La ‘traición’ de Gabriel Jorge

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Gabriel Jorge Sosa (1916-2014) es un mito del Real Unión y del RDC Español. La historia también dice que militó durante tres temporadas en el Tenerife, pero apenas pudo alinearse con el equipo blanquiazul. ¿La razón? La guerra civil española, que le llevó al frente de Aranjuez (Madrid), donde pudo jugar al fútbol y adquirir aún mayor precisión. “El que tiraba la pelota fuera tenía que ir a buscarla y no era plan exponerse a campo abierto…”, recordaba en una entrevista. Acabada la contienda, Jorge regresó a la Isla y brilló como blanquiazul hasta que el técnico del Español, Patricio Caicedo, vino a ver a Semán y Quique. Y se llevó a los tres.

Semán no tardó en regresar a la Isla por culpa de la ‘morriña’ y de los primeros síntomas de una enfermedad que acabó con su vida con sólo 32 años, Quique firmó un buen curso antes de irse al Barça... y Gabriel Jorge fue el ídolo periquito durante casi una década y alcanzó la internacionalidad absoluta. Para el recuerdo queda la única coincidencia de los tres jugadores tinerfeños en la delantera españolista, con una goleada (4-1) al Celta en un Sarriá boquiabierto. Antes, tras dar sus primeras patadas a una pelota de trapo en las inmediaciones de El Chovito, Jorge se convirtió en figura del Real Unión, que en los años treinta competía de igual a igual con el Tenerife.

Luego, como líder del Unión, que durante la Segunda República perdió el título de Real, el mayor de los Jorge –que tendría dos hermanos, Manuel y Valentín, con los que llegó a coincidir en Primera División– formó parte aquel inolvidable equipo [González; Basilio, Elisandro; Mesa II, Cheché, Victoriano; Sosa, Jorge, Quico, Ramón Mesa y Peregrino] que se proclamó campeón insular en 1936 y participó en una eliminatoria de la Copa de España ante el Atlético Tetuán, cuyos dos partidos se jugaron en ciudades norteafricanas. Y en el mes de mayo disputó el que puede considerarse el primer partido nocturno jugado en el Stadium: un Tenerife-Unión.

Esa noche, “con la ayuda de 50.000 bujías que estaban desparramadas por todo el campo” y tras sortearse “un mantón de Manila, que correspondió a una señorita aún más bella que el mantón”, los blanquiazules se impusieron por 2-1. Eso sí, Gabriel Jorge tuvo el honor de inaugurar el marcador, por lo que le fue entregado un espectacular trofeo. Un par de meses después, ya con el país en guerra, fichó por el Tenerife. Y tras debutar con gol y victoria (3-0) ante el Iberia, el 25 de octubre de 1936 se enfrentó al Real Unión en el Stadium, donde los aficionados de El Cabo lo reciben al grito de “traidor, traidor”, pese a que el choque tenía carácter amistoso y benéfico.

Con precios de 2,50 pesetas en Preferencia, dos pesetas en grada de Sombra, 1,50 en General y de una peseta “para señoras y militares sin graduación”, el CD Tenerife, que ese domingo no pudo contar con Bernardino Semán, alineó a: Cayol; Ruperto, Matroyo; Nieto, Oché, Cubas; Martinica, Domingo, Peregrino, Gabriel Jorge y Quique. Al final, los blanquiazules se impondrían por 3-2 con goles de Domingo el Palmero (dos) y Nieto, mientras que Melito y Lete anotaron para los visitantes. Gabriel Jorge, afectado por el hostil recibimiento de la que había sido su hinchada, rindió muy por debajo de su nivel. Pese a ello, siempre se sintió unionista.

Durante sus tres años en el Tenerife, coincidentes todos con la guerra civil, Gabriel Jorge apenas jugó media docena de partidos ante el Real Unión y sólo le marcó un gol. Fue en el homenaje a Quico Tejera. No lo celebró.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.