El Tenerife, sin fútbol ni definición, da otro paso atrás ante el Sabadell
El Tenerife regresó de nuevo a su versión insípida para confirmar que la victoria en Albacete no fue un punto de inflexión, sino otro diente en la sierra de la irregularidad que marca a los blanquiazules en este curso. Hoy sufrió la falta de tensión según arrancó el partido (Stoichkov, m.1), cedió el segundo gol al Sabadell en el 19, en una falta mal defendida dos veces, y no aprovechó el golpe de raza que supuso el golazo de Álex Muñoz (m.34). La segunda parte, con cambios que no cambiaron nada y una gran ocasión desperdiciada por Shashoua (m.51), fue un ejercicio de esfuerzo estéril que sólo retrató el desconcierto que rodea al equipo y su banquillo.
Al Sabadell le bastó la intensidad y la letalidad de los primeros veinte minutos —que no exhibió el Tenerife en noventa— para hacerse con un triunfo que confirmó que en esta liga nadie regala nada. Que, si acaso, el que se duerme lo paga caro. Y, en el colmo del desconcierto, este jueves se topó con la elección de Ramis para el flanco derecho y, luego, de unos cambios tan insípidos como la propuesta de un equipo que, a diferencia de la cita en Albacete, ni aprovechó un saque de esquina, ni sacó fruto de unas contras de las que se cuidó evitar el rival. Sin dominar tampoco esos factores ofensivos, este Tenerife se descompone.
La puesta en escena de los locales fue para olvidar y descubrió, no casualmente, la insolvencia de Kakabdze para, cuando menos, discutirle el puesto a Moore. Ramis apostó por el georgiano y la primera respuesta fue una carrera de quince metros perdida. Se la ganó Cornud, la colocó en el área y por ahí siguió el despropósito, donde recibió de espalda a los centrales, y a su aire, Guruzeta. La puso al delantero para la llegada de Stoichkov y definió en su estilo el gaditano con un tiro ajustado al poste, sin que Nono —desajustados también los medios— le discutiera la decisión.
El gol no activó al Tenerife, que siguió indolente frente al grupo de Antonio Hidalgo. La siguiente llegada al área del Sabadell (m.5) pudo acabar peor, pero cabeceó fuera Juan Ibiza, solo en el duelo con Dani. La siguiente mordedura sí que hizo sangre. Folch perdió un balón de comienzo de ataque y la corrección acabó en una falta lateral en la que primero falló la defensa de la estrategia —Aleix Coich prolongó en el palo largo para que Undabarrena rematara al larguero en el contrario— y luego las marcas y los despejes que se sucedieron con el balón rechazado por la madera. Coich hizo buena la segunda jugada y la tiró a romper entre un mar de piernas y Dani tapado por la espesura. Veinte minutos, 0-2 y una remontada obligada e impensable para este Tenerife que también carece del empuje coral de otras épocas.
Entre la falta de juego colectivo, perdidos Suso y Nono en las bandas, Kakabadze siguió aumentando su cuenta de errores no forzados y el ataque del Tenerife —80% de posesión mediada la primera entrega— ofreció la efectividad más conocida de estos meses. No juega de memoria en los espacios pequeños, no camina con sus medios centro y sin Moore o Vada carece de jugadores que le pongan un balón franco para Sol, otra tarde inédito, otra vez desesperado tratando de hacer bueno lo poco malo que le llega.
Pudo cambiar el partido el golazo de Álex Muñoz en el 34, un arranque de amor propio —fuera de cualquier estrategia— que resolvió con un zapatazo envenenado que cogió velocidad y altura para entrar, inapelable, por la escuadra derecha de Mackay. El gesto, tan propio de un jugador no siempre brillante, pero siempre entregado, tuvo solo premio individual. El gol no reanimó al Tenerife ni entonces, ni, como se vio tras el entretiempo, luego.
Fue la segunda mitad un ejercicio insulso de voluntarismo, un ir a la guerra desarmado, que desnudó otra vez al Tenerife. Quiso corregir Ramis y tampoco. Expeditivo en el descanso sentando a Kakabdze y devolviendo al campo a Moore, luego con Vada —un tipo sin suerte por el empecinamiento, antes de Fernández y ahora de su sucesor, en jugar siempre con dos medios que solo tienen versión defensiva— y ya con la prisa encima, quitando a Sol y a Aitor para que Apeh y Joselu doblaran presencia delante.
Los cambios no pasaron de estériles porque la única clara tras la continuación, clarísima, la tuvo Shashoua tan pronto como en el minuto 51. Recibió solo en el punto de penalti y se decidió por tirarla con rosca a la derecha del portero. El balón no cogió puerta y los tiros que lo hicieron hasta el final no obligaron en exceso al portero. Total, que cambiar medio equipo y dar la titularidad al trío protagonista en Albacete se reveló inane. No tanto porque fuera una decisión desacertada, como porque el partido en el que pudo pensar Ramis ya había mutado en el minuto 20 a una tragedia en dos actos con desenlace esperado.
(1) CD TENERIFE: Dani Hernández; Kakabadze (Moore, m.46), Sipcic, Carlos Ruiz, Álex Muñoz; Suso (Vada, m.58), Ramón Folch, Aitor Sanz (Joselu, m.79), Nono (Jacobo, m.85); Shashoua y Fran Sol (Apeh, m.79).
(2) CE SABADELL: Mackay; Jaime Sánchez, Aleix Coch, Juan Fernández, Cornud; Víctor García (Capó, m.73), Undabarrena, Adri, Boniquet (Ozkoidi, m.61); Stoichkov (Juan Hernández, m.73) y Guruzeta (Óscar Rubio, m.54).
ÁRBITRO: Óliver de la Fuente Ramos (Comité castellano-leonés). Amonestó a Nono (m.43), Suso (m.59), Ramón Folch (m.59), Aitor Sanz (m.66) y Carlos Ruiz (m.93) y al visitante Stoichkov (m.13).
GOLES: 0-1, Stoichkov (m.1). 0-2, Aleix Coch (m.19). 1-2, Álex Muñoz (m.34).
INCIDENCIAS: Partido de la 16ª jornada de LaLiga SmartBank 20-21, jugado a puerta cerrada en el estadio Heliodoro Rodríguez López. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Guillermo Fernández Bernal, exjugador del CD Tenerife, y de Diego Armando Maradona.
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