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El Tenerife maximiza la eficacia con una victoria de autor en Valladolid

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —
12 de septiembre de 2021 23:11 h

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Reclamó Ramis en la previa de la visita a Pucela máxima implicación de los suyos para acercarse más a la versión de equipo que pretende. Y respondieron los suyos con una victoria de autor que deja más certezas, muchas más, que dudas, en un José Zorrilla que acabó, como el Valladolid, rendido a la evidencia: solo el Tenerife podía ganar en una tarde de canícula en la que el calor le dio un estímulo extra.

Ganó 0-2 el Tenerife, solvente cuando no estuvo cómodo y cómodo cuando dispuso de metros para jugar al espacio, y dejó en cuestión el andamiaje del Valladolid —otro descendido que solo con nombres y fichas millonarias no puede pretender volver a Primera— para afianzar la propuesta que persigue su entrenador: esfuerzo y eficacia defensiva como principios innegociables y variedad de fórmulas para encontrar el camino del gol.

Este domingo, ejemplo inédito este curso, cimentó su tercera victoria del campeonato en una suerte de contra de dos pases —uno preclaro de salida, cuarenta metros verticalísimos, obrado por Carlos Ruiz y otro de Gallego para que Shashoua definiera a su modo— y un ataque coral con media docena de toques precisos para el tiro definitivo de Míchel Herrero, transmutado en autogol del Roberto. El 0-2 se parece algo a lo visto hasta ahora, pero el tanto del inglés revela la capacidad de los blanquiazules para coger la vuelta del contrario y hacer daño. Tuvo dos más luego que habrían convertido el resultado una goleada histórica.

Sabedor de la capacidad del Valladolid para asociarse y caer en el área una y otra vez, anduvo atento el Tenerife para negociar la defensa del último pase local. Luego de cinco minutos de salida visitante metidos en el campo del Valladolid, con un remate de Elady (m.2) que empaló de cuchara el delantero jienense y se le fue alto, llegó el partido deseado por Pacheta y esperado por Ramis. Cayeron los pucelanos por las dos bandas —ahora Luis Pérez, luego Lucas Olaza—, se aparecieron por dentro Óscar Plano y Weissman, sumó Alcaraz en el juego aéreo y se multiplicó en los apoyos Roque Mesa… un continuo de acumulación de balones a la corta o de pelotas cruzadas desde los flancos con más artificio que resultado.

El Tenerife sufrió lo justo, poco para la costumbre de su historia reciente, y fue avisando cada vez que el balón la cayó a Mollejo para que arrancara la salida en conducción. El Valladolid solo pudo pararlo en falta, dos veces antes del 0-1, otras dos más hasta que al árbitro se apuró ante la destreza del extremo y optó por repartir culpas pasando por alto varios derribos más. Mollejo no asistió, no marcó y hasta anduvo displicente para tapar su banda cuando más se prodigaba Olaza. Y aún así, hizo un partido enorme con el que se adivina un recurso extra —el de la llegada con el balón al pie desde la segunda línea— que podría hacer de las contras un arma letal de este Tenerife estable y certero.

No necesitó hoy el Tenerife a Mollejo más que para desquiciar —no es poco, porque hizo dudar a su rival—, y tiró de otros recursos para ir arrimándose a la victoria. Antes, andando el primer sexto del partido, con un pase de salida espléndido de Carlos Ruiz que superó dos líneas para dejar un balón franco que Enric Gallego perfeccionó con un pase al espacio en el que el inglés, por fin, resolvió a su modo: un regate corto en un par de metros y un tiro inmediato con la pierna mala —¿pero tiene Shashoua una pierna mala?— para definir ante Roberto.

El 0-1 aceleró al Valladolid y estabilizó al Tenerife en lo suyo. Sacó la cabeza cada vez que le vino la ola violeta, tuvo la suerte de cara con un balón al larguero de Alcaraz (m.20) y un libre directo envenenado de Olaza (m.24) al que respondió Soriano con su mejor mano de la tarde y golpeó al mentón a la vuelta de la mejor fase de un Valladolid que no volvió a comprometer el éxito del Tenerife. Llegada la media hora, percutiendo de nuevo por la banda derecha, fabricaron los de Ramis el 0-2, una obra coral en la que participó medio equipo y dejó el balón a Míchel Soriano para que bailara sobre el balcón del área y rematara certero. El poste y Roberto hicieron el resto.   

Hubo más, pero menos que en la primera entrega, en el segundo acto. Pacheta movió fichas, quitó un central para doblar delantero con Sergio León, pero este y el resto de sus cambios no dio para descomponer al Tenerife. El Valladolid no puso a prueba a Soriano más que con tiros al muñeco y los blanquiazules gestionaron mejor el juego con balón, antes fiados a toda la presión que liberan con Corredera —parece acumular doscientos partidos en Segunda y no llega a la decena—, cuando no armando contras en las que pudieron llegar más goles, sobre todo con una definición complicada para Gallego (m.70). Y antes, por si fueran pocas muescas, con un triple remate en el área de Elady, Corredera y Rubén Díez (m.86) en el que lo inverosímil es que no acabase en el 0-3.

(0) REAL VALLADOLID: Roberto; Queirós, Kiko Olivas (Sergio León, m.46), El Yamiq (Javi Sánchez, m.22); Luis Pérez, Roque Mesa (Anuar, m.61), Alcaraz (Aguado, m.77), Lucas Olaza; Óscar Plano, Weissman y Toni Villa (Hugo Vallejo, m.60).

(2) CD TENERIFE: Soriano; Mellot (Apeh, m.79), Sipcic, Carlos Ruiz, Álex Muñoz; Mollejo (Rubén Díez, m.64), Míchel Herrero, Álex Corredera (Pablo Larrea, m.87), Shashoua (Sergio González, m.65); Elady y Enric Gallego (Moore, m.79).

GOLES: 0-1. Shashoua (m.12). 0-2. Roberto, en propia puerta (m.29).

ÁRBITRO: David Gálvez Rascón (Comité madrileño). Amonestó a El Yamiq (m. 4), Óscar Plano (m.44) y Javi Sánchez (m.68) y a los visitantes Shashoua (m.27), Míchel Herrero (m.27), Enric Gallego (m.68), Mollejo (m.84) y Sergio González (m.89).

INCIDENCIAS: Partido de la 5ª jornada de LaLiga SmartBank 21-22, jugado en el Estadio José Zorrilla. 13.699 espectadores, con aforo limitado por normativa sanitaria.