El australiano Robby McEwen, del Predictor, demostró que es el hombre más rápido del pelotón del Tour de Francia al lograr al sprint la primera victoria en línea y después de que a unos quince kilómetros de la llegada una caída le alejara de los primeros puestos de la carrera.
El experimentado llegador, de 35 años, apuntó en la ciudad británica de Canterbury su duodécima victoria en la ronda francesa, una de las más épicas visto como se le habían puesto las cosas cuando perdía una veintena de segundos sobre el pelotón a falta de cuatro kilómetros para el final.
Su fe en la victoria y su fuerza superior le bastaron para recuperar el tiempo perdido, colocarse en posición de victoria y sacar un puñado de centímetros al noruego Thor Hushvod y al belga Tom Bonen en un cerrado sprint que se desarrolló con una ligera pendiente ascendente con la que se coronaban los 203 kilómetros de etapa.
La concentración en la meta y en la victoria atenuaron el dolor en la mano por el golpe sufrido, que el propio ciclista dijo que puede dejarle fuera del resto del Tour.
El otro protagonista de la jornada fue el británico David Millar, del Saunier Duval, que estuvo casi 150 kilómetros fugado y que acumuló en los sprint intermedios segundos suficientes de bonificación para asaltar la tercera posición provisional de la general, tras el suizo Fabian Cancellara, del CSC, que mantuvo el liderazgo logrado en Londres, y el alemán Andreas Kloden, del Astana.
El Tour de Francia regaló el primer perfil diseñado para los esprinters tras abandonar las monumentales calles londinenses en las que los ciclistas se hicieron la protocolaria foto sobre el más famoso de los puentes que cruza el Támesis y escucharon La Marsellesa y Dios salve a la Reina, antes de afrontar la campiña británica jalonada de tramos de estrechas carreteras y de otros con amplias autopistas.
Fuga de Millar
La carrera estuvo marcada por la osadía de Millar, que no quiso abandonar su tierra sin dejarse ver por sus compatriotas y comenzó las hostilidades a los pocos kilómetros del inicio con una aventura que parecía abocada al suicidio a poco que los equipos con llegadores apostaran por la victoria.
En solitario durante casi 50 kilómetros y acompañado en otro centenar, en una iniciativa que el propio director deportivo del Saunier Duval, Mauro Gianetti, calificó de “personal”, el escocés, de 30 años, dejó claro que sigue siendo el capo de los británicos del ciclismo pese a todos los avatares que ha sufrido.
Su aventura no llegó a buen puerto, pero sumó doce segundos de bonificación que le colocan en la tercera posición de la general, tras la relativa decepción del prólogo de la víspera en el que sólo pudo ser decimotercero.
Millar vio cómo otros cuatro ciclistas se unían a su aventura en el kilómetro 48: los franceses Stéphane Auge, de Cofidis, y Freddy Bichot, de Agritubel; el bielorruso Aleksandr Kuschynski y el ucraniano Andriy Grivko, del Milram.
El grupo de cinco se coordinó bien durante buena parte del recorrido, aunque fue Millar quien más se dejó ver en la parte delantera del grupo, que llegó a contar con algo más de siete minutos sobre el pelotón.
Fue el CSC de Cancellara el que tomó la iniciativa de reducir las distancias para conservar el jersey amarillo del helvético y la renta de los fugados comenzó a esfumarse.
Millar y Grivko tiraron la toalla mientras que entre los otros tres la colaboración dejó paso a constantes ataques en busca de una aventura en solitario que el pelotón no parecía tolerar.
Trabajo para los esprinters
Los equipos de esprinters, poco a poco, se fueron uniendo en el trabajo de persecución de los fugados, que vieron como su renta iba desapareciendo a medida que avanzaban los kilómetros. Algunos elementos del Quick Steep de Boonen y del Crédit Agricole de Thor Hushovd, aumentaron el ritmo del pelotón.
Pero fueron los ciclistas del Saunier Duval de Francisco Ventoso los que más decididamente se aplicaron en el trabajo de reducir la renta de los tres fugados.
El veterano Augé, de 32 años, fue el que más persistió en el esfuerzo y se marchó sólo en el ascenso del puerto de Farthing Common, la última de las tres dificultades montañosas de cuarta categoría del día, que el francés coronó el cabeza, lo que le valió empatar con Millar en el liderazgo de la montaña del Tour, cuyo maillot vestirá el británico porque ocupa un mejor puesto en la general.
Fue su último ramalazo aventurero del francés antes de sucumbir al hambre de victoria de las formaciones con sprinters, que comenzaron a tomar posiciones en las estrechas carreteras que conducían a Canterbury y en la que la cabeza del pelotón se cotizaba a precio de oro.
Las peores consecuencias de la pelea fueron para McEwen y el alemán Erik Zabel, a los que una caída cortó del pelotón principal, les relegó un puñado de segundos y les privó de los puestos de privilegio que abren la puerta del sprint.
Al menos eso parecía creer el Quick Step, que se obstinó en mantener esa diferencia con dos potenciales rivales de Boonen.
Pero el grupo del australiano tuvo tiempo de reaccionar, entrar en el pelotón y colocarse en la zona de ataque, donde se mostró implacable y no dio opciones a ninguno de sus rivales.
Fue el más rápido y se adjudicó la primera etapa de los llegadores a la espera de que el pelotón llegue este lunes a la localidad belga de Gante tras 168,5 kilómetros planos que se iniciarán en Dunkerque y que auguran otra meta agrupada en el país de Tom Bonen.