La Unión Deportiva Las Palmas y el Real Zaragoza se reencontrarán este sábado, en el Estadio de Gran Canaria (19.00 horas), tras cinco años sin medirse en un terreno de juego. Equipos, los dos, habituados a pelear en Primera división, donde han coincidido en 14 temporadas, su último enfrentamiento en la máxima categoría estuvo marcado por un error. Un desacierto fatal, sobre todo, para los intereses amarillos. Fue el 6 de abril de 2003, en el Estadio Insular, corría la jornada 33 de Liga y los dos conjuntos se batían por lograr la permanencia. Con empate a uno -en los últimos minutos del duelo- Tomás Olías falló un penalti. Un descuido que, al final, fue letal para la UD que, junto al propio Zaragoza, acabó descendiendo a Segunda división cinco semanas después.
Jorge Larena, único futbolista de aquel envite que podría repetir presencia, adelantó a la UD Las Palmas. Lo hizo al transformar un penalti que el portero Lainez cometió sobre él mismo. Poco después, Juanele -abucheado constantemente por su militancia en el CD Tenerife- batió a Orlando Quintana. No parecía que fuera a suceder más en aquel partido, marcado por la tensión y el miedo al descenso que atenazó a los dos equipos. Justo hasta que Edu Alonso se lanzó al ataque por la banda derecha, se internó en el área del Zaragoza y Rebosio le derribó. Penalti y oportunidad para el conjunto grancanario para sumar 40 puntos y acariciar la permanencia.
Sustituido poco antes de la señalización de la pena máxima, Jorge Larena ya estaba en el banquillo. Y sobre el terreno de juego, en el bando amarillo, nadie levantó la mano para ejecutar el penalti. Algunos, incluso, se borraron ante semejante responsabilidad. El desasoiego era tal que en el Estadio Insular, abarrotado, el silencio aplastaba. Tras instantes de incertidumbre, Tomás Olías arrancó desde la cueva, cruzó el campo, encaró la portería de la grada Naciente, atrapó la pelota y asumió la responsabilidad de tirar.
Sin ser un habitual en el arte del penalti, el central madrileño se lanzó a la piscina. Y no encontró agua. Mal ejecutada la pena máxima, Lainez atajó el disparo del defensa y la UD Las Palmas no volvió a levantar cabeza. Pese a tener el objetivo de la permanencia cerca, el equipo que entrenaba Fernando Vázquez no volvió a ganar un partido esa temporada. Empató con el Sevilla en el Sánchez Pizjuán (1-1) y con la Real Sociedad en Anoeta (1-1) y perdió en el Estadio Insular ante Rayo Vallecano (0-2) y CD Tenerife (0-1) y en su visita a Osasuna en Sadar (3-2).
Inercias antagónicas
Aquellos dos puntos, que se quedaron en el limbo, podrían haber salvado a la UD Las Palmas, que después estuvo a punto de caer en la desintegración total con dos descensos (a Segunda división y Segunda B) y una deuda acumulada de 70 millones de euros. El Zaragoza, que también bajó ese verano, recuperó rápidamente la categoría e, incluso, desde aquella cita en el viejo Estadio Insular hasta hoy ha sido capaz de ganar una Copa del Rey y de perder una final de la misma competición.
Este sábado, UD Las Palmas y Zaragoza se volverán a encontrar. Y la inercia ya no es la misma. La Unión Deportiva escapó de la desaparición y su rumbo es ascendente en todos y cada uno de sus estamentos. El Zaragoza, pese a la cercanía de su anterior batacazo, ha vuelto a repetir errores y ha vuelto a caer en Segunda A. Y con una plantilla de lujo -incluso para la Primera división- busca el camino de huída del pozo.
Una victoria ante el Zaragoza metería, de lleno, a la UD Las Palmas en el grupo señorial de la Liga Adelante. Cinco años después, y en pleno exorcismo de todo mal del pasado, a la Unión Deportiva le toca tomarse la revancha de aquella amarga noche de abril. Y apuntar alto.