Un golpe de platillos y el sonar de unas trompetas sorprendió a los más de diez mil espectadores que acudieron al Heliodoro el 11 de septiembre de 1960. Y tras los primeros acordes, por megafonía se pudo escuchar ese domingo, por vez primera, el himno del Tenerife: “Tenerife, adelante, nuestra noble tradición tienes que defender…”. Esta popular marcha, que va camino de cumplir los sesenta años, la compusieron Diego García Cabrera y Antonio González Santamaría, que casi un cuarto de siglo antes –en plena guerra civil y en el frente de Teruel– habían creado el grupo Los Huaracheros junto a Antonio Hernández Expósito. Hasta 1946, el conjunto mantuvo su formación como trío, pero ese año se incorporó como solista Mario García Pérez, lo que dio un nuevo empuje al conjunto, que adquirió fama en Canarias, en toda España y en muchas zonas de Latinoamérica.
En cualquier caso, desde aquel domingo de septiembre, la letra y la música calaron entre los aficionados. Tal vez porque el estreno vino acompañado de una victoria del gusto del seguidor blanquiazul: con mucho fútbol y más sufrimiento, en el último minuto y luchando contra el rival y contra el árbitro. Esa tarde, ante el Murcia, Heriberto Herrera alineó a: Santi; Colo, Arias, Álvaro; Padrón, Manolín Jiménez; Julito, Santos, José Juan, Vicedo y Domínguez. Pese a la buena imagen mostrada en un amistoso de pretemporada ante el FAR de Marruecos, saldado con goleada (4-0), el técnico paraguayo prefirió no alinear aún en partido oficial a Carlos Correa, uno de los fichajes estrella de aquel verano, internacional por Uruguay y considerado “el mejor central de América”. Sí jugó de inicio Enrique Vicedo, formado en el Barça y con un talento tan grande como su propensión a la indisciplina.
El partido ante el Murcia se torció a la media hora cuando el andaluz Vicente Ferrete, árbitro del encuentro, se inventó una falta cerca del área local que sacó Cortés y remató de espaldas el ariete Lax para batir a Santi. Dos minutos después empató el Tenerife al resolver Yeyo Santos un barullo en el área de Campillo. Y antes del descanso, el 'magnífico' Santos puso en ventaja a los blanquiazules en otra acción llena de empuje. En la segunda parte volvió a actuar el señor Ferrete. Primero, sancionando como falta un limpio despeje de Arias; y tras su ejecución, dejando que Lax se acomodara el balón con la mano para batir a Santi. A partir de ahí se multiplicó el portero del Murcia, “siendo inconcebible cómo un hombre de su peso podía desplegar tanta agilidad”. En tiempo de prolongación, Vicedo encontró “un hueco en un bosque de piernas” para batirle con un tiro suave y establecer el 3-2 definitivo.
Dificultades hubo muchas, pero el Tenerife hizo honor a su himno. No se rindió y siguió “adelante sin temor a la meta final”. Al acabar ese curso, la meta fue el primer ascenso a Primera División. Y desde entonces, no ha dejado de sonar ese himno en el Heliodoro, pese a la realización de algunas versiones más o menos modernas –desde el grupo 'Ni un pelo de tonto' a la realizada por la Orquesta Sinfónica de Tenerife– y con mayor o menor aceptación.
(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.