Los errores con valor de gol a favor también se cometen y duelen igual. Este de Enric Gallego fallando un penalti con un tercio de partido disputado –y el depósito lleno– acabó condenando al Tenerife a conformarse con un empate frustrante, recordatorio del vía crucis que le espera en el camino por la permanencia. Citado con Herrero en la puerta de General, se sacó el capitán una ejecución impropia que abunda en el cúmulo de fatalidades que rodean al equipo de Mel, un punto y su segunda puerta a cero como magro balance ante un Málaga con aversión al riesgo pese a saberse mejor.
La de Gallego era una de las fatalidades que tenía el Tenerife pendientes de experimentar. Padece las secuelas de los muchos lesionados, un manojo de fichajes de mal gusto, una condición física mejorable y un despliegue táctico condicionado por todo lo anterior. Así, lo normal es un proar constante contra el viento. Y si un tipo fiable como Gallego equivoca el rumbo cuando nadie lo espera es meterte agua en la bañera para achicarla en lo que tratas de que el barco navegue. Demasiado lastre, como se vio después.
Hasta lo del penalti desgraciado –solo advertido por el VAR en otro arbitraje en el Heliodoro a tono con las prestaciones del Tenerife–, andaban los de Mel en la fase de arranque en la que mejor casa con lo que quiere el técnico, cuando todavía tiene piernas para defender al rival desde la salida y llegarle por los flancos, este jueves más por el de Luismi que por el de Waldo, otra vez una copia falsa de su retrato como futbolista influyente.
Waldo volvió a ser titular tras la suplencia completa en Granada, pero visto lo de hoy luce lo segundo como acierto y lo primero un error. Tanto corrió a destiempo como erró cualquier pase, fuera de seguridad o fuera al área. Fuera lo que fuera lo que se propuso, nada le lució al extremeño. No renta como consuelo el desempeño en el segundo acto de Marlos, camino de ingresar en la cofradía de los jugadores medianitos que tanto han abundado en el Tenerife cuando convino en que mejor lo exótico que lo propio.
Hasta lo de Gallego –y luego mientras le sostuvo el físico al grupo–, el Tenerife hizo más que el Malaga para quedarse los puntos. Y siempre con lo que sale del arte de Luismi Cruz para manejarse con el balón cosido al pie o para una pelota al área o al espacio con sentido.
Del portuense arrancaron las caídas buenas al área de Herrero –y el regate en medio metro que luego fue penalti–, pero la falta de remate solo la compensó Medrano con un tiro en cada parte que comprometió por dos veces al portero, dos buenas respuestas a una mano para desbaratar la única pegada real que tuvieron los blanquiazules.
Mel también ya había dado un paso atrás para resguardarse de más goles. Repuesto Sergio de la sanción –ahora al borde de la siguiente por las cuatro amarillas que acumula–, lo rehízo como pareja de Aarón Martín y colocó a Diarra por delante. Así que Dani Fernández volvió a la suplencia y cuando regresó en el 79, el Tenerife, desnortado y agotado, pedía un armisticio para firmar las tablas, sin goles, y gracias.
Cuando pudo ser distinto, en lo que la defensa se aculaba y su equipo se estiraba perdido el escalonamiento, tiró del capítulo conservador del manual. Pudo probar a sentar a Sergio, retrasar a Diarra como ocho y colocar antes al juvenil, pero optó por despedir a Aarón y volver a exhibir a Bodiger y su displicencia.
El rendimiento del francés no casa con su ficha, ni con las prestaciones supuestas. Ya ha colmado tanto la paciencia del Heliodoro que la grada no le perdona ni cuando tira de la lógica. Aparenta ser un jugador mejor, pero este tiempo en el tinerfeñismo exige cualquier cosa menos la desgana. Y este Bodiger parece un futbolista que espera como regalo de Reyes un cambio de aires.
Pudo Mel también probar la bala de Alassan, pero eligió a Marlos, de modo que se le quedó un cuarto de hora final con los suyos rendidos al desfallecimiento y resignados al consuelo de un empate con el que seguir creyendo en que hay liga. Y lo intentó, infatigable, Luismi Cruz con sus conducciones o David y Mellot subiendo por sus bandas.
Perdido ya el medio juego y el orden, hasta pudo el Málaga ganar sin merecerlo a la salida de un córner (m.88) que dejó librado a Dioni para un cabezazo que se encontró el larguero. A esto y un remate de Antoñito en el primer acto se redujo todo el fuego del grupo de Pellicer, cómodo con ese empate que quiso evitar el Tenerife y no supo deshacer Gallego cuando mejor pudo.
(0) CD Tenerife: Salvi; Mellot, Gayá, José León, Medrano (David Rodríguez, m.79); Sergio (Dani Fernández, m.79), Aarón Martín (Bodiger, m.67); Luismi Cruz, Diarra, Waldo (Marlos, m.59); y Enric Gallego (Ángel, m.59).
(0) Málaga CF: Alfonso Herrero; Puga, Nelson Monte, Álex Pastor, Víctor García; Juanpe (Manu Molina, m.46), Luismi, Aarón Ochoa (Dioni, m.73); Antoñito (Rahmani, m.73), Sergio Castel (Dani Lorenzo, m.82) y Lobete (Kevin Medina, m.57).
Árbitro: Saúl Ais Reig (comité valenciano). Amonestó a Sergio González (m.28), Medrano (29), Enric Gallego (34), Gayà (54) y Mellot (58); y a los visitantes Puga (60), Manu Molina (81) y Víctor García (90+1).
Incidencias: Partido de la undécima jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 13.337 espectadores.