Espacio de opinión de Canarias Ahora
África y Europa, el debate real
Tras el discurso de Ángela Merkel, Nicolas Sarkozy protestó: “Mugabe no es el mayor problema que tiene África”. También asumió esa actitud parcialmente disidente el senegalés Abdulaye Wade, quien acusó a los europeos de perder el tiempo en discursos mientras “China propone construir una carretera y a los tres días ya la está haciendo”. El primer día del encuentro transcurrió entre alabanzas a Gadafi, convertido en mandatario respetable tras haber sido durante años el demonio de Occidente (¿será porque ahora compra armas a Francia y parece dispuesto a entregar las riquezas de Libia a las transnacionales gabachas?) y las acusaciones contra Robert Mugabe por irrespetar los derechos humanos. ¿Será porque el presidente de Zimbabwe expropió las tierras cultivables a la minoría blanca? Como si Gadafi, Obiang, Mohamed VI con su colonia saharaui a cuestas, los líderes de Somalia, Sudán, la República Democrática del Congo y tantos otros constituyeran paradigmas en la defensa de aquellos derechos. Menos bromas de mal gusto.
Como de costumbre en estas cumbres internacionales, el encuentro sirvió también para que cada cual lo utilizara en clave interna. El presidente Rodríguez Zapatero con su discurso a favor de la inmigración legal, los portugueses Sócrates y Barroso para alabar de la declaración final sobre las ayudas al desarrollo y por la democracia (objetivos que poco cuesta firmar y olvidar al día siguiente), Gadafi para fustigar al viejo y al nuevo colonialismo, Sarkozy manejando un discurso cuidadoso que aparente respeto a la soberanía de los africanos para no dificultar el expolio de sus transnacionales y el buen trato con sus hoy neocolonias. Y Wade como defensor inesperado de las débiles economías africanas. Cada cual a lo suyo mientras África sigue agonizando por el hambre y las enfermedades.
Descrita la ensalada, veamos ahora la carne servida en el plato por Lisboa a los líderes de África durante almuerzos y cenas. La cumbre tuvo lugar días antes del primero de enero de 2008. ¿Casualmente? Ese día caducarán los acuerdos comerciales específicos de la UE con la mayoría de los países africanos, según los compromisos adquiridos hace 7 años en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Se trataba de presionar para conseguir nuevos acuerdos que representarían una mayor apertura de los países africanos a los productos europeos.
A pesar de la debilidad de su protesta, el presidente Wade lo dejó claro: “No nos podemos comprometer a que haya una zona de libre comercio ni en diez ni en quince años porque la desigualdad es demasiado grande. No hay ningún Estado que pueda resistir ese recorte en sus ingresos. Firmando los APE (Acuerdos de Apertura Comercial), desencadenaríamos un terremoto en África”. En realidad, el continente está sometido a ese cataclismo neoliberal desde hace años, de la mano del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) con la complicidad de sus peones del lugar. Wade incluido. La Unión Europea insiste en practicar idéntica política que amplía el mismo terremoto. ¡Qué cosas!
Rafael Morales
Tras el discurso de Ángela Merkel, Nicolas Sarkozy protestó: “Mugabe no es el mayor problema que tiene África”. También asumió esa actitud parcialmente disidente el senegalés Abdulaye Wade, quien acusó a los europeos de perder el tiempo en discursos mientras “China propone construir una carretera y a los tres días ya la está haciendo”. El primer día del encuentro transcurrió entre alabanzas a Gadafi, convertido en mandatario respetable tras haber sido durante años el demonio de Occidente (¿será porque ahora compra armas a Francia y parece dispuesto a entregar las riquezas de Libia a las transnacionales gabachas?) y las acusaciones contra Robert Mugabe por irrespetar los derechos humanos. ¿Será porque el presidente de Zimbabwe expropió las tierras cultivables a la minoría blanca? Como si Gadafi, Obiang, Mohamed VI con su colonia saharaui a cuestas, los líderes de Somalia, Sudán, la República Democrática del Congo y tantos otros constituyeran paradigmas en la defensa de aquellos derechos. Menos bromas de mal gusto.
Como de costumbre en estas cumbres internacionales, el encuentro sirvió también para que cada cual lo utilizara en clave interna. El presidente Rodríguez Zapatero con su discurso a favor de la inmigración legal, los portugueses Sócrates y Barroso para alabar de la declaración final sobre las ayudas al desarrollo y por la democracia (objetivos que poco cuesta firmar y olvidar al día siguiente), Gadafi para fustigar al viejo y al nuevo colonialismo, Sarkozy manejando un discurso cuidadoso que aparente respeto a la soberanía de los africanos para no dificultar el expolio de sus transnacionales y el buen trato con sus hoy neocolonias. Y Wade como defensor inesperado de las débiles economías africanas. Cada cual a lo suyo mientras África sigue agonizando por el hambre y las enfermedades.