El Tenerife sigue acumulando razones para entrar en pánico en lo que va coleccionando jornadas sin ganar (seis) o al menos con un empate (cuatro). Lo de este sábado en Lezama retrata a un equipo que vive devenido una duda que empieza en la estrategia que propone su entrenador y se perfecciona con el modo de defender el área o atacar al rival, incluso con medio partido en superioridad por la expulsión de Sibo amaneciendo el segundo acto.
Y a la deriva, desgobernado dentro y fuera del campo, van cayendo efectivos: hoy Enric Gallego antes del descanso y, sin margen para remediar el 0-2, lo de Elady, sendas tarjetas en dos minutos más evitables que merecidas. Sale así el Tenerife de esta tarde terrorífica huérfano de razones para recuperar una solvencia que, a corto plazo, solo le llegará con una victoria a la heroica o de aquella manera, esa vía que reserva el fútbol –a veces– para los equipos que andan con nada de cara.
La duda en la que vive el Tenerife se intuye desde el once de Garitano y se entiende con lo que vino después hasta que el Amorebieta hizo el segundo gol y dejó el partido en media hora frustrante de balones al área, remates al machango y tiros a los palos. Arrancó el Tenerife con otra alineación diferente por las bajas de Mellot y Roberto López que retrasó como central derecho a Sergio González y movió como lateral izquierdo a Loïc Williams para que Nacho jugara por delante como volante de circunstancias. Teto se resignó a otra cita maldita por el otro flanco y jugó sin un diez el Tenerife con Ángel y Enric Gallego como delanteros. De paso, se juntó Corredera con Aitor Sanz a la espalda.
Con este armado, el Tenerife fue lo que suele lejos del Heliodoro, un equipo que se cuida más de responder al rival que de proponer. Cuando marca primero, le merece el modelo si agarra a un rival por construirse como el Hueca o el Andorra del verano. Y cuando se desabrocha en la primera ocasión en la que se ve comprometido, da paso a una tragedia, esta de hoy en dos actos.
El primero ante el Amorebieta incluyó una escena previa que pudo evitar la fatalidad posterior. Ausente de conductores o extremos, se había abocado el Tenerife al balón largo para salvar líneas y encontrar con la pelota directa la espalda de los centrales y la cabeza de Enric para un control y remate o una segunda jugada. Pero le nació la ocasión de las ocasiones con una vuelta a campo abierto, en superioridad, negociada con las urgencias que rodean a los blanquiazules hasta quedar en nada.
La agarró en carrera Ángel, se vio de pronto corriendo dos contra uno acompañado de Enric Gallego y asomaron dos malas decisiones y un remate peor. Por orden, cuando debió ponérsela al espacio alargó la conducción. Y cuando debía encarar al portero para definir le sirvió el remate a Gallego sin tiempo para acomodárselo a su pierna izquierda. Se entiende entonces el tiro mordido que le salió.
Resuelto el posible cambio de guion, los errores de otoño. Para el 1-0, una entrada de Dorrio por el flanco de Aitor Buñuel incapaz de impedir con una entrada o una carga –como Aitor Sanz en la ayuda siguiente– que cayera al área y habilitara el remate, inapelable, de Álvaro Núñez.
Sin caer aún en el modo zombi, el cuadro de Garitano, el Tenerife pudo igualar con un remate franco de Ángel que no cogió puerta, pero esperó al descanso –donde confirmó la pérdida de Gallego por lesión– en lo que pedía cartas nuevas para el segundo acto. Entró Alassan como segundo delantero, movió a Nacho a su sitio natural y sentó a Löic para que Elady se apropiara de la banda izquierda, como luego del 2-0 del balón, ya que convino el Tenerife en que no había otra forma más rentable de arreglar el descosido que repitiendo machaconamente el recorte hacia dentro y el pase roscado al área. Casi como un día de la marmota.
El martirio de abrir el campo por la banda de Elady en lo que renunciaba a que Alassan jugara de extremo se entiende nada porque el Amorebieta anduvo con diez por la expulsión de Sibo desde el minuto 47. Tuvo el Tenerife medio partido para dar la vuelta el resultado, pero por el camino provocó la segunda tragedia –ya definitiva–, cuando Avilés se citó con el balón en el área y sin marca, a destiempo Amo para cogerle la marca lo justo para acularse en lo que el delantero local armaba un tiro cruzado a la escuadra –otro gol brillante– imposible para Soriano.
Como se dijo, la media hora le fue doliendo a poquitos al Tenerife. Por el empeño en Elady citado, porque llegó y llegó al área con el magro efecto de una sucesión de córners y porque, al fin, cuando tuvo remates limpios o se tropezaron en un defensa (Teto, m.64) o en los palos, como el cabezazo de Alassan al larguero y el remate cruzado de Ángel con Magunagoitia casi batido.
(2) SD AMOREBIETA: Magunagoitia; Álvaro Núñez (Mier, m.85), Manu Hernando, Gayá, Félix Garreta; Dorrio (Quintero, m.85), Carbonell, Sibo, Lasure; Morcillo (Edwards, m.59) y Avilés (Jauregi, m.77).
(0) CD TENERIFE: Juan Soriano; Aitor Buñuel (Jesús, m.67), Sergio González (Sipcic, m.72), Amo, Loïc Williams (Alassan, m.46); Teto (Álvaro Romero, m.67), Aitor Sanz, Álex Corredera, Nacho; Ángel y Enric Gallego (Elady, m.46).
GOLES: 1-0, m.26. Álvaro Núñez. 2-0, m.58: Avilés.
ÁRBITRO: Salvador Lax Franco (Comité Murciano). Expulsó a local Sibo (m.47) y por doble amarilla al visitante Elady (m.85 y 87). Amonestó a Morán (m.49, siendo jugador suplente), y Álvaro Núñez (m.85) y a Amo (m.84).
INCIDENCIAS: Partido de la decimosexta jornada de LaLiga Hypermotion disputado en el campo 1 de las instalaciones de Lezama ante 1.193 espectadores.