Algo grande va cociendo el Tenerife en lo que le surgen esos obstáculos que supera al calor de octubre en un Heliodoro entregado. El de este domingo es de esos triunfos inimaginables por más que Soriano arreglase, parando un penalti a Curro, el follón que montó Mo Dauda con la acción que llevó la pelota a los once metros y al extremo a la caseta, siendo que era su segunda tarjeta amarilla.
La intervención del portero ante el que fue su compañero –en esa cantera del Sevilla que despacha jugadores profesionales mientras dilapida el dinero en su plantilla mayor– mandó a los suyos al vestuario justo a tiempo para repensar medio partido en inferioridad. Lo que vino luego –ya con Loïc Williams fuera de juego y Sergio devuelto al rol de central– fue un capítulo digno de las sesiones del Tenerife en aquella década mágica en Primera División.
Con uno menos, podía pensarse en un monólogo de balón y ocasiones del Burgos para romper el 0-0 que no pudo Curro enfrentado a Soriano. Pero después de un cuarto de hora timorato del grupo de Bolo, decidieron los blanquiazules la séptima victoria del curso en dos minutos frenéticos, antes una jugada de dos pases que permitió el remate desmarcado de Roberto López y casi a la siguiente, un penalti en el que Gallego no perdonó, estaría bueno.
Ya en el último sexto, Curro volvió a citarse con Soriano en la suerte definitiva. El portero le adivinó otra vez el tiro, pero ahora se ocupó el onubense de colocarla rasa y ajustada al poste. Con el 2-1 y casi media hora más entre el tiempo normal y el extra, tomó el partido el punto de épica esperado. Aculado el Tenerife con Bodiger como tercer zaguero, no cayó en ningún error grosero y sobrevivió con el plus que da el dominio de Soriano en las pelotas llovidas.
Vivió también el Tenerife de la pacatería con la que entendió el partido el Burgos mientras no se vio en desventaja. Teniendo recursos para jugarle más vertical al grupo de Garitano, pareció más cómodo agazapado en dos líneas juntitas con cinco defensas que cuando encontró a Curro o Dani Ojeda para comprometer la fiabilidad de Amo cuando lo sacan de zona. Hasta el penalti, solo produjo un cabezazo del atacante grancanario sencillo para Soriano (m.39).
Y siendo que pudo sacar oro del balón cruzado al área que provocó el derribo de Elgezabal que dio pie al penalti, el Burgos solo se mostró necesitado con el desaguisado que te monta este Tenerife con estos uno-dos inesperados. Cuando pudo golpear primero, Soriano le sacó con el abdomen a Espiau un remate envenenado que le puso Matos (m.59) y cuando quiso reaccionar tras el 2-0, le dio para un tiro esquinado de Curro que adivinó el meta y para provocar la mano clara de Amo del tercer penalti de la sesión de tarde. Destacable, nada más.
El brío y la letalidad fue cosa de los locales. Con uno menos fue capaz el Tenerife de herir con una jugada en la que consiguió generar una superioridad desde la inferioridad con los tres jugadores al cabo solistas –junto al portero– de un coro en el que solo desafinó Mo Dauda, arrojado a una titularidad que por lo visto todavía le viene grande.
El 1-0 se explica con poco, aunque fue mucho el efecto. Un pase, una conducción brillante, una asistencia y un remate en el área sin nadie que te sople. Por la calle del ocho se la puso Corredera a la caída por su flanco de Medrano. Allá se fue el lateral directo al área, Saveljich le enfrentó la carrera con miedo a otro penalti, Medrano le superó e hizo muy bien lo que le quedaba: servirla a la llegada de Roberto López, un remate de nueve sin mácula, vendido Caro tras no llegar a tapar el pase.
Enfervorecido el Heliodoro, desagallado el Tenerife oliendo la sangre, se fue a por todo y de un córner botado por Roberto López en la esquina entre San Sebastián y General, surgió un agarrón a Sergio y el penalti siguiente. Lo quería Roberto para inscribir un doblete, pero aparecieron los galones de Gallego y una ejecución soberbia que compensó hasta los dos remates francos que cazó mal en el primer acto.
Así que algo cuece este Tenerife casi con un cuarto de campeonato consumido. Le crecen los lesionados cada semana, le viene el Mirandés y tres miuras a continuación (Levante, Elche y Valladolid). De cómo salga de un mes sin tregua se verá si este primer hervor le da para madurarse como aspirante. Hasta aquí, que le quiten lo bailado.
(2) CD TENERIFE: Soriano; Mellot (Aitor Buñuel, m.92+2), Amo, Loïc Williams (Bodiger, m.46), Medrano; Sergio González, Álex Corredera; Waldo (Teto, m.79), Roberto López (Pablo, m.90+2) Mo Dauda; y Enric Gallego (Ángel, m.79).
(1) BURGOS CF: Caro; Borja (Alex, m.89), Córdoba (Ricoy, m.77), Saveljich, Matos; Atienza (Mumo, m.57), Elgezabal; Curro, Andy (Bermejo, m.46), Dani Ojeda (Martín, m.46); y Edu Espiau.
GOLES: 1-0, m.63: Roberto López. 2-0, m.65: Enric Gallego, de penalti. 2-1, m.76: Curro, de penalti.
ÁRBITRO: Álvaro Moreno Aragón (Comité Madrileño). Expulsó por protestar al preparador físico local, Miguel Pérez (m.42), y a Mo Dauda (m.45) por doble amarilla. Amonestó a Alex Corredera (m.37) y a los visitantes Andy (m.15), Córdoba (m.48), Elgezabal (m.48) y Mumo (m.68).
INCIDENCIAS: Partido de la décima jornada de LaLiga HyperMotion (Segunda División) 23-24 disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 18.383 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento a los 76 años del exfutbolista paraguayo Alcides Báez, portero del CD Tenerife en la temporada 74-75.