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Actualidad de Marañón por Manuel Herrera Hernández

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En Madrid, en las tertulias de su casa, también conoció a maestros de la Medicina como Cajal, Madinaveitia, San Martín y Olóriz que asimismo despertaron su vocación médica. En Marañón podemos distinguir cuatro facetas.

El hombre dotado de una gran personalidad, inteligente, con gran humanismo, entregado al servicio de los demás, y defensor de la justicia y la libertad. Su capacidad de trabajo era asombrosa. Decía siempre que era « un trapero del tiempo» ya que aprovechaba cada minuto. Se levantaba muy temprano y se refugiaba en un despacho silencioso presidido por la maqueta del monumento a Galdós en el Retiro de Madrid que le regaló Victorio Macho. Allí escribió lo mejor de su obra.

El médico y científico que, después de unos años dedicados a la medicina interna y de obtener por oposición una plaza en el Hospital Provincial de Madrid, se orientó finalmente por los estudios de endocrinología. Más tarde creó el Instituto de Patología Médica y continuó su obra, grandiosa por su magnitud y calidad, abarcando 1.200 publicaciones científicas, numerosos libros médicos entre los que destaca el «Diagnostico etiológico» y, junto con el doctor Hernando, promovió el primer « Manual de Medicina interna ». Marañón fue miembro de las Reales Academias de Medicina, de la Lengua, de la Historia, de Ciencias y de Bellas Artes. También favoreció la lucha por una efectiva reforma educativa en las Universidades dentro de la dignidad europea.

Marañón no fue un político. La política, en su sentido estricto, no entró jamás dentro de su vocación, nunca la buscó. Fue la política la que le forzó a intervenir durante la dictadura de Primo de Rivera. Marañón se vio empujado a tomar ciertas actitudes junto con José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala constituyendo la Agrupación al Servicio de la Republica. Precisamente actuó de testigo en la reunión del conde de Romanones y de Niceto Alcalá Zamora. Por petición del primero, que actuaba en nombre del Rey Alfonso XIII, se celebró esta reunión en casa de Marañón pues Romanones no quería recibir en su propia casa a don Niceto. Allí, en la casa de Marañón, se fraguó la proclamación de la Segunda República. Después del 14 de abril de 1931 la República, nacida con el aplauso casi unánime del país, fracasó. La Agrupación se retiró de toda decisión política. Ortega y Gasset, fundador y jefe de la misma, pronunció en su celebre discurso aquellas celebres palabras «No es eso, no es eso». A los cinco años, 1936, se desencadenó la trágica guerra civil.

Y, finalmente, vemos a Marañón como escritor, con su copiosa producción que sigue dos derroteros, el histórico y el de la medicina. Entre las obras históricas destacan las biografías y los ensayos. Escribió con naturalidad y sencillez formando discípulos con sus dos grandes vocaciones, la Medicina y las Humanidades. Así en «Amiel» estudió la timidez, en el «Conde Duque de Olivares» la pasión de mando, en «Tiberio» el resentimiento, en «Antonio Pérez» la ambición y en «Viaje a Las Hurdes » investigando el cretinismo endémico en Las Hurdes a donde acompañó al rey Alfonso XIII.

Esta vida llena de actividad, espejo de voluntad profesional y de curiosidad viva, se extinguió en Madrid el 27 de marzo de 1960.

*Miembro de la Asociación Española de Médicos Escritores

Manuel Herrera Hernández*

En Madrid, en las tertulias de su casa, también conoció a maestros de la Medicina como Cajal, Madinaveitia, San Martín y Olóriz que asimismo despertaron su vocación médica. En Marañón podemos distinguir cuatro facetas.

El hombre dotado de una gran personalidad, inteligente, con gran humanismo, entregado al servicio de los demás, y defensor de la justicia y la libertad. Su capacidad de trabajo era asombrosa. Decía siempre que era « un trapero del tiempo» ya que aprovechaba cada minuto. Se levantaba muy temprano y se refugiaba en un despacho silencioso presidido por la maqueta del monumento a Galdós en el Retiro de Madrid que le regaló Victorio Macho. Allí escribió lo mejor de su obra.