Cuatro goles en nueve minutos. Con esos argumentos se presentó Rudolphus Antonius Makaay (Holanda, 1975) en el Heliodoro. Se los hizo a un histórico del fútbol alemán, el Werder Bremen, en el torneo del 75º Aniversario del CD Tenerife. Aquel domingo, Roy Makkay estrenó su cuenta a los seis minutos de partido, cuando aprovechó un rechace de la zaga rival y elevó el balón por encima de Frank Rost, el guardameta alemán. A los nueve minutos cerró una internada por la derecha con un duro disparo desde fuera del área. Luego, a los once, recibió un pase de Pinilla y marcó desde cerca. Y al cuarto de hora de juego hizo el 4-0 al aprovechar un servicio de Felipe. No hubo más goles. Ni de Makaay, ni de nadie. En el inicio de la segunda parte fue sustituido por Robaina, quien fallaría un penalti.
Tras el partido, asaltado por los periodistas, explicó en inglés que no era la primera vez que marcaba cuatro goles en un partido. El curso anterior, por ejemplo, lo había logrado en la liga holandesa en un triunfo (1-5) de su equipo, el Vitesse, en la cancha del Fortuna Sittard. “Pero en aquella ocasión tardé más, unos veinte minutos”, aclaró. Y además, matizó que no era un goleador puro: “Me he sentido cómodo jugando de delantero, pero no tengo problemas en jugar en otro puesto”.
Roy Makaay había sido fichado ese mismo verano junto a su compatriota Ferdi Vierklau. La entidad blanquiazul pagó por ellos diez millones de dólares (unos 1.450 millones de pesetas al cambio) [8,71 millones de euros] al Vitesse y ambos completaron una gran pretemporada. Luego, su comportamiento sería muy diferente. Y su grado de compromiso, también.
De Roy Makaay no debe tener queja el Tenerife. En su primera temporada tuvo problemas de adaptación, sufrió por sus concentraciones con la selección holandesa y padeció algunas lesiones. Pero marcó siete goles y ofreció alguna actuación superlativa, como la que firmó en la remontada (4-3) ante el Madrid. En su segunda campaña, pese al descenso a Segunda División, fue de los pocos que aprobó en medio de aquel caos e hizo catorce goles en Liga.
Al año siguiente, ya en el Deportivo, sumaría 22 y le daría a los gallegos su único campeonato de Primera División. También triunfaría en el Bayern Munich y, ya veterano, en su regreso a casa con el Feyenoord. En 17 años de profesional marcó 256 goles en 526 partidos de liga, siempre en la máxima categoría. No cuentan, pues, los cuatro que le hizo al Werder Bremen.
Al final, el trofeo, un triangular, fue para el Atlético de Madrid de Juninho, Vieri, Pantic y Futre. Le hizo un 8-0 al Werder Bremen (apodado entonces Perder Bremen y que cesó a su técnico tras estos resultados) y empató (1-1) con el Tenerife. Pero, por una vez, casi nadie se acuerda del resultado. Sí de la exhibición de Roy Makaay.
(*) Este texto forma parte del libro El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.