“No hay quinto malo”. En el verano del 82, con el fracaso del Mundial de España aún fresco, al aficionado blanquiazul, acostumbrado ya a las decepciones de su equipo, sólo le quedaba el refranero para alimentar su optimismo. El viejo dicho está referido a las corridas de toros, pero en este caso había que aplicarlo a los proyectos de ascenso a Segunda División. Porque después de un lustro, lejos de ser una estación de paso, la Segunda División B se había convertido en el 'habitat natural' de la entidad blanquiazul. En la Isla, todos los veranos se apostaba por el regreso a la categoría de plata y en algunas ocasiones hasta se rozaba el objetivo, pero se acumulaban ya cuatro fracasos consecutivos. De hecho, el traumático descenso del año 1978 quedaba lejano en el tiempo en aquel septiembre en el que casi toda España se preparaba para vivir el cambio que simbolizaba Felipe González Márquez.
Mientras, en Tenerife, el cambio lo personificaba el nuevo entrenador, José Ramón Fuertes (Asturias, 1943), campeón de Liga con el Valencia en su época de futbolista y que como técnico sumaba un ascenso con el Caudal de Mieres, su localidad natal, y un brillante ejercicio con el Logroñés. Amante de un fútbol ofensivo, daba libertad a los centrocampistas para que llegaran al área adversaria, era un buen comunicador y, aunque amante de la disciplina estricta, tenía fama de saber domar a futbolistas conflictivos. De carácter volcánico, era conocido como 'Terremoto' Fuertes. Eso sí, no aceptaba muy bien las críticas. Y en el Heliodoro aún se recuerda la carrera que emprendió tras un periodista local dispuesto a ajustar cuentas. Por suerte para el informador, la velocidad punta ya no era la mejor virtud del técnico y el asunto se saldó con un zarandeo y un par de cogotazos.
Fuertes había coincidido en Logroño con Agustín Lasaosa Laliena (Huesca, 1958), un prometedor delantero que estaba cedido por el Real Zaragoza, una “petición expresa” del entrenador que José López Gómez convirtió en realidad. Formado en el Huesca, iba a vivir en Tenerife su cuarta cesión consecutiva tras pasar por Leonesa, Aragón y Logroñés. Conocidos los antecedentes, la cátedra emitió su sentencia habitual: “Eso no es jugador p’al Tenerife”. Como blanquiazul, además de liderar un ascenso, a lo largo de tres temporadas disputó 116 partidos oficiales, en los que marcó 49 goles. Y aún hoy es conocido como 'Lasaoro'. Y figura en el top ten histórico de realizadores blanquiazules. Pero en aquel verano de 1982 su pretemporada no fue buena y se generaron dudas. A Fuertes, por recomendarlo, también le llovieron palos. Y el debut liguero, el 5 de septiembre de 1982 en Lasesarre ante el Baracaldo, era ya un examen final para ambos.
(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias’ de Luis Padilla y Juan Galarza.