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El día que el fútbol español “encerró” a los jugadores en el campo

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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La culpa la tuvo 'el loco del Bernabéu'. Así se le llamó al sujeto que, en la primavera de 1976, saltó al césped, recorrió cincuenta metros y dejó KO de un crochet al mentón al colegiado austriaco Erich Linemayer en el partido de ida de una semifinal de la Copa de Europa disputada entre el Real Madrid y el Bayern de Munich. El escándalo fue mayúsculo y entonces se empezó a hablar de poner vallas en los campos de fútbol. Casi un año después, José Subietas, en compañía de otros tres 'aficionados', agredía en el Camp Nou al colegiado madrileño Ricardo Melero Guaza al término de un Barcelona-Málaga (2-1) en el que el árbitro había expulsado a Johan Cruyff.

Entonces, las vallas pasaron a ser obligatorias. Los incidentes afectaron a los dos grandes del fútbol nacional, pero pagaron todos los equipos: la Federación Española de Fútbol, presidida por Pablo Porta, ordenó que se instalaran vallas protectoras en todos los campos de Primera División y Segunda División antes del inicio de la temporada 77-78. Se permitió una excepción que fue, curiosamente, el Camp Nou. El Barça, aún presidido por Agustín Montal, se negó a “entorpecer la visión de los espectadores” y construyó un foso alrededor del terreno de juego, pidió la autorización de la UEFA y la Federación tuvo que tragar. Uno de los culpables tenía 'bula'.

El Heliodoro no fue una excepción. Y durante el verano de 1977 se instalaron las famosas vallas protectoras alrededor del terreno de juego. Eso sí, “algunos imponderables” ligados a la insularidad y la tardanza en despachar las mercancías en el muelle santacrucero impidieron que se concluyera la obra a tiempo y el Tenerife empezó el curso con un empate (1-1) ante el Alavés de Jorge Valdano... y sin tener terminada la 'jaula'. Deportivo y Celta también incumplieron el plazo. Y Zaragoza y Oviedo no tenían todo el perímetro del campo vallado. La Federación Española no sancionó al Tenerife, pero exigió que la obra estuviera concluida en el siguiente encuentro.

Tres partidos seguidos como visitante ante Málaga, Calvo Sotelo y Sestao dieron tiempo suficiente para descargar la mercancía y para vallar el Heliodoro, que estrenó nuevo aspecto el 24 de septiembre de 1977 ante el Granada, líder imbatido de la competición. Esa noche, el técnico local, Manolo Sanchís, alineó a: Bertinat; Juan Miguel, Aparicio, Julio Durán, Meneses; Pepito, Medina (Chiqui, 80’), Salvador; Joaquín (Movilla, 78’), Toño y Lolín. A la media hora, Toño abrió el marcador después de que Medina dejara pasar el balón. Y al inicio de la segunda mitad, otra vez Toño hacía el 2-0 definitivo a pase de Lolín. Futbolísticamente, fue un espejismo... y ese Tenerife acabó descendiendo.

En abril de 1989, antes de una semifinal de la FA Cup entre el Liverpool y el Nottingham celebrada en Hillsborough, 96 personas murieron aplastadas contra las vallas que rodeaban el terreno de juego, presionadas por la multitud que quería acceder a la grada. Ese día, los organismos internacionales se dieron cuenta de que el remedio había sido peor que la enfermedad. Y empezaron a desaparecer las vallas. En Tenerife tardaron casi cuatro años en quitarlas.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.