A pesar de que este sábado no se colgó el cartel de lleno en el estadio de Gran Canaria para ver el partido entre la UD Las Palmas - Real Madrid (entradas que oscilaban entre los 90 y 400 euros y que no están al alcance de todos), a nadie se le esconde que cuando uno de los equipos que históricamente se ha considerado grande , la Isla se vuelca para agasajar a sus jugadores y hacerles creer en lo que a priori parece una hazaña imposible.
La llegada de los merengues acaparó en los últimos días a los medios de comunicación y centró los temas de conversación entre futboleros y los que no lo son tanto. La Isla se contagiaba poco a poco de una atmósfera que hacía confiar en que el equipo de sus amores, aquel que nació en 1949, sería capaz de tumbar a otro en el que imperan las estrellas.
Con esta ilusión en la mente, desde las 16:00 horas de este sábado abría sus puertas la Fan Zone situada junto al feudo de los amarillos. Y aunque, este lugar ya se ha convertido en una especie de tradición de encuentro para los amantes de la UD Las Palmas, cuando se trata de dar aliento para luchar contra un rival fuerte, la afición nunca defrauda.
Decenas de camisetas amarillas, más tarde contadas por centenares, se acercaban a este anexo del estadio para contagiarse del ambiente y recargar fuerzas para ser ese número 12 imprescindible en cualquier partido. En esta ocasión, amenizados por el concierto del grupo Los Salvapantallas, 7 Palmas se había convertido en toda una fiesta.
Ya en el estadio, la afición pedía calma al equipo, que jugara con la cabeza y no se dejara achantar por la rapidez de Bale, los pases imposibles de Modric, el control de Ronaldo (que no tuvo su mejor partido)... ni por la garra y la forma física con la que los madridistas intentaban intimidar a un equipo que ya en la segunda ronda de la pasada temporada había demostrado que llegó a la Primera División para quedarse.
Los seguidores amarillos pedían plantar cara, no rendirse, luchar hasta el final... Y así, llegó la ira (con muchas decisiones arbitrales confusas), la decepción (el gol de Asensio en el '32 ), la alegría (el tanto de Tana en el '38) y se iban al descanso con la confirmación de que en fútbol todo es posible.
Y llegó la segunda mitad, “me va a dar un infarto”, repetían una y otra vez distintos seguidores en la Grada Sur. “Enamorado de Las Palmas, tú no lo puedes entender”, cantaban en la Naciente, o el irónico “Así, así, así gana el Madrid”, rugía el estadio entero cada vez que consideraban que el árbitro no lo estaba poniendo nada fácil a los canarios.
El gol de Benzemá ('66) no fue suficiente para meter el miedo en el cuerpo a una afición que no dejó de creer, de dar fuerzas a su equipo. Un total de 22.520 personas (según la estimación oficial) que se pusieron en pie y celebraron el gol de Araujo en el '84 como si no hubiera un mañana.
Con la emoción en el alma y los pelos de punta, los últimos minutos del encuentro se hacían interminables para los amarillos, que no querían despertar de ese sueño. El equipo de sus amores, ese que les hace sufrir pero también llorar de emoción no sólo había sobrevivido al Real Madrid y logrado un punto importante, sino que había demostrado una vez más que sí se puede.