Taph Savané es un profesional, un tipo muy competente que, con más o menos acierto, cuando sale a jugar a cualquier cancha con el Granca siempre protege y defiende los intereses de la causa. Se faja sin complejos ante tipos más grandes bajo los tableros, explota como pocos sus recursos sobre la pintura y, con mucho orgullo, mantiene en tensión a sus compañeros. Y siempre se puede confiar en él. Es, en definitiva, el gran capitán.
Este domingo, ante el Cajasol, cuando el reloj apuraba y la pelota quemaba, Savané puso al servicio del Granca ?una vez más? carácter y talento para liderar una victoria dura, sufrida y fatigosa (55-52). El pívot de Dakar, más allá de los 29 puntos de valoración que sumó (con 13 puntos anotados y 12 rebotes capturados), capitaneó el triunfo claretiano porque su figura se agigantó cuando el partido entró en la fase definitiva.
De los últimos 12 puntos que anotó el Gran Canaria 2014 (parcial 12-9, en los últimos siete minutos, que rompió el duelo), ocho llevaron el sello de Savané. Y si esa suma fue fundamental para los intereses amarillos, su palmeo para alcanzar el 53-49 fue, además de descomunal y rotundo, decisivo para derrotar a un Cajasol empequeñecido ante el ímpetu del jugador africano.
Savané (Dakar, 20 de agosto de 1978) no defrauda porque es honesto en el juego y generoso en la brega. De siempre. Así destacó primero con el Menorca, luego con el Tenerife y, desde hace ya casi seis años, con el Granca. Su progresión, primero, fue constante. Y ahora, sin bajar un punto de eficacia, destaca por su solidez y por su regularidad.
Es un hombre respetado entre sus compañeros, entre sus rivales, por los árbitros y en toda la Liga ACB. Es la imagen de la entidad claretiana en la competición. Es su jugador franquicia. Es el jefe.
De valores firmes, adquiridos ?más que probablemente? en el seno de una familia comprometida al máximo con Senegal y África (aderezados con un poco de disciplina castrense adquirida con los Marines en la Navy), Savané es, sin discusión, el elemento más profesional de un club donde ese adjetivo no abunda por exceso.
Con un Savané por estamento, dependencia, ramo, sección o división (de arriba a abajo) el Granca sería mejor y más fuerte.
PD- Y no me olvido de Josh Fisher y su rapidez de manos. El escolta, hombre de equipo, siempre suma. O, por lo menos, lo intenta. Sus recuperaciones ante Cajasol valieron tanto o más que cada una de las agotadoras canastas que la afición del Centro Insular celebró como una victoria.