En 1999, tras encajar una soberana goleada ante el CD Ourense en O Couto (4-1) y destaparse un motín liderado por Vinny Samways y Nenad Bjelica en el vestuario, Paco Castellano era despedido como entrenador de la UD Las Palmas y relevado en el cargo por el ya fallecido Juan Antonio Quintana Nieves. Aquella salida, deshonrosa, generó un borrón en la hoja de servicios hasta ese momento impecable de un hombre que forma parte de la historia, como protagonista principal de su mejor etapa, de la entidad amarilla.
Diez años después del aquel lamentable capítulo [memorable fue la bronca que montó Samways cuando supo que iba a jugar escorado a la banda izquierda y Paquito Ortiz fue requerido por el propio técnico para que tradujera los exabruptos del centrocampista inglés], Paco Castellano regresa al rescate de la UD Las Palmas. Y no es la primera vez que le toca ejercer de bombero en medio de un incendio que amenaza con devorar al club de Pío XII.
Como futbolista, formó parte de la época más exitosa de la Unión Deportiva. Debutó con el primer equipo amarillo en 1964 y se retiró en 1978. Durante esos 14 años, disputó más de 400 partidos oficiales con el conjunto grancanario [con el que fue subcampeón de Liga y Copa y con el que jugó la Copa de la UEFA] y llegó a ser internacional absoluto con España. Su nombre, junto al de figuras como Germán Dévora, Guedes, Tonono, León o Martín Marrero forman parte de la leyenda de Las Palmas.
Una vez retirado, en labores de entrenador, Castellano dirigió a Las Palmas Atlético y en 1994, tras la destitución de Marco Antonio Boronat, fue designado como técnico de una UD Las Palmas que deambulaba, por tercer curso consecutivo, en Segunda B. Bajo su dirección, el equipo amarillo enderezó el rumbo en la liga, firmó una hazaña notable en la Copa del Rey tras eliminar, en la tanda de penaltis, al CD Tenerife en el Heliodoro Rodríguez López y se coló en la fase de ascenso a Segunda división.
Una derrota en Jaén (1995), durante el tercer asalto consecutivo a una liguilla de ascenso, provocó que Paco Castellano fuera destituido y relevado en el cargo por Iñaki Sáez, que tampoco fue capaz de ascender a un equipo que, un año después y de la mano de Pacuco Rosales, si logró subir a Segunda división.
Sustituto de Ángel Cappa
En 1997, la temporada del regreso de la UD Las Palmas a Segunda, Paco Castellano fue reclutado de nuevo por la UD Las Palmas para solventar otra situación de crisis. En la cuneta ya habían quedado dos entrenadores [Pacuco Rosales y Ángel Cappa] y el equipo necesitaba un revulsivo para no volver a caer a Segunda B.
Castellano aceptó el reto y cumplió con solvencia. La UD Las Palmas salvó la categoría con cierta facilidad, alcanzó las semifinales de la Copa del Rey [tras eliminar a Valencia y Espanyol y caer ante el FC Barcelona de Ronaldo] e hizo debutar en el primer equipo amarillo a un buen número de futbolistas de la cantera.
Pese a sus buenos registros, el consejo de administración de la UD Las Palmas [en aquel momento controlado por Gerencia Deportiva] no le ofreció la renovación y eligió para el cargo a Mariano García Remón, quien se quedó a un paso del ascenso a Primera división tras caer en la promoción ante el Real Oviedo.
En verano de 1998, García Remón rechazó una oferta de renovación para entrenar a la UD Las Palmas y fue entonces cuando la directiva, presidida por Ángel Luis Tadeo, optó por apostar desde el inicio de una campaña por Paco Castellano como entrenador.
La UD Las Palmas se mantuvo siempre entre los primeros clasificados de Segunda división, pero un empate en el Estadio Insular ante el Málaga [rival directo y equipo que al final logró el ascenso] frenó las aspiraciones del equipo amarillo, que entró en barrena y que prácticamente se quedó sin opciones de dar el salto de categoría tras aquella derrota en O Couto ante el CD Ourense.
Ahora, a punto de cumplir 65 años y con José Manuel León al lado, Paco Castellano vuelve a la UD Las Palmas en una situación de crisis. A él le toca liderar el último arreón de un equipo que busca la permanencia en la Liga Adelante. La aventura, siempre la penúltima, le servirá de desquite para borrar los recuerdos aquella fatídica tarde en Ourense.