El Tenerife jugó en modo Segunda para blindarse en Ferrol de otra derrota que le habría rematado el ánimo antes de tiempo. Mel plantó una defensa de cinco –con Alves devuelto a la titularidad– y los blanquiazules redujeron la lista de errores con valor de gol, aunque el único –grosero como tantos en el curso– rehízo las tablas dos minutos después de que Enric Gallego pusiera un 0-1 temprano.
El empate en A Malata tiene más valor emocional que numérico, aunque saque al Tenerife del último puesto y lo coloque a cinco puntos de la permanencia. Pero es que el mismo riesgo de perder habría dejado al grupo descreído y al entrenador sin discurso. Este lunes, Mel cambió de sistema y de hábitos por más que pudo arrumbarse a buscar la victoria en el último tercio, pero le pudo la prudencia entendible de evitar un ida y vuelta vista la fiabilidad defensiva de su once. Era el punto –en superioridad el Tenerife diez minutos por la expulsión de Puric– o era el punto.
El 5-4-1 que enfrentó al Racing no evitó un arranque brioso de los verdiblancos, igual de necesitados de crédito, igual de limitados en jugadores sin aversión al riesgo de un regate o una conducción a campo abierto. Así este Bebé frente a Luismi Cruz, que clama por socios que hablen su idioma.
Ausente el Racing de un diez que le diera viveza o se entendiera con dos medios posicionales como Manzanara y Álvaro Sanz, le quedó al Ferrol lo previsible. Doblar por fuera con los laterales o sacar de su sitio al mismo Bebé para crear superioridades y romper el escalonamiento del Tenerife.
Más impetuoso que efectivo, los blanquiazules aguantaron de aquella forma cinco minutos iniciales bajo un chaparrón de llegadas sin males mayores. Pasado el susto, el Tenerife cogió aire y metros para discutirle lo justo el balón al Racing. Con algo de sentido se lo apropió un par de veces Luismi a ver si le asomaba el arte, pero llegó el éxito del gol sin su protagonismo, tirando de uno de los mandamientos primarios del fútbol: un balón lateral al área puede igualarte con cualquier rival.
Diarra se hizo con una pelota dividida por la calle del once, la dio en corto a Aarón y entre el chico de La Florida y el señor de Barcelona se obró el gol. Obligado a servirla con la rosca hacia dentro era lo de menos porque cuando se amolda el gesto, Aarón tanto le pega directo a puerta como te da un caramelo de pase. Rondando la zona crítica andaba Gallego, que olió la indecisión de los centrales, con un paso adelante sin sentido, para originarse un cabezazo manso imposible para el portero.
El 0-1 le duró al Tenerife lo que tardó en aflojarse en la marca y equivocarla después. Lo uno para permitir que Dorrio siguiera el mismo principio del catecismo: antes un centro al área, un balón sin mayores pretensiones; luego, un allá vamos de Sergio, Alves y León, juntos todos al mismo cruce absurdo mientras Jauregui la enganchaba en carrera para colocársela a Salvi al palo largo. En un cuarto de hora, dos golpes al mentón y vuelta a empezar.
Al cabo, hasta le vino bien al Tenerife marcar primero y encajar a continuación. Tan escaso de fútbol y de elementos como anda –necesitado de crecer en confianza más que en puntos–, da pavor imaginar qué partido se le habría quedado –obligado a una remontada inimaginable– de suceder lo de Jauregui antes que lo de Gallego.
El 1-1 no alteró los roles. El Racing pudo creer en repetir aciertos, pero sin cambio de plan iba a verse lo mismo, un partido de puro centrocampismo solo roto cuando una pelota caída a las bandas o un duelo en el área acababa en el enésimo córner local (7-0 hasta el descanso). Sin un enganche por dentro para enlazar entre Gallego y los medios, también nació el peligro del Tenerife llegando al fondo para ponerla al área, así el doble remate servido por Diarra (m.38) que no cazaron Sergio ni Medrano.
Mel desesperanzó en el entreacto a las gentes de mayor fe. Quitó al tarjeteado Medrano para no arriesgarse a la tragedia de una expulsión y colocó a pierna cambiada a David.
Y no tocó nada más en lo que la segunda parte iba convenciendo a Racing y Tenerife que mejor unas tablas amables que el riesgo de perder un punto que solo te quita algo el hambre. Cristóbal metió a Chiqui quizá buscando la conexión interior, nadie se entregó a la molicie y hasta crecieron los de Mel entre las cautelas, pero de Luismi –ya con los verdiblancos con Puric expulsado– solo surgió un tiro libre lejano y amable (m.88) y un remate blando (m.90).
Con cinco minutos y otros cuatro de prolongación, no quedaba tiempo para revoluciones de última hora. Cuando Ángel y Marlos pisaron la hierba ya se habían consumido tres de los nueve y no tampoco está este Tenerife como para afinarse entre la prisa. Cosas de los enfermos urgidos a la dieta blanda, acabó por amarrar un punto más agradecido para el espíritu que para el estómago.
(1) Racing de Ferrol: Jesús Ruiz; Róber (Delmás, m.72), Puric, Naldo, Moi Delgado; Dorrio (Nacho Sánchez, m.46), Manzanara, Álvaro Sanz, Bebé (Álex López, m.69); Álvaro Giménez (Chiki, m.64) y Jauregi.
(1) CD Tenerife: Salvi; Mellot, Gayá, José León, Rubén Alves, Medrano (David Rodríguez, m.46); Luismi Cruz, Sergio, Aarón Martín, Diarra (Marlos, m.88); y Enric Gallego (Ángel, m.88).
Goles: 0-1, Enric Gallego (m.13). 1-1, Jauregi (m.15).
Árbitro: Sergi Muresan Muresan (comité valenciano). Expulsó a Puric por doble tarjeta amarilla (m.58 y 85). Amonestó a Moi Delgado (75) y a los visitantes Medrano (8) y David Rodríguez (80).
Incidencias: Partido de la duodécima jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) disputado en el estadio de A Malata ante 6.001 espectadores.