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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

''Aguilarfobia''

El paralelismo es tal que si los encargados del marcaje acaban por darle de patadas al temido adversario si se ven impotentes, a López Aguilar procuran ningunearlo protocolariamente y a tildarlo, gratuita e injustamente, de godo prepotente enviado por Madrid negándole su condición de canario. Cosas de la mediocridad envidiosa que no tolera los méritos ajenos y tratan de destruirlos si se les ponen a tiro. Negarle el pan y la sal a los paisanos destacados es un viejo vicio grancanario que nos daña a todos. No me van los temas protocolarios, pero me interesé por las circunstancias en que se vieron envueltos López Aguilar y Mar Julios, los menos culpables quizá del espectáculo bochornoso que dieran el sábado, en la clausura del I Encuentro de Economía Social Canarias-África. Me aseguran que la razón era de López Aguilar pues la presidencia en funciones de Julios no abarca la alta representación de la Comunidad Autónoma, que sólo ostenta el presidente y que es indelegable por ley. Correspondía, por tanto, presidir al ministro, pero eso es lo de menos.La cuestión es el espectáculo que dieron. Según mis noticias, hasta la víspera del acto se daba por descontado que no acudiría nadie del Gobierno canario por razones de agenda y la organización no se preocupó de informar al Ejecutivo de que estaría el ministro; de saberlo habría encontrado hueco. Como así fue al pasarle el marrón a Julios a última hora. Las jornadas a clausurar las pagó la Consejería de Hacienda y al enterarse Mauricio de que iría López Aguilar, se sintió burlado por la organización para favorecer a López Aguilar y tiró de teléfono desde Agadir para que fuera Julios y no quedara dueño de la cancha el candidato psocialista. La presencia de Julios no estaba prevista, pues, pero por sentido común se hubieran puesto de acuerdo de no apuntarse a brutos los respectivos responsables de Protocolo y Prensa en desastrada demostración de eficiencias preelectorales. Penoso y poco profesional, qué quieren. A estas alturas de la columna me entero de que el juez Baltasar Garzón, insensato, ha puesto el ojo en Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz y en el presidente de la Autoridad Portuaria tinerfeña, Luis Suárez Trenor. Como no sé de qué va y para no desaprovechar lo ya escrito, lo dejo aquí en la esperanza de que no vean de por medio la perversa mano canariona contra la impoluta Nivaria. Nos espera una buena, ya verán.

El paralelismo es tal que si los encargados del marcaje acaban por darle de patadas al temido adversario si se ven impotentes, a López Aguilar procuran ningunearlo protocolariamente y a tildarlo, gratuita e injustamente, de godo prepotente enviado por Madrid negándole su condición de canario. Cosas de la mediocridad envidiosa que no tolera los méritos ajenos y tratan de destruirlos si se les ponen a tiro. Negarle el pan y la sal a los paisanos destacados es un viejo vicio grancanario que nos daña a todos. No me van los temas protocolarios, pero me interesé por las circunstancias en que se vieron envueltos López Aguilar y Mar Julios, los menos culpables quizá del espectáculo bochornoso que dieran el sábado, en la clausura del I Encuentro de Economía Social Canarias-África. Me aseguran que la razón era de López Aguilar pues la presidencia en funciones de Julios no abarca la alta representación de la Comunidad Autónoma, que sólo ostenta el presidente y que es indelegable por ley. Correspondía, por tanto, presidir al ministro, pero eso es lo de menos.La cuestión es el espectáculo que dieron. Según mis noticias, hasta la víspera del acto se daba por descontado que no acudiría nadie del Gobierno canario por razones de agenda y la organización no se preocupó de informar al Ejecutivo de que estaría el ministro; de saberlo habría encontrado hueco. Como así fue al pasarle el marrón a Julios a última hora. Las jornadas a clausurar las pagó la Consejería de Hacienda y al enterarse Mauricio de que iría López Aguilar, se sintió burlado por la organización para favorecer a López Aguilar y tiró de teléfono desde Agadir para que fuera Julios y no quedara dueño de la cancha el candidato psocialista. La presencia de Julios no estaba prevista, pues, pero por sentido común se hubieran puesto de acuerdo de no apuntarse a brutos los respectivos responsables de Protocolo y Prensa en desastrada demostración de eficiencias preelectorales. Penoso y poco profesional, qué quieren. A estas alturas de la columna me entero de que el juez Baltasar Garzón, insensato, ha puesto el ojo en Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz y en el presidente de la Autoridad Portuaria tinerfeña, Luis Suárez Trenor. Como no sé de qué va y para no desaprovechar lo ya escrito, lo dejo aquí en la esperanza de que no vean de por medio la perversa mano canariona contra la impoluta Nivaria. Nos espera una buena, ya verán