Espacio de opinión de Canarias Ahora
Agitación social pepera
La medida del Gobierno con el etarra es, por supuesto, discutible. La opción era dejarlo morir. Como creo que el PP la hubiera armado igual, no entraré en lo que hubiera ocurrido de no ocurrir lo que ocurrió. Tan mala era una decisión como la otra. No me gustó la adoptada por último, pero no me hubiera hecho feliz la otra. En el fondo me daba lo mismo. Por eso analicé si el Gobierno lo hizo legalmente. Sentado que se atuvo a la ley, que la solución fuera la más acertada o la menos mala quedaba en el terreno de lo opinático; y en el político donde ha de pagar el Gobierno el precio que corresponda. Es la democracia, estúpido. Lo que no resulta de recibo es hacer de De Juana un problema de Estado al ponerlo como referente de un ambiente social tan crispado que admite comparaciones con el que precedió al estallido de la guerra civil. Decir que atenuarle la condena ha sido el hecho más grave de nuestra historia en un país como España es excesivo. Glorifica a De Juana la trascendencia dada a su vida criminal y pone de manifiesto que la guerra civil y sus secuelas de represión y asesinatos son para el PP hechos menos graves. Normal. No es raro que quienes no se saciaron entonces enarbolen ahora, al conjuro del PP, las banderas que cubrieron aquellas atrocidades. El PP juega con fuego. A pesar de ser partido parlamentario, ha recurrido a la agitación social y llama a la Ârebelión cívica como los vulgares Âpancarteros que tanto denostara. Y con el mayor cinismo porque si Zapatero claudicó ante ETA, ya me contarán hasta donde se bajaron los calzones Rajoy y Acebes, que excarcelaron a centenares de asesinos etarras y fueron complacientes con De Juana Chaos para mayor ironía. En realidad, el PP está en su propia trampa. Después de tres años vaticinando desastres apocalípticos que no se han producido, ha de provocarlos directamente para no dañar su prestigio profético. Si el objetivo primero era hacerse con el Gobierno, ahora busca también desviar la atención del juicio del 11-M, donde aparecen los atentados de Atocha como venganza islamista por los delirios de Aznar al promover la guerra de Irak. Un hecho por lo visto menos grave que la medida con De Juana; según el PP, claro.
La medida del Gobierno con el etarra es, por supuesto, discutible. La opción era dejarlo morir. Como creo que el PP la hubiera armado igual, no entraré en lo que hubiera ocurrido de no ocurrir lo que ocurrió. Tan mala era una decisión como la otra. No me gustó la adoptada por último, pero no me hubiera hecho feliz la otra. En el fondo me daba lo mismo. Por eso analicé si el Gobierno lo hizo legalmente. Sentado que se atuvo a la ley, que la solución fuera la más acertada o la menos mala quedaba en el terreno de lo opinático; y en el político donde ha de pagar el Gobierno el precio que corresponda. Es la democracia, estúpido. Lo que no resulta de recibo es hacer de De Juana un problema de Estado al ponerlo como referente de un ambiente social tan crispado que admite comparaciones con el que precedió al estallido de la guerra civil. Decir que atenuarle la condena ha sido el hecho más grave de nuestra historia en un país como España es excesivo. Glorifica a De Juana la trascendencia dada a su vida criminal y pone de manifiesto que la guerra civil y sus secuelas de represión y asesinatos son para el PP hechos menos graves. Normal. No es raro que quienes no se saciaron entonces enarbolen ahora, al conjuro del PP, las banderas que cubrieron aquellas atrocidades. El PP juega con fuego. A pesar de ser partido parlamentario, ha recurrido a la agitación social y llama a la Ârebelión cívica como los vulgares Âpancarteros que tanto denostara. Y con el mayor cinismo porque si Zapatero claudicó ante ETA, ya me contarán hasta donde se bajaron los calzones Rajoy y Acebes, que excarcelaron a centenares de asesinos etarras y fueron complacientes con De Juana Chaos para mayor ironía. En realidad, el PP está en su propia trampa. Después de tres años vaticinando desastres apocalípticos que no se han producido, ha de provocarlos directamente para no dañar su prestigio profético. Si el objetivo primero era hacerse con el Gobierno, ahora busca también desviar la atención del juicio del 11-M, donde aparecen los atentados de Atocha como venganza islamista por los delirios de Aznar al promover la guerra de Irak. Un hecho por lo visto menos grave que la medida con De Juana; según el PP, claro.