Espacio de opinión de Canarias Ahora
El ágape constitucional
Estuvimos, como otros años, en el acto cívico para honrar la Constitución que cada 6 de diciembre tiene lugar en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso. Ofició Jesús Posada según lo esperado y luego llegó el cóctel. Y uno pensaba que, como en ediciones recientes, iba a encontrarse allí un aire un poco a lo orquesta del Titanic, con la peña político periodística engolfada en el canapé mientras a las puertas se celebraba alguna mani o alguna marea. Pero nada de eso.
Lo primero porque se diga lo que se diga, y aunque la procesión siga yendo por dentro, ya no hay tanta crispación en la calles de Madrid, sea porque algo ha mejorado la economía, sea porque la gente está ya cansada, o sea porque el cabreo ha sido encauzado por los llamados emergentes. Y lo segundo, porque la campaña electoral manda y esta está siendo, como se sabe, bien distinta a las anteriores. Y eso otorgó al sarao otro aire, con un claro protagonismo frente a los ases del futbolín Rajoy y Sánchez de Iglesias y Rivera. O mejor será decir Pablo y Albert, como con unánime naturalidad se refieren los compañeros y compañeras periodistas más jóvenes a las dos estrellas políticas que los medios y las circunstancias han encumbrado.
Una proximidad y cercanía que inevitablemente remite a los tiempos transitivos de Felipe y Adolfo, entonces los dos jóvenes (también encumbrados por los medios) de aquel cuarteto que completaban, con más carga de pasado y una función subalterna, Fraga y Carrillo.
Eso sí, al coincidir con actos electorales en las Islas y el homenaje de la Delegación del Gobierno, la presencia canaria en el ágape fue bastante reducida. Ni Soria estuvo, ni tampoco Ani Oramas. Aunque sí se dejara ver Vicky Rosell junto a Pablo Iglesias. O Clavijo, tan institucional como siempre y, al parecer, resignado a la inevitable levedad de Coalición Canaria en la próxima legislatura nacional. Del PP de Canarias sólo vimos a María de Haro, que ni siquiera repite al Senado por La Palma. Y del PSOE hay quien asegura que del salón en el ángulo oscuro apareció en algún momento Arcadio Díaz Tejera. Cómo iba a perdérselo.
Estuvimos, como otros años, en el acto cívico para honrar la Constitución que cada 6 de diciembre tiene lugar en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso. Ofició Jesús Posada según lo esperado y luego llegó el cóctel. Y uno pensaba que, como en ediciones recientes, iba a encontrarse allí un aire un poco a lo orquesta del Titanic, con la peña político periodística engolfada en el canapé mientras a las puertas se celebraba alguna mani o alguna marea. Pero nada de eso.
Lo primero porque se diga lo que se diga, y aunque la procesión siga yendo por dentro, ya no hay tanta crispación en la calles de Madrid, sea porque algo ha mejorado la economía, sea porque la gente está ya cansada, o sea porque el cabreo ha sido encauzado por los llamados emergentes. Y lo segundo, porque la campaña electoral manda y esta está siendo, como se sabe, bien distinta a las anteriores. Y eso otorgó al sarao otro aire, con un claro protagonismo frente a los ases del futbolín Rajoy y Sánchez de Iglesias y Rivera. O mejor será decir Pablo y Albert, como con unánime naturalidad se refieren los compañeros y compañeras periodistas más jóvenes a las dos estrellas políticas que los medios y las circunstancias han encumbrado.