Desde muy joven tuvo que hacer las maletas para cumplir su sueño. Aunque hoy saborea las miles del éxito, Maikel Mesa (La Laguna, Tenerife, 1991) se planteó dejarlo todo para volver a casa por motivos personales, pero con el aliento de su familia, el lagunero siguió adelante.
Osasuna, Rácing de Ferrol, Miranda de Ebro y el Nástic de Tarragona fueron sus equipos antes de recalar en la Unión Deportiva en 2018. Aunque antes tuvo también un breve paso por el Guijuelo. Su meta era estar cerca de casa. Y lo consiguió. Y, aunque el 2019 ha sido un año “complejo”, a nivel de enseñanza “ha sido muy bueno”. El tinerfeño, que está volviendo a disfrutar del fútbol tras una operación, se deshace en elogios hacia el club que le ha traído a Canarias:
“Para mí Las Palmas lo es todo. Llevaba mucho tiempo fuera de casa y tenía ganas de estar más cerca. Cada vez que puedo lo digo, le estoy muy agradecido a la Unión Deportiva; para mí es muy especial estar aquí”.
“Incluso, mi madre alguna vez me dice: '¿Otra vez por aquí?' [risas]. Para ella es una felicidad tremenda que yo esté tan cerca. Soy muy familiar. Tengo dos sobrinos que les encanta el fútbol; ellos me dicen que soy su ídolo, pero mis ídolos son ellos”.
“Las experiencias y las cosas que he vivido me han hecho ser una persona más madura. Sé lo que es estar lejos de la familia y sé lo que es estar solo, así que eso me ha hecho ser más responsable. Como persona sigo siendo el mismo que cuando jugaba en el Laguna”.
“Siempre que marco un gol miro al cielo para dedicárselo a allegados muy especiales que ya no están aquí. Entre ellos está mi padre; todos mis goles siempre van para él”.
Empezó dando sus primeros pasos en el CD Arenas de La Laguna, un club que estaba cerca de su casa: “Me llevaba una vecina, ya que mis vecinos también iban. Nos metíamos todos en el coche para ir a jugar. El fútbol era nuestra pasión”.
Maikel comenzó jugando de delantero. En benjamines lo fichó el CD Tenerife y en cadetes recaló en el Laguna donde coincidió con otros futbolistas tinerfeños como Omar Mascarell y Carlos Gutiérrez: “Ganamos algunos campeonatos, fueron buenas temporadas”.
Los años en el Laguna no pasaron desapercibidos para nadie y ahí el Real Madrid puso sus ojos en él: “Me fui muy joven al Guijuelo cedido tras firmar con el Real Madrid, que tenía un convenio con el Laguna. La situación fue difícil para mí y decidí volver a Tenerife”.
A pesar de que fueron unos meses difíciles, se cruzó Osasuna en su camino: “Me marché a Pamplona y pasé de Tercera y de jugar en el Francisco Peraza a que me entrara Mendilíbar y a debutar contra el Real Madrid”.
La realidad superó lo que siempre había imaginado. Pero su ilusión también era jugar con un equipo casa y la Unión Deportiva le concedió el deseo: “Las Palmas ha supuesto un paso importante en mi carrera. Ahora mi sueño es jugar con la UD en Primera y que seamos un equipo importante, afianzarnos en la máxima categoría y yo ser parte de esa plantilla”.
En 2019 tuvo que pasar por quirófano por primera vez. Lo intervinieron de una hernia discal y ya sus molestias en la espalda han desaparecido. Para el 2020, Maikel tiene claro qué deseo le gustaría cumplir: “A nivel particular y familiar pido salud para todos. A nivel deportivo ojalá consigamos el ascenso. Ojalá que podamos conseguirlo a final de temporada”.
Pedro González (Tegueste, Tenerife, 2002) en tres meses ha pasado de jugar en el Juvenil de Las Palmas a ser titular indiscutible en el primer equipo con apenas 17 años. Primero encandiló a Pepe Mel, que no dudó en hacerlo debutar con los mayores, y después a los dirigentes del FC Barcelona, que ficharon al tinerfeño como una apuesta de futuro. Así se forja la historia de Tedri', un diamante en bruto que está llamado a ser un jugador importante en el fútbol español.
Desde que nació, el FC Barcelona ya se había cruzado en su camino. Su abuelo fue el creador de la Peña Barcelonistas de Tenerife en 2004 y su legado lo ha seguido su padre, que es el actual presidente. En Tegueste hay un rincón plagado de recuerdos blaugranas y, entre ellos, aparece el pequeño Pedri que, sin saberlo, ya estaba creando su propia historia.
“Siempre de pequeño iba allí con mi padre a ver todos los partidos del Barcelona, ojalá que algún día pueda yo jugar en el BaNa y que ellos me vean por la tele desde la peña. En el local hay un montón de fotos de la gente que ha ido a ver los partidos al Camp Nou. Yo también estoy en algunas de esas fotos”.
En 2010 Joan Laporta visitó la peña con las copas del famoso triplete. Tres trofeos que durmieron en la casa de Pedri, que apenas tenía ocho años. El sueño de un niño, sentado en la grada del Camp Nou viendo a su ídolo Andrés Iniesta, se hizo realidad.
