Lo mejor de este Tenerife mal modelado a seis manos es que le quedan 36 partidos para al menos llegar a los cincuenta puntos del campamento base. Y como no hay una respuesta lógica que explique este ejemplo de incompetencia de manual, hay que apuntar a todo lo que le queda a Mel –y solo a él, visto el desaguisado de plantilla que ha aceptado manejar– para recoser un traje inapropiado para un club que no merece lucir este remendado.
El empate de este domingo ante el Real Sporting retrató todas las carencias que ya exhibía el de Óscar Cano, aunque hoy agrandadas porque descartó el pelotazo en largo para apostar por la paciencia a través de la circulación. Con Mel no podía esperarse otra cosa, pero como el Tenerife renunció durante años a esto en lo que elegía perfiles con aversión al riego y mal dotados para jugar a la corta, no podía esperarse que fluyera el fútbol. Los milagros, que se sepa, solo eran en jueves y si los armaba el genio de Berlanga.
Mel pudo esperar demasiado con este Dani Fernández titular y con Teto jugando, por fin, como el ocho (o el diez, que también) que es. Se puede entender como un exceso (la titularidad) lo primero y como un golpe de efecto lo segundo si quien acompaña al segundo medio centro es Sergio González, tan eficaz cuando se emparejó en cincuenta partidos con León como desbordado haciendo de seis. Ni tapa todo lo que Aitor, ni conduce, ni se aviene a un apoyo que arriesgue su posición. Mel imaginó el debut del juvenil Aarón en su puesto, pero un pisotón en el partidillo del jueves lo hizo imposible.
A este nuevo Tenerife le cabe un elogio por el camino elegido. Se dirá que estéril visto cómo le amaneció el empate postrero de Diarra y cómo encajó el gol de Rober Pier. Pero es que los goles tienen poco que ver con el segundo debut del juvenil o la reubicación de Teto. Y sí con el aprovechamiento de los errores de marca en las áreas, que primero penalizaron a los locales y luego –mal aprovechado el talento que maneja Rubén Alves, incapaz de matar a un rival noqueado cuando el Heliodoro perdió la ilusión y su equipo el ritmo– dieron la vida con un punto que solo sirve –y no es poco– para evitar que el efecto Mel fuera nada en su primera comparecencia.
Exceptuados los goles, el Tenerife quiso ser tan distinto al de estos años que la falta de costumbre le fue consumiendo la fe en el modelo. Lo intentó más por el flanco de Medrano y Waldo que por el lado de Dani, que parece un futbolista más dotado para generar por las calles interiores que por una banda.
El chico domina el balón con una destreza que asusta. La esconde y te saca una falta como se arranca con un regate corto imposible o la mete de rosca al área. Andando el Tenerife sin automatismos y con poca caída cerca del portero, tendrá que dar el técnico con rematadores o con gente que se asocie con el muchacho, que hoy parece más eficaz para una última media hora con vértigo que para una titularidad que le va opacando.
A Mel también cabe agradecerle que mastique rápido los cambios. Solo esperó hasta el descanso para retirar a Dani, a un Medrano temeroso del choque y a un Enric Gallego tocado por un choque muriendo el primer acto.
Tiró a Diarra a la media punta, colocó a Luismi Cruz en su sitio más productivo y a David a pierna natural–ahora Mellot en la siniestra– para tratar de encontrar las asociaciones perdidas, aunque con Yanis arriba volvieron los fantasmas de los planificadores a seis manos de la plantilla. Los cuatro delanteros del filial ofrecerían hoy lo mismo que el atacante sevillano, un ejercicio voluntarioso sin más que un caño en el área para el que no adivinó un rematador librado.
El triple relevo de la pausa no sacó del atasco al Tenerife, incapaz de imponerse en el medio juego y de ganar más duelos que el Sporting, cómodo con el 0-1 en lo que iba cambiando los volantes, refrescaba la referencia de Caicedo o metía miedo con Campu (78’), que tuvo una volea limpia regalada por Juande que no cogió puerta,
Con la entrada de Cantero –quiso y no pudo el madrileño, otra vez lejano de la chispa de las primeras semanas– y la final de Maikel Mesa haciendo de Teto, Mel pretendió jugar más cerca del área visitante, pero perdido el ritmo y la continuidad no pasó de un quiero y no puedo frustrante con balones que volaban sencillos para el portero o directos a la grada.
Solo la segunda jugada de un córner sacado a la corta obró el empate. Ahora sí con una cierta pausa, David y Luismi fueron abriendo el ángulo hasta el pase preciso de Cantero, que la colgó mansa al palo largo. Allá esperaba Diarra para cabecear con más intención que fuerza, lo justo para que cayera a la espalda de Yáñez en lo que el portero reculaba sin éxito.
(1) CD TENERIFE: Salvi; Mellot, Juande, José León, Medrano (David, m.46); Dani Fernández (Diarra, m.46), Sergio, Teto (Maikel Mesa, m.71), Waldo (Cantero, m.59); y Enric Gallego (Yanis, m.46).
(1) REAL SPORTING DE GIJÓN: Yáñez; Rosas, Curbelo, Róber Pier, Pablo García; Gelabert (Nacho Martín, m.68), Olaetxea, Nacho Méndez (Otero, m.62), Queipo (Kevin, m.77); Dubasin (Campu, m.77) y Caicedo (Bernal, m.62).
GOLES: 0-1, m.38: Róber Pier. 1-1, m.84: Diarra.
ÁRBITRO: Germán Cid Camacho (Comité Territorial Castilla León). Amonestó a Teto (m.41) y Sergio González (m.89); y a los visitantes Nacho Méndez (m.42) y Róber Pier (m.76).
INCIDENCIAS: Partido de la sexta jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) 24-25. Heliodoro Rodríguez López, ante 11.531 espectadores.