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La foto mil veces robada

La célebre foto de Maradona y Redondo.

Juan Ruiz Correa (ACAN)

Santa Cruz de Tenerife —

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Cuando empecé en el periodismo recibí algunos consejos que a día de hoy sigo al pie de la letra. Me olvidé del “yo” y me centré en lo importante, en la “historia”. La meta era contar historias y en eso sigo 30 años más tarde. También me aleccionaron en la importancia de la cita.

Pero me van a permitir que hoy les cuente una historia en la que soy protagonista secundario. La historia de una foto robada. Mil veces robada.

Les pongo en antecedentes. El Tenerife-Sevilla de enero de 1993 fue un partido muy esperado en la Isla, en España y en Argentina. Se verían las caras Redondo y Maradona, Valdano y Bilardo. La cosa prometía y Javier Pérez, aquel presidente visionario, se dio cuenta y vendió el partido en una campaña de publicidad que puso en evidencia una vez más su habilidad para hacer negocios.

Yo en aquella época trabaja en el semanario deportivo ‘Azul y Blanco’, que dirigía Juan Galarza. En los días previos nos preparamos para cubrir el partido. Juan García Cruz, el fotógrafo de la publicación, tenía la misión de hacerse con una imagen en particular, la de Maradona y Redondo compartiendo plano.

Hoy suena raro, muy raro, pero en aquella época hacer una foto en color tenía su dificultad. Para empezar, no había cámaras digitales. Se debía tirar un carrete de diapositivas, que días más tarde se revelaría. No era hasta ese momento cuando se tenía absoluta certeza de si aquello que el fotógrafo decía era vedad o no.

Juan no nos engañó. “Tengo la foto y la tengo en color”. Y era verdad. Fue un gran regalo de Reyes. El momento fue portada de nuestra revista y en buena medida fue también la envida de la profesión.

Días más tarde sonó el teléfono. No llamaban desde la redacción de El Gráfico en Buenos Aires. “Queremos comprarles una foto que nos han dicho que solo ustedes tienen”. Y ese momento para la historia del fútbol salió a doble página en la célebre revista argentina, que entonces era un referente del periodismo deportivo.

Aquello fue un subidón tremendo.

Años más tarde la imagen ingresó en la fototeca de ACAN, donde la guardamos con celo hasta ahora. Sin embargo, y pese a nuestros esfuerzos por no gastarla, en ocasiones contadas fue sacada a “pasear”, siempre pedida por algún cliente, al que le rogábamos que respetase la autoría. Nunca ha sido por vanidad, ha sido por respeto. Por respeto al trabajo de las personas que trabajando para una empresa lograron una imagen histórica y la documentaron.

He sido testigo del celo que ponen muchos de mis compañeros en pedir que se les cite. Yo, acostumbrado a trabajar en una agencia, lo hago con regularidad. Así me lo enseñaron. Es por eso que cuando veo esta imagen de Maradona y Redondo circulando por la red sin control me da una tristeza enorme. Sé que alguno la puso en circulación sin pararse a pensar. La cuestión es clara: se trata de dar a los demás lo que reclamas para ti.  

Una vez se lo recriminé a un compañero, pero francamente me cansé de reclamar la autoría de la obra. Quizá sea porque soy una persona muy poco vehemente.

Y aquí acaba la historia de esta foto mil veces robada. Si has llegado al final de este texto, solo te pido que si alguna vez la vuelves a ver por ahí usada sin citar al autor, recuerdes estas líneas y recuerdes que la imagen tiene padre y madre. 

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