Si la honradez de un futbolista se determina dentro de un terreno de juego, la medida real en integridad y honestidad de Marcos Márquez es la de un gigante. Un titán más allá de su cifra de goles. Desde su incorporación a la Unión Deportiva Las Palmas, en verano de 2005, acumula 51 tantos en liga, un número en clave que define un nivel extraordinario de eficacia. Pero su puntería parece un dato secundario ante el valor de un jugador capaz de guiar, como un faro imponente clavado en la línea de vanguardia, a todo un equipo con valores esenciales del fútbol: entrega, solidaridad, hambre, brega, fidelidad y determinación.
En los casi 60 años de historia que ha levantado la UD Las Palmas desde su acta fundacional, el equipo amarillo habrá presumido de contar en sus filas con delanteros más eficaces en el arte de golear, más técnicos y más letales en el área rival o más carismáticos fuera de un campo de fútbol que Marcos Márquez, pero pocos han sido tan rentables y tan buenos como el atacante sevillano. Es más, su expediente durante sus tres primeras campañas en la entidad debería marcar la conducta a seguir para cualquier futbolista dispuesto a enrolarse en el conjunto grancanario.
Márquez ha podido jugar mejor o peor, se ha mostrado más o menos acertado, ha combinado buenas y malas rachas, habrá caído en gracia o desgracia para los aficionados, pero no se le ha podido discutir. Jamás. Su implicación con el proyecto ha sido incuestionable siempre. Y por encima de sus goles, sobre los trofeos alzados como el mejor artillero, quedará como bagaje su consagración a un proyecto de dimensiones inmensas desde su gestación: llevar a la UD Las Palmas desde Segunda B a Primera división.
Un gol suyo contra el Linares encarriló la última fuga de Segunda B. Su puntería en la temporada 2006/2007 evitó, en buena parte, otro talegazo a ese funesto pozo. Hace poco más de un año desestimó estupendas [y capciosas] ofertas económicas para continuar en la UD Las Palmas. En la campaña anterior formó, junto a Adrián Colunga, una de las mejores delanteras de Segunda división. Y en este curso, en poco más de una semana de competición, ha dejado bien claro que es un valor seguro.
Marca goles de todos los colores. Se faja contra todos los defensas de la categoría y casi siempre resulta vencedor. Su sola presencia en el campo implica peligro para el adversario. Y está implicado con la causa. ¿Alguien da más? ¿Alguien cambiaría a Marcos Márquez por cualquier delantero de Segunda división? Yo no lo haría, porque Marcos Márquez es un gigante que juega para la Unión Deportiva Las Palmas. Que sean otros 51 goles más condimentados con todo, que no es poco, lo bueno que aporta. Todo un lujo.
PD- De todos los tantos que Márquez ha anotado con la UD Las Palmas algunos me han rescatado de un ataque de nervios, otros me han liberado del sopor, otros [como el penalti anotado ante el Rayo Vallecano, el remate al Linares o el último empate ante el CD Tenerife] me han llevado al éxtasis, pero de todos, de los 51 goles marcados en Liga, elijo uno ante el Castellón como su obra más sublime.