El Tenerife encajó su segunda derrota del curso entregado a la complacencia y aceptando el rol que se autoimpuso como víctima del Levante. Un duelo mal defendido que acabó con un golazo de Cantero y un doble remate sin oponente de Mustafi a la salida de un córner fueron suficientes para el rival. Y el Tenerife, que desatendió todos los detalles del partido, acabó con más heridas añadidas para la cita ante el Racing: perdió por lesión a José Ángel y por expulsión a Aitor Sanz.
Aun sin acabar agosto, el resultado no es tan trágico como decepcionante, porque solo la faena del equipo de Ramis explica la simpleza con la que agarró los puntos su rival, solo obligado a poner la intensidad que se dejaron en la caseta los blanquiazules. Una semana antes, el Tenerife superó al Lugo en el balance de los noventa minutos y se sacó un empate. Este sábado no igualó siquiera en respuesta al Levante y así este 2-0.
El Tenerife no dio en ningún tramo con una fórmula para herir al grupo de Nafti. Desapareció Shashoua, como Mo Dauda, de cualquier papel protagonista, se quedó en insípido el debut de Waldo como titular y jugaron los medios guardados de perder su sitio natural, perdiendo mil y un duelos. Intrascendente Gallego durante hora y media –salvo un remate forzado que se le fue alto (m.14)–, el examen ante uno de los aspirantes obligados al ascenso salió suspenso y con todo por mejorar. Que sea sin acabar la canícula es el único considerando que llama a la esperanza.
Firmó el Tenerife una primera parte gris tirando a negra, falto de las cualidades que exhibió una semana antes frente al Lugo, entre timorato y contemplativo. Anduvo tanteando al Levante en lo que hallaba una vía para hacerle daño y andando, andando lo que se encontró fue un gol en contra, un remate inapelable que lo dejó helado.
Había optado Ramis por suplir la baja de Corredera (sancionado) con Waldo y el arranque del Tenerife –sin el calor del Heliodoro, sin otra motivación aparente que no encajar– fue una muestra de lo que vino después. Un error tras otro en el último pase y, lo que resultó revelador, una incapacidad auténtica para que se asociaran Shashoua y Mo Dauda, tan eléctricos en la aparición casera como desconectados ahora.
Y le salvó la esterilidad aparente del Levante –es verdad que con el empuje del que careció el Tenerife– hasta que le amanecieron los factores diferenciales. Para el 1-0, el enésimo balón directo a Wesley, una pugna ganada a José Léon dejar la pelota mansa a para la caída en la frontal de Cantero –al que acompañó tarde Nacho– y un tiro violento que coge vuelo, imposible para Soriano.
La desatención del Tenerife rompió su plan de partido y le obligó a remar a la contra. Aguantó de aquella forma hasta el descanso y descubrió a la vuelta la realidad descarnada de una plantilla todavía incompleta –por las lesiones, la sanción a Corredera y lo que le queda por fichar–, con los canteranos de figurantes y solo Borja Garcés como revulsivo en el guion de Ramis. Entró el delantero –como Teto, hoy con un poquito más de tiempo, aunque nadie diera con él para que se inventara algo– con veinte minutos de plazo –ya con José Ángel relevado por Sergio y Aitor mediado por la primera amarilla para cortar una contra que apestaba a letal–, pero al cabo como si no hubiera debutado.
En diez minutos, el Tenerife acabó de condenarse con otro error de marca a balón parado que concedió a Mustafi dos remates seguidos. Al primero respondió Soriano felino y el definitivo puede que lo hubiera cazado en otro momento del curso pasado, pero este Tenerife se parece tan poco en la respuesta a los retos decisivos que hasta su portero no luce el duende de entonces. Otra vez los factores diferenciales.
El 2-0 le colgó un lastre imposible al Tenerife. Ramis entendió el escenario y resguardó con éxito a José León (de una segunda tarjeta) y a Mo Dauda (sobrecargado después de un sinsentido de actuación), pero no pudo imaginar que con el marcador decidido le apareciera como último factor distintivo el error de cálculo de Aitor Sanz, metiendo el pie sin necesidad y pillando una roja inentendible en su expediente. Un castigo postrero, en una noche frustrante, que obligará a los suyos a redimirse ante el Racing antes de que suenen las primeras campanas del fatalismo tan propio del fútbol (y del centenario mundo birria, faltaría más).
(2) LEVANTE UD: Dani Cárdenas; Son, Sergio Postigo (Rober Pier, m.66), Vezo (Mustafi, m.74), Franquesa; Pepelu, Iborra; Cantero (De Frutos, m.66), Campaña (Pablo Martínez, m.83), Joni Montiel (Rober Ibáñez, m.74); y Wesley.
(0) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Carlos Ruiz, José León (Thierno, m.88), Nacho; Waldo (Teto, m.72), Aitor Sanz, José Ángel (Sergio, m.53), Mo Dauda (Sipcic, m.88); Shashoua (Borja Garcés, m.72) y Enric Gallego.
GOLES: 1-0 (m.34) Cantero. 2-0 (m.82) Mustafi.
ÁRBITRO: Víctor García Verdura (Comité catalán). Expulsó por doble tarjeta amarilla a Aitor Sanz (m.63 y m.90+2). Amonestó a Vezo (m.49), Campaña (m.52) y Postigo (m.80) y a los visitantes Mo Dauda (m.40), Shashoua (m.50), Waldo (m.52) y José León (m.86).
INCIDENCIAS: Partido de la 3ª jornada de LaLiga SmartBank 22-23, jugado en el estadio Ciudad de Valencia ante 12.249 espectadores.