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El Tenerife se achica en Eibar

Mellot y Ángel tras perder el Tenerife en Éibar

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —

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El Tenerife sigue acumulando derrotas en lo que va recurriendo a los tópicos que esconden sus problemas básicos: no juega bien a lo que quiere jugar y no da con un once que mezcle fortaleza defensiva y capacidad para ser letal con el balón en propiedad. Y así cede los puntos hasta cuando anula las virtudes del rival y lo obliga a fiarse a un error de marca, otro, que descubre sus carencias para defender el balón parado.

Este Éibar-Tenerife se resume más en la impericia de uno que en el acierto del otro. Siguiendo la teoría de que lo repelido por los palos va por fuera, los blanquiazules no remataron una pelota por dentro y los armeros solo dos, una por tiempo. La más temprana la arregló Salvi con una mano de gato y la segunda, letal, fue el remate de Nolaskoain que obró el 1-0, luego de otra marca perdida que dejó al medio centro franco para cabecear, violento, un balón de córner.

Reseñado lo que tuvo valor de gol, el resto fue un partido de músculo, balones divididos y ataques por el camino corto, de los típicos de este fútbol adormecedor que evita el riesgo de equivocarse jugando al pie o perdiendo la posición y se fía a que alguien meta la pata –hoy el Tenerife– con un error que permita un remate limpio en las áreas.

Siendo este el guion, lo de menos son los cambios en el once de Cano, tres este sábado con Gallego por Ángel, Cantero en vez de Waldo y Diarra en la posición de Maikel Mesa, un diez improvisado que le rentó mientras el partido discurrió empatado. Ya en desventaja, la entrada de Teto para la última media hora le dio un poco de pausa y criterio al ataque tinerfeñista, pero como de automatismos, paredes y extremos activados anda escaso, la reacción se quedó en un intento frustrante que reveló el estado del equipo.

Hasta que apareció Teto (lo más parecido a un ocho o a un diez que tiene entre veinticinco profesionales), el Tenerife hizo buena la mitad de su argumentario. Ahora sin Tejero, Soriano, Aketxe o Stoichkov, luce este Eibar –ausente hoy Corpas– más obrero que talentoso, pero no ha perdido el punto de agresividad de los equipos de Exteberria.

No le hizo ascos al partido de centrocampismo al que le invitó el Tenerife y fue paciente para encontrar el peligro con las llegadas por el flanco de Cubero y lo que por ahí le surgiera. Un ejemplo, la tempranísima falta lateral –que no pareció– que el mismo Cubero le sacó a David, otra vez el canterano una marcha por encima de la mayoría. El resultado, una pelota al área chica envenenada que Arbilla remató librado y Salvi descompuso con una parada de reflejos.

El grupo de Óscar Cano respondió con lo único esperable, una recuperación en la pugna por el medio juego que le evitara sesenta metros de conducción hasta el área. Trató de llegar por la izquierda con un Cantero acercado a la titularidad en lo que se ha alejado en dos semanas de la explosividad de sus primeras suplencias.

Y con un fisco más de sentido en lo que intentaba madurar entre Luismi, Mellot y Diarra. De un balón que le cayó al último nació el único centro al área potable que cazó Gallego con un cabezazo al larguero. El resto, sobras: paredes mal tiradas, pelotas de Bodiger al infinito y salidas de Sergio entregadas a un rival. Un mural que retrata las carencias para jugar a la corta o atreverse a ocupar un sitio distinto al dictado.

La vuelta del descanso estropeó el plan en nada. Dos córners seguidos con el gol del Éibar como fin desolador tras el segundo, cuando Nolaskoain se adelantó a Juande en la carrera hacia el balón en lo que Bodiger no llegaba a corregir y el mediocentro del Éibar remataba desatado, imposible para Salvi.

Etxebe ya había aprovechado el entreacto para meter más pólvora con Guruzeta y Toni Villa. Y después del 1-0, cambió un lateral en lo que Cano meditaba sus variaciones sobre un mismo tema. Andado un cuarto de hora, relevó a Cantero por Waldo –un lenguaje corporal hipotenso y un remedo del extremo que es– y quitó a Bodiger para que Diarra se emparejara con Sergio y Teto se arreglara como enganche. El chico subió el tono, pero el grupo siguió con el ánimo bajo.

De postre, veinte minutos para los titulares ausentes –Maikel Mesa como un diez perdido entre el gentío del mediocampo y Ángel resignado a que le cayera un balón fiable– y del debut de este Marlos sin tiempo para saber si viene o va. Fiel como el secundario en el que le han convertido, Teto aceptó disciplinado acabar como ocho. Que el equipo luzca mejor así no sacará de pobre al futbolista ni al Tenerife jugar –¿se dice propositivo?– en adelante.

(1) SD ÉIBAR: Fuzato; Cubero, Arambarri, Arbilla, Cristian (Hodei, m, 56); Nolaskoain, Matheus; Alkain (Mada, m. 72), Pascual (Guruzeta, m. 46), Puertas (Sergio Álvarez. m. 86); y Bautista (Toni Villa, m. 46).

(0) CD TENERIFE: Salvi; Mellot, Juande, José León, David; Luismi Cruz, Sergio (Maikel Mesa, m.75), Bodiger (Teto, m.63), Cantero (Waldo, m.63); Diarra (Marlos, m.88) y Enric Gallego (Ángel, m.75).

GOL: 1-0, Nolaskoain (m.46).

ÁRBITRO: Álvaro Moreno Aragón (comité madrileño). Amonestó a Matheus (m.43) y a los visitantes Enric Gallego (m.67) y Marlos (m.90+5).

INCIDENCIAS: Partido de la quinta jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) 24-25. Ipurua, ante 5.040 espectadores.

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