El Tenerife acabó con la Liga con un 2-2 merecido por un ataque mal defendido, después de ser capaz de remontar al Oviedo con sendos penaltis y ser superior al equipo asturiano en el balance de juego y ocasiones. El sabor agrio de la despedida en el Heliodoro tuvo el matiz de media hora para Suso, que aprovechó su tiempo —puede que para despedirse del club de su vida—marcando de penalti el 2-1 y antes de que Ramis considerara el debut del canterano Félix Alonso —la misma planta de jugador que su padre—a tres minutos de las vacaciones.
Las decisiones del entrenador respecto de los jugadores de la casa apuntan a la consideración que demuestra respecto del fútbol base de la institución, bien es verdad que sin verlos jugar podrá aportar la eximente del desconocimiento. Y abunda, por lo demás, en un perfil tantas veces repetido que llega a aburrir recordar la obviedad. El Tenerife tiene un equipo en la Segunda División y a los filiales en otro planeta. Podría justificarse en los tiempos de Ramis como jugador y es un despropósito y una temeridad que se defienda ahora.
De vuelta al partido. Ramis apostó por el equipo titular para confrontarse con un Oviedo de circunstancias —sin Tejera o Nahuel, casi medio equipo titular ausente—, lo que no impidió que pagara una salida con poca tensión con un 0-1 tan pronto como en el minuto 7. Una pelota cambiada de flanco, una sucesión de desajustes y un tiro fácil en la boca del área de Borja Valle, ya con la línea y el portero local vencidos.
Desatados de presión los dos equipos, jugándose los clubes unos cientos de miles de euros en función del resultado final, el Tenerife se animó a la caza del empate, tiró de Aitor Sanz para apuntalar el medio juego y encontró a Nono, Vada y, especialmente, a Shashoua para fabricarse una caída al área tras otra. En tres minutos cazó un remate de pícaro Fran Sol que acabó en gol y luego anuló el VAR, por una pierna en fuera de juego del delantero madrileño.
El chasco no cambió ni el ánimo ni la efectividad del Tenerife, en lo que el grupo de Ciganda trataba de encontrar a Borja Valle entre líneas o sacar petróleo de los balones colgados a Blanco Leschuk para hallar la segunda jugada. Ni en lo uno ni en lo otro, el peligro real vino de un cabezazo del argentino, sin marca que lo molestara, justo antes del descanso. Se fue fuera.
Y antes de la pausa, también, tuvo hasta tres claras el Tenerife: un tiro tras giro de Fran Sol (m.23), una rosca lejana de Vada que no cogió puerta (m.27) y un nuevo zarpazo de Sol (m.33) —otra vez asociado con Shashoua— que superó a Femenías, pero se topó con los postes y acabó fuera luego de caminar la pelota pegadita a la línea de gol.
Tanta acumulación de ocasiones acabó premiada con el inusual arranque tras el descanso del grupo de Ramis. Trató de jugarla en el área Nono y recibió una entrada impetuosa de Nieto que el árbitro no entendió punible hasta que dos minutos después, desde el VAR le advirtieron del error. Así que era penalti. Lo tiró, salvaje, Fran Sol y creció la esperanza de la primera remontada del curso —imposible al cabo— en lo que el Oviedo, ya convertido el partido en una ida y vuelta continua, intentaba aflojar las costuras del Tenerife en las jugadas de balón parado y en los segundos esfuerzos, como terminaría haciendo Blanco Leschuk en la fase de prolongación.
Justo el fútbol cuando le viene en gana, tuvo que ser Jesús Manuel Santana Abreu el que apareciera al rescate de su Tenerife en la suerte del penalti que tan bien gestionó convertido en birria. Después de que el VAR volviera a suspender la agudeza visual de Ocón Arraiz —no entendió como tal el derribo de Edgar a Shashoua que sí era—, le dio la pelota Sol a Suso para que firmara el 2-1. No falló, no podía fallar, con un tiro suave y colocado. Y tras festejarlo con los del césped, señaló a Tribuna, corrió hasta el banquillo, evitó efusividades con sus ocupantes, lo rodeó y se abrazó con el tipo de paisano que venía bajando las escaleras. Un tal Carlos Ruiz Aránega.
El gesto de Suso, manchado por el 2-2 final, es una carta sin palabras para entender los valores universales del fútbol que se pretenden orillar cuando tratan de reducir este deporte a cheques, algoritmos y egos de quienes no visten de corto. Su contribución incondicional, como la de Carlos Ruiz, Dani Hernández o Aitor Sanz —como tantos antes, en épocas de apreturas— debería ser la lección obligada para no perder el respeto a cien años de historia, al trabajo de los anónimos de un club, y a una masa social, que no merecen tanta displicencia de algunos de los suyos.
(2) CD TENERIFE: Serantes; Moore, Sipcic, Sergio, Pomares (Álex Muñoz, m.79); Nono, Aitor Sanz, Javi Alonso (Félix Alonso, m.87), Vada (Suso, m.62); Shashoua (Jorge Padilla, m.79) y Fran Sol (Alberto, m.87).
(2) REAL OVIEDO: Femenías; Juanjo Nieto, Carlos Hernández, Arribas (Álex Suárez, m.83), Ahijado; Sangalli (Sandoval, m.88), Edgar, Jimmy, Borja Sánchez (Viti, m.62); Borja Valle y Blanco Leschuk.
ÁRBITRO: Daniel Ocón Arraiz (Comité riojano). Expulsó a Sangalli por dos tarjetas amarillas, la segunda por protestar ya en la grada (m.53) y (m.93). Amonestó a Aitor Sanz (m.28), Nono (m.82) y Moore (m.90); y al visitante Arribas (m.40).
GOLES: 0-1, Borja Sánchez (m.7). 1-1, Fran Sol, de penalti (m.51). 2-1, Suso, de penalti (m.77). 2-2, Blanco Leschuk (m.90+3).
INCIDENCIAS: Partido de la 42ª jornada de LaLiga SmartBank 20-21, jugado a puerta cerrada en el Estadio Heliodoro Rodríguez López.