Juega fácil, Aritz
La crisis ya está aquí. Como suele pasar en estos casos, los malos resultados han acabado por llamar al mal juego y ya tenemos a un Tenerife lleno de dudas que pierde y vuelve a perder. Y para bendición de ese entorno tóxico que se alimenta de la entidad, ya se ha abierto la veda para pedir cabezas. La que se reclama con insistencia es la de Aritz López Garai, el entrenador, aunque la meta final, ya se sabe, es conseguir la de Miguel Concepción, eterno objetivo de estas tribus de jibaros inasequibles al desaliento.
Y aunque López Garai no sea el objetivo final, sí creo que es la solución al problema porque también considero que es el principal responsable de la errática marcha deportiva del Tenerife 19-20. Porque la plantilla actual es mejorable, como todas, pero si soy honesto conmigo mismo y no me dejo guiar por razones personales –porque no soporto la prepotencia cercana al godismo que algunas veces exhibe Víctor Moreno– estoy obligado a decir que el director deportivo ha construido un plantel con talento y criterio.
Por una vez en muchos años, creo que el Tenerife tiene un proyecto. Y un proyecto ilusionante, formado por jugadores con más futuro que pasado, con hambre y estimo también que con carácter; y además, capaces de soportar la presión que supone jugar en un lugar tan especial como el Heliodoro, con el entorno tóxico que muchas veces rodea a la entidad. Así que el autor de este texto, aunque no le caiga especialmente bien, aprueba el trabajo de Moreno... y también el rendimiento global de los futbolistas en este inicio de curso.
Es verdad que el equipo ha hecho algún mal partido en el plano colectivo, con el desastre de Ponferrada a la cabeza, pero ha estado por encima del aprobado en casi todas sus citas. Y aquí se incluye el partido de Vallecas, donde el Tenerife no estuvo brillante, pero tampoco fue inferior a un favorito al ascenso como el Rayo y sólo perdió por dos errores puntuales en dos acciones a balón parado. Y esto nos lleva a una de las razones de la crisis: los (muchísimos) puntos perdidos por errores individuales de valor gol.
Y en estas acciones, más allá de debatir sobre la excesiva penalización que sufre el Tenerife tras cada mínimo error individual, sí creo que existe una culpabilidad compartida entre el autor del fallo y el entrenador, encargado no solo de trabajar –que lo hace– la estrategia ofensiva y defensiva, sino responsable también de haber creado unas dudas en la plantilla por culpa de una gestión de grupo quizás correcta desde el punto de vista del técnico, obligado a mirar a medio y largo plazo, pero no de unos futbolistas que viven del presente.
Y es que por ahí, por la gestión del grupo y de la plantilla, creo que ha llegado la primera crisis del Tenerife 19-20. Con buen criterio, o al menos con buen criterio de entrenador, López Garai ha querido 'enchufar' a 18-20 futbolistas con una visión a largo plazo en una competición que tiene 42 jornadas y en las que todos los jugadores son necesarios. Pero el futbolista, mucho más simple, no ha acabado de entender una serie de decisiones, que desde ese punto de vista más ligado al presente está alejado de los méritos.
En resumen, la plantilla comparte los criterios, las ideas y el estilo futbolístico del entrenador. Cree en lo que propugna López Garai... pero desde su punto de vista del día a día discrepa de algunas decisiones. ¿Qué hacer en estos casos? Pues no lo sé, pero igual no es mal consejo ese que nos daban cuando éramos niños –o nos dan ahora, ya mucho más viejos cuando practicamos deportes como el padel acordes a nuestra edad– y el técnico o el compañero nos dicen eso de “juega fácil, tío, juega fácil”.
Así que desde el atrevimiento de alguien que no tiene ni el título de entrenador de párvulos, me permito sugerir a López Garai que apueste por “jugar fácil”, por no pensar en el futuro, en cargas de trabajo o en variables psicológicas... y poner a los buenos, a los que estén mejor para ganar al Racing. Y punto.
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