Desbocado en un final de campeonato en el que ha destapado, ya liberado de presiones, el tarro de sus esencias, al Tenerife le bastó con un gol para ningunear al Levante y discutirle por una tarde su rol de equipo ascensor. Mucho más que a ratos, jugaron los de Ramis como un aspirante a Primera sometiendo a un rival que metiendo miedo con la alineación defraudó: antes guardándose de no perder, luego, ya en desventaja, sin pegada para arreglar un resultado que casi le aboca a disputar el regreso a la élite por el camino largo.
El Tenerife acalló cualquier debate de barra de bar sobre la conveniencia de aflojarse para permitir una victoria granota que complicara el recorrido de la UD Las Palmas. A estas alturas del curso –con un mes de retraso– ha alcanzado un punto de forma que le tiene entre los peores rivales para cualquiera de esta Segunda inacabable que permite reenganches milagrosos de última ahora.
El del Tenerife por la sexta plaza, aún técnicamente posible, no pasa de un simple anhelo tras una tarde de sábado espléndida en todo lo que ofrece el fútbol, medible o no por la estadística. Fue mejor el cuadro de Ramis actitud, empuje, duelos ganados, dominio del ritmo o sentido de la anticipación. También en la pegada, porque teniendo casi media docena de ocasiones francas, hizo buena al menos una, de nuevo firmada por Enric Gallego, un dolor de muelas para Mustafi y Rober Pier –y para el silbado Álex Muñoz luego– a los que sometió el catalán a un suplicio de balones aéreos o al espacio.
Ramis solo varió un nombre en el once que le ha dado diez de los últimos doce puntos y le salió el cambio bordado. Juntó a Kike Salas con Sergio y se asimiló el chico de Morón de la Frontera con el mejor José Léon. Con el punto de físico que no tenía en su debut de febrero, añadió solvencia a la planta hasta una faena de dos orejas, sobresaliente en todos los quites –salvo en un despeje chafado (m.74) que Soldado enganchó a destiempo en la mejor del Levante para arreglar el problema en el que se había metido a voluntad–, amor de última hora de la parroquia este Kike Salas.
A la seguridad en la zaga añadió el Tenerife los complementos habituales de esta primavera eficaz que le amaneció cuando vació la enfermería y convino que no valía llorar más por la leche derramada de las ausencias. Al cabo, cada cual ha aceptado su rol. Garcés no marca, pero cuánto incordia; Romero se perfecciona arrancando desde la calle del 11, Waldo desde la opuesta; Corredera tanto batalla una vuelta desaforada para anular una contra en ventaja del rival como se presenta el primero para un apoyo en corto; Aitor (Sanz) no pierde el sitio y Gallego espera la suya buena que acabará dentro.
Y luego está Nacho, otro partido sobresaliente en el papel de asistente. Cada vez que se orienta y el lateral no llega a encimarle, nace un pase con sentido al área. Esta tarde, uno arrancando el encuentro (m.8) que Gallego enganchó para obligar a Femenías a un paradón en la línea y luego el definitivo del 1-0, una pelota mansa que el delantero peinó ante la media salida del portero.
Con una suma de once factores, el Tenerife sometió al Levante en todas las líneas. Acomodado en la presión alta o cuando dio un paso atrás, el problema del equipo de Calleja fue pensar que le daría con una arrancada de juego en conducción que no encontró por el flanco de Rober Ibáñez –ni asociado con Wesley y Cantero por dentro– o con una vuelta tomando descompensado al Tenerife.
En lo primero chocó con las anticipaciones de los centrales o Mellot –sobrado también para encararse son suerte con Femenías en una carrera de cuarenta metros (m.40)– y en lo otro no contó con la capacidad para regresar de Corredera y Gallego, enormes para recuperarla limpia cuando le brotaba una llegada en ventaja a la frontal. No tuvo más repertorio el Levante siendo que los balones divididos eran para el Tenerife y que jugando para los desmarques al espacio, Rober Pier y Mustafi se vieron sometidos repetidamente a las apariciones de Garcés y Gallego. Las segundas jugadas, además, eran propiedad de la segunda línea local.
Como en estos equipos que rebosan de primeros actores, los cambios de Calleja metieron un punto de miedo que duró nada. Aculado en treinta metros cuando se vio en ventaja, sufrió poco el Tenerife con la entrada al tiempo de Muñoz, Bouldini y Musonda, igual que después con la de Soldado, solo el remate citado que se fue el primer anillo de Herradura.
Ganó algo de dinámica el Levante, pero le metieron más miedo los locales cuando se vieron con balón rondando el área de Femenías, así un remate envenenado de Teto (m.80) que salvó el meta con una mano de mucho mérito. Y hasta el cierre, lo habitual cuando no se hace la tarea a tiempo. Un aluvión de acercamientos a la heroica y sin heroísmo, un querer y no poder de un aspirante al ascenso devenido rival mediocre para lo que pudo oponer, en lo que meditaba si que lo que tenía enfrente eran galgos o podencos.
(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sergio González (Sipcic, m.84), Kike Salas, Nacho (Aitor Buñuel, m.72); Iván Romero (Teto, m.59), Aitor Sanz, Alex Corredera, Waldo (Larrea, m.72); Borja Garcés (Mo Dauda, m.72) y Enric Gallego.
(0) LEVANTE UD: Femenías; Marc Pubill, Rober Pier (Alex Muñoz, m.59), Mustafi (Son, m.82), Sarachi; De Frutos, Pepelu, Iborra, Rober Ibáñez (Bouldini, m.59); Cantero (Musonda, m.59) y Wesley (Soldado, m.72).
GOL: 1-0, m.53: Enric Gallego.
ÁRBITRO: Rubén Ávalos Barrera (Comité Catalán). Amonestó a Iván Romero (m.21) y Nacho (m.45+1) y al visitante De Frutos (m.31)
INCIDENCIAS: Partido de la trigésimo novena jornada de LaLiga SmartBank disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 11.907 espectadores. Antes del comienzo se realizaron sendos homenajes en el interior y el exterior del estadio conmemorativos del trigésimo aniversario del fallecimiento del exjugador tinerfeñista Rommel Fernández.