invertir en la entidad de Pío XII), otros hicieron cuentas con las supuestas toneladas de arena que reposan bajo el terreno de juego y entre todos planearon la posibilidad de edificar allí mismo, en el mismo Estadio Insular que ahora se quiere recuperar, unas cuantas torres para viviendas y oficinas. Cada uno de aquellos movimientos, siempre, se ejecutó para beneficio propio mientras la Unión Deportiva acumulaba una deuda que, en 2004, se llegó a cifrar en algo más de 70 millones de euros.
Al debate se presenta Ángel Luis Tadeo acompañado, además, por José Carlos Mauricio, experto ilusionista que en 2004, tras el último descenso de la UD Las Palmas a Segunda B, apostó -públicamente- por la desaparición del club amarillo, el mismo club al que ahora quiere hacer regresar al Estadio Insular. Retirado -supuestamente- de la política desde la dura derrota que encajó en las elecciones municipales de 2007 (aspiró a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria), durante años fue socio de Gonzalo Angulo en ICAN-CC, al que jamás planteó una alternativa para la monstruosidad del Estadio de Gran Canaria.
No son éstas buenas credenciales, por lo tanto, para plantear un debate que se adentra en lo irreal. El Estadio Insular es, por desgracia, historia. Así que igual es mejor mirar hacia el futuro inmediato y plantear otros proyectos. Se me ocurren unos cuantos: ¿Qué tal si nos esmeramos en tener un césped en condiciones en el Estadio de Gran Canaria? ¿Y si remodelamos el Estadio de Gran Canaria? ¿Lo convertimos en un campo de fútbol y dinamitamos las pistas de atletismo? ¿Contruimos, de una vez, una Ciudad Deportiva para el club? ¿Y si, encima, montamos un buen equipo de fútbol, con buenos entrenadores y buenos futbolistas? Tan difícil no parece.
PD- A nivel financiero, ¿cómo pretende remodelar Ángel Luis Tadeo el Estadio Insular (técnicamente en ruina)? ¿Con dinero público o con capital privado? ¿Y qué pasaría con el convenio, por veinte años, entre Cabildo y UD Las Palmas? Un poquito de seriedad, señores, que no está la situación para muchas bromas.