El CD Tenerife se desconectó de la Liga, como suele, una vez obtenida la permanencia. A tres jornadas del cierre, tenía una buena oportunidad para regalarse un partido competitivo frente al Mallorca, ascendido un día antes por la derrota del Almería en Cartagena. Pero la decisión de Ramis con el once de salida condicionó el encuentro hasta generar una primera parte deplorable resumida en el gol de Mollejo en el minuto 42, ganando la espalda y el salto a Kakabadze con un remate inconcebible.
Luego, el técnico se vio obligado a lo evidente. Quitó a jugadores sin nivel en este tiempo para decirse de Segunda y entraron, entre otros, Aitor Sanz, una rara avis que hace bueno el tópico de que en este Tenerife siempre deberían jugar Aitor Sanz y diez más. Así fue, y ello permitió que el partido se igualara tras la pausa. Sin mayor efecto que el visual, porque Aitor activa a cualquiera que se le ponga al lado, domina el escalonamiento, recupera, abronca, presiona al árbitro, da oxígeno y hasta regala algún zapatazo con pólvora de gol. Si también rematara en el área, ni sería Aitor Sanz, ni jugaría de blanquiazul.
La decisión de Ramis dando la enésima oportunidad a Kakabadze, Alberto o Joselu —y apostando por Jacobo como si fuera prioritario que recuperase la forma sí o sí— se compadece poco con su advertencia previa de que daba “muchísima importancia” al partido de esta noche y a los dos que ahora quedan. O bien estaba seguro de que los que nunca explotaron lo harían justo hoy. Todo puede ser.
La realidad es que el lateral georgiano no dio la medida ni en la capacidad defensiva, a Alberto ya se le había ido la pierna con otra entrada innecesaria tan pronto como en el minuto 19 y el delantero de Cartaya anduvo en su versión del curso, aunque siempre podrá decirse que es que no lo cae una buena al pie. Poca excusa para el jugador mejor pagado de la plantilla.
La otra realidad abunda en la misteriosa gestión que en estos meses ha hecho Ramis de la segunda unidad de la plantilla, un grupo donde unos han tenido una oportunidad tras otra en lo que el entorno trataba de descubrir sus virtudes y otros están a dos fechas para concluir que no tuvieron la despedida que merecían, la opción de madurar que solo se alcanza jugando o ese primer partido —tal que Javi Alonso un día ya lejano frente al Zaragoza— que haga buena tantas y tantas convocatorias a la sombra de la grada. Camina el curso hacia su cierre y quedará para alguna reflexión de jubilado la necesaria explicación. Nada nuevo en el fútbol.
Frente al equipo que mejor maneja el balón en la Liga, que llega a marearte cuando se empeña en jugarla corta y en ganar espacios con su movilidad, el Tenerife poco pudo hacer. Tenía a suplentes que no compiten y perdido el medio juego, así que antes de que Mollejo abriera la herida, sobrevivió en el minuto 29 con una mano esplendida de Serantes —fue lo único notable el debut del portero, que en la continuación evitó el 0-2 con otra respuesta prodigioso a un tiro de Mboula— y una conducción eléctrica de Vada que resolvió Shashoua (m.30) con un tiro con arco que no cogió puerta.
La vuelta del vestuario no agrandó la hemorragia y, al menos, devolvió una imagen más previsible del Tenerife. Tuvo más posesión y más criterio con Aitor Sanz y cayó por el área de Parera con más frecuencia y la misma esterilidad que le impidió cambiar de rol cuando salió de pobre en la clasificación. Tuvo dos claras Fran Sol, tuvo otra franca Vada, como Álex Muñoz, pero acabó por ser lo más peligroso un tiro lejano de Aitor (m.69) que obligó al portero cuando el balón llegaba a la escuadra.
Después, el partido caminó hacia un agujero negro. García Plaza metió titulares —porque el Mallorca se había manejado hasta entonces con nueve suplentes— y al Tenerife se le acabó el crédito y la gasolina. Cuando debió ser competitivo le falló el reparto de actores y cuando pudo serlo se topó con el rival que le bailó en la primera vuelta y hoy se limitó —que no es poco— a guardarse el 0-1, puede que apuntando el objetivo añadido de discutirle el título al Espanyol.
(0) CD TENERIFE: Serantes; Kakabadze (Moore, m.46), Sipcic, Sergio, Álex Muñoz; Jacobo (Nono, m.37), Alberto (Aitor Sanz, m.46), Javi Alonso, Vada (Valera, m.75); Shashoua y Joselu (Fran Sol, m.58).
(1) RCD MALLORCA: Parera; Sastre, Sedlar, Russo, Brian Cufre; Baba, Ruiz de Galarreta (Marc Cardona, m.66); Mboula (Antonio Sánchez, m.77), Aleix Febas (Dani Rodríguez, m.82), Mollejo (Lago Junior, m.77); y Trajkovski (Murilo, m.66).
ÁRBITRO: Rubén Ávalos Barrera (Comité catalán). Amonestó a Kakabadze (m.12), Alberto (m.19), Vada (m.66), Álex Muñoz (m.79) y Shashoua (m.90) y a los visitantes Mboula (m.39) y Baba (m.66).
GOL: 0-1, Mollejo (m.42).
INCIDENCIAS: Partido de la 40ª jornada de LaLiga SmartBank 20-21, jugado a puerta cerrada en el estadio Heliodoro Rodríguez López.