Tuvo que ser en la visita al líder que el Tenerife recuperase la atención a los detalles para ganar fuera por primera vez en el curso y, de paso, frenar una racha de tres derrotas seguidas que le hizo cuestionarse todo. El gol de Elady en el último sexto del partido –en realidad, el penúltimo después de una prolongación inverosímil de un cuarto de hora– hizo justicia al jugador y al trabajo coral del grupo de Ramis, a la altura de la exigencia de una tarde a una sola carta.
Mejor puesto en el campo, juntitas las líneas como casi nunca en las últimas semanas, aplicado por igual en el once con novedades que dispuso –Sergio por León, Javi Alonso y José Ángel en el doble pivote, Romero tirado a la banda izquierda y Garcés y Gallego como dupla ofensiva–, el Tenerife se pareció por fin al que caminó seguro hacia la promoción. Y sin errores gruesos, le bastó con el penalti aprovechado por Elady para cerrar feliz un partido interminable.
Enfrente, al Burgos primero se le atragantó la intensidad del Tenerife, luego le aportaron los cambios nada que mejorase a su trío de atacantes y con el gol en contra y veintipico minutos para igualar el resultado se diluyó en un ejercicio estéril de pelotas al área y solo un remate (una volea en el 90+12 de Grego) a las manos de Soriano. Al cabo, sufrieron el mismo vértigo que padecieron los blanquiazules en las estaciones trascendentales el curso anterior.
Sirviéndole todo al Tenerife para apuntalar los puntos en El Plantío, puede que el primer tercio que se marcó este sábado fuera el mejor estímulo para manejarse con más solvencia cuando el Burgos dio un paso adelante y quiso quitarle la posesión. La media hora de salida le devolvió la confianza para atender los duelos, escalonarse y jugar vertical y con sentido cuando Mellot se encontró con metros por su flanco para conducirla a la caída al desmarque al espacio de Borja Garcés o Iván Romero.
Romero hizo un partido enorme de esfuerzos sin el premio del gol. Parece uno de sus jugadores que no le hacen ascos a jugar donde sea. Hoy lo hizo como medio de banda –ahora que cotizan poco los extremos o los interiores– y tanto trató de asociarse arriba como de tapar las apariciones por su banda de Curro o Álex Bermejo, únicas bazas para la imaginación del Burgos.
Empujando, empujando, al Tenerife le florecieron hasta cuatro situaciones francas antes de la pausa. Un tiro de Javi Alonso en una segunda jugada (m.11) que repitió en el segundo acto (,m.73), pero no cogió puerta pese a que le venía limpia para empalarla, un cabezazo de Garcés (m.24) que parecía mejor orientado para Gallego, un remate de Mellot con la pierna mala (m.26) tras adornarse con un requiebro dentro del área y otro de Gallego en el 35.
Y a cambio, el Burgos vivió sobre un suelo yermo. Antes esperó en su campo al Tenerife y luego fue a buscarlo con las líneas campo arriba, siempre fiado a la ebullición de una conexión de Curro o Bermejo con Valcarce que no llegó. Cuando trataron de adornarse corrigió cualquier rival que pasaba por allí. Y en el único error, Sipcic salió de la cueva para hacer una falta lateral que no tuvo consecuencias.
Calero trató de agitar a su equipo consumido un cuarto de hora de la segunda entrega, pero su triple relevo ni alteró el guion ni la escena –solo un disparo de Borja (m.62) fácil para Soriano– y eso que el Tenerife dio un paso atrás, ahora con más fundamento y menos riesgo que los conocidos, porque no perdió la atención en las pugnas o en las marcas, que tanto le penalizó otras veces. En eso le vino muy bien la entrada de Elady –luego definitivo–, más eficaz que Teto corrigiendo la posición o ensuciando las limitadas conducciones del rival.
Elady fue una suerte de secundario que un rato roló a actor protagonista. Tiró de los suyos arriba y encontró petróleo tras encarar Mellot a Borja cerca de la línea de puerta, que cortó su pase con las manos. El árbitro no entendió punible la acción, pero el VAR le advirtió para que se lo pensara dos veces. Después de tres minutos de dudas, concedió la pena máxima y allá se fue Elady para acabar con la imbatibilidad de Caro.
En otro partido, al Tenerife le hubiera dado con quince minutos más para amañarse una defensa ordenadita y aguantar los puntos, pero Gálvez Rascón –inexplicablemente– casi dobló el acto final, que pudo ser trágico y lució solvente para los blanquiazules.
Solo desafinó del último coro Nacho. Doblado como lateral por delante de Mellot cuando entró por un Romero exhausto, quiso ser un delantero más y anduvo entre la fatalidad –concediendo por su flanco por la querencia a llegar tarde y tapar peor– y la gloria –casi un robo a Caro en medio campo y luego otra recuperación (m.90+14) con el portero superado que negoció a destiempo para un remate por fuera de Enric Gallego llegando en carrera–, todo fruto de un despropósito táctico que le mantendrá en el banquillo, es un suponer, otra temporadita.
(0) BURGOS CF: Caro; Borja, Aitor Córdoba, Grego (Juan Hernández, m.80), Matos; Atienza (Navarro, m.60), Elguezabal, Miki Muñoz (Saúl Berjón, m.84); Álex Bermejo (Gaspar, m.60), Valcarce (Mourad, m.60) y Curro.
(1) CD TENERIFE: Soriano; Aitor Buñuel, Sipcic, Sergio González, Mellot; Teto (Elady, m.61), Javi Alonso, José Ángel, Iván Romero (José León, m.89); Borja Garcés (Nacho, m.84) y Enric Gallego.
GOL: 0-1, m.79: Elady, de penalti.
ÁRBITRO: David Gálvez Rascón (Comité Madrileño). Expulsó a Borja Garcés en el banquillo (m.90+2). Amonestó a Grego (m.3), Mourad (m.82) y Caro (m.88) y a los visitantes José Ángel (m.49), Iván Romero (m.82), Enric Gallego (m.83) y Sergio González (m.88).
INCIDENCIAS: Partido de la décimo quinta jornada de LaLiga SmartBank 22-23 disputado en el estadio de El Plantío ante 9.874 espectadores, de ellos unos 200 seguidores del CD Tenerife.