Y es que, tras su irrupción en Las Palmas, el equipo catalán llamó a su puerta: “Mi sueño siempre ha sido poder jugar en el BaNa y llevar el número ocho. Cuando me dijeron que me querían fichar me quedé como loco. Mi madre se echó a llorar y mi padre me dijo que no se lo creía, que esto era un sueño”.
Hace dos temporadas cambió los colores del Juventud Laguna para vestir de amarillo. Con la ilusión de un niño se marchó solo a Gran Canaria, pero lo que no sabía es que su sueño de ser futbolista iba a estar muy cerca:
“Todo lo que me ha pasado se lo debo a la Unión Deportiva y a Pepe Mel. No es fácil apostar por un niño de 16 años y él lo hizo; se merece todo lo mejor. Sin el míster no hubiera llegado al mundo profesional tan rápido”.
A pesar de que está en edad de crecimiento, a Pedri no le ha impuesto la categoría de plata y sabe cómo explotar sus virtudes: “Yo no le voy a meter el cuerpo a nadie de Segunda porque si no me tumban, así que intento esquivar a los rivales con el balón y así puedo hacer mi fútbol”. Además, tiene claro que la parte académica es importante: “Me estoy sacando primero de bachillerato a distancia. Tengo claro que quiero estudiar una carrera”.
Y, aunque los contratos económicos elevados forman parte del fútbol, Pedri deja claro cuáles son sus valores: “Lo importante es ser natural. Yo sigo bajando con el balón a la cancha que está al lado de la Casa Amarilla, todo me lo he tomado con naturalidad. Lo que me gustaría algún día es poder ayudar a mi familia con todo lo que ellos quieran, se lo merecen por cómo me han cuidado. También intentaría que a mi hermano no le faltara de nada. Mi familia lo es todo para mí, cuando marco siempre me beso la muñeca para dedicarle los goles a mi abuela”.
“Por todo lo que me ha pasado en el 2019, al 2020 no puedo pedirle nada más. Solo deseo poder seguir mejorando como jugador y seguir disfrutando como hasta ahora”.
Ahora, que se dedica al fútbol profesional, Pedri recuerda una anécdota: “Cuando era pequeño, una profesora de Educación Física le dijo a mi padre que me apuntara a tenis porque me veía condiciones, pero yo tenía claro que solo quería jugar a fútbol”.
Kirian Rodríguez (Candelaria, Tenerife, 1996), el estudiante de Ingeniería en Organización Industrial, ha tenido que aparcar los estudios para cumplir un deseo: ser futbolista profesional. Una llamada en verano lo cambió todo:
“A todos los canteranos que subimos al primer equipo nos dijeron en pretemporada que teníamos que pasar por las oficinas del club para hablar con el director deportivo. Nada más llegar nos dijeron que teníamos que hacer el cambio de contrato y de ficha porque íbamos a pasar a formar parte de la primera plantilla. Sobre la marcha fui a entrenar y no pude llegar a ese punto de emoción, pero cuando llegué a casa lo pensé y dije: uf, madre mía”.
El menor de dos hermanos recuerda cómo le comunicó a su familia que había sido uno de los canteranos elegidos para dar el salto al primer equipo: “Cuando salgo de la Ciudad Deportiva siempre llamo a mis padres a ver qué tal les va el día. Ese día estaban los dos juntos trabajando y se los pude comunicar a los dos a la vez. Se alegraron mucho, me dijeron que ahora era el momento de apretar aún más los dientes y de trabajar más todavía”.
Kirian, que sabía que era ahora o nunca, ha trabajado incansablemente para ser lo que es a día de hoy: “Si no me tocaba subir este año al primer equipo sí pensaba que tenía que tocar mucho la segunda B para demostrar que tenía nivel para tener una oportunidad más adelante en Segunda División”.
De recogepelotas en el Heliodoro a triunfar en la casa del eterno rival: “Tomé la decisión de irme a Las Palmas, elegí ese camino y salió bien. Cuando estuve en el Tenerife, en infantil preguntaron que quién quería ser recogepelotas y como mis padres siempre iban al estadio, yo lo elegí y así veía los partidos más cerca”.
“Mi familia es muy futbolera, de pequeño veía a los futbolistas y pensaba que ojalá algún día pudiera ser como ellos. Empecé con cuatro años a jugar, pero a esa edad no me podían hacer ficha. Con cinco entré en el Candelaria, a los n me fui al Tenerife hasta los 16. También estuve en el Ofra y de ahí me marché a Las Palmas”.
“Al 2020 pido que sea tan bueno como el 2019, me conformo con eso. Además, tengo la broma de que elegí el número 20 porque el año que entra es el 2020. Así que espero que tengamos suerte”.
Tres niños que soñaban ser futbolistas han creado una gran amistad gracias a la Unión Deportiva: “Siempre ha habido rivalidad sana entre tinerfeños y grancanarios, pero yo estoy muy feliz en Las Palmas”, dijo Pedri. Además, Kirian añadió: “Cuando Maikel se enteró en verano de que yo también soy chicharrero, ya fui uno más con él”. El lagunero, que es el veterano de los tres en el equipo, reflejó la buena sintonía y la gran amistad que han hecho: “Kirian y Pedri son muy buena gente; nos llevamos muy bien. El niño -Pedri- me dijo en verano que iba a estar con el filial y míralo ahora”, finalizó entre risas.
Y es que lo sueños, a veces, se hacen