El Tenerife de Mel, y el mismo Mel el primero, han convenido en la necesidad de aparcar el fútbol de salón en lo que termina de hacer acopio de puntos y confianza para salir del pozo. Así esta segunda victoria del curso, más efectiva que lucida, ante un Mirandés aflojado que cuando pudo hacerse con el partido no quiso y cuando encajó el gol se dejó le pegada en la caseta.
El demérito del equipo jabato no resta valor al partido del Tenerife. Buscó el gol con otro cambio de sistema añadido a la repetición con tres centrales, lo encontró con la pericia de Alves cazando un remate de delantero y cuando jugó aculado, no renunció a una contra –o a una jugada a campo abierto– con la que apuntillar el marcador. No sumó más que este escuálido 1-0, pero en este tiempo de desolación es oro, tan escaso de ánimo anda el tinerfeñismo y de puntos los suyos.
Mel pudo sorprender con otro 5-4-1, pero al cabo parece lo más lógico siendo la prioridad del Tenerife dejar puertas a cero: te dan al menos un punto y si se encuentra con el gol ya son tres. El técnico eligió por tercera vez incrustar a Alves entre Gayá y León y la fórmula acabó por rentarle. Que Alves añadiera el remate del 1-0 a su contribución como zaguero no cotizaba, pero –como para el convento– todo suma. El valor sanador del gol para acercar al futbolista a su verdadera dimensión.
Más que la repetición con defensa de cinco, la auténtica novedad residió en el medio campo. Dispuso el técnico un rombo –este sí que inédito– que dejó al Tenerife sin extremos para abrigarse mejor por dentro. Sergio jugó como un seis puro y cuatro metros por delante, a los costados, Aarón y Diarra obraron como ochos doblados. Y en el cuarto vértice, por delante, Luismi Cruz, liberado cuando el Tenerife se hizo con el balón para decidir lo que su talento dispusiera.
Más allá de la maduración acelerada de Aarón Martín y de la voluntad de Diarra para igualar la brillantez de Luismi, todo quedó a lo que imaginara el artista portuense en cada caso. Anda en esta fase del campeonato con un punto físico que le da para aparecerse una y otra vez. El resto es un catálogo amplio de soluciones. Así lo del gol de Alves, un córner sacado a la corta, una devolución de Mellot y un balón llovido al palo largo que metió en el área chica Diarra cuando parecía que se perdía. Y el toque justo de Alves, una volea rasa que cazó imposible para el portero.
Casi todo lo que generó el Tenerife cuando se liberó de los cambios de orientación con los que Mirandés trató de crearle la superioridad con los laterales proyectados, pasó antes por Luismi: el balón parado, las conducciones, una descarga con el toque corto o una pared con Diarra, solo le faltó el premio del gol, aunque no luce Luismi un jugador obsesionado por glorias mayores.
Coral en un esfuerzo del que esta vez también participaron luego Yannis –constante ganando balones divididos que permitieron salir de la cueva al equipo– y hasta Maikel Mesa –salvando el remate de Panichelli en la última jugada, con Salvi vencido–, el Tenerife se aplicó antes al gol y después a defender la puerta a cero, más sobrado en lo que le aguantó el físico a Aarón y Enric Gallego.
Cuando Mel movió piezas al borde de la tragedia, fue consecuente: músculo por músculo y talento por talento. Lo uno con Yannis, un trasunto de Gallego de pronto redimido como pieza de valor de este Tenerife precario. Lo otro, con la vuelta de Teto después de seis semanas echando de menos justo lo que aportó: pelea en las pugnas, toque con sentido y conservación del balón para desplegarse con Medrano o jugarla por dentro con Sergio o Luismi.
El resto de los factores de crecimiento pueden parecer secundarios, pero saben a gloria, a la espera del Levante, a este Tenerife necesitado de estímulos por simples en otro momento. Sergio se cuidó con éxito de la quinta tarjeta, Gayá dio otro pasito para tranquilidad de Mel y el entorno; Salvi respondió notable en la única ocasión (m.65) en la que Panichelli lo puso a prueba y Adri Pérez –“¿quién es el chico ese que ha entrado?”–se estrenó en el Heliodoro cuando Alves ya no dio más de sí. Si no se le tuerce el camino, acabará por ser el Löic Williams de este curso.
(0) CD Tenerife: Salvi; Mellot, Gayá, Alves (Adri Pérez, m.79), José León, Medrano (David Rodríguez, m.90+4); Sergio, Aarón Martín (Teto, m.71), Diarra, Luismi Cruz (Maikel Mesa, m.90+4); y Enric Gallego (Yannis, m.71).
(0) CD Mirandés: Raúl Fernández; Juan Gutiérrez, Eguíluz (Parada, m.58), Tomeo; Hugo Rincón (Dadie, m.73), Reina (Homechenko, m.73), Gorrotxategi, Lachuer (Joel Roca, m.58), Julio Alonso (Ander Martín, m.75); Izeta y Panichelli.
Árbitro: Rubén Ávalos Barrera (comité catalán). Expulsó a Dadie (m.90+7) por juego violento. Amonestó a Diarra (90+6) y a los visitantes Hugo Rincón (6), Lachuer (32) y Eguíluz (55).
Incidencias: Partido de la décimo tercera jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 14.897 espectadores. Los equipos saltaron al terreno de juego a los sones del himno de la Comunidad Valencia. Se guardó un minuto de silencio en memoria de los fallecidos por el paso de la dana en el este peninsular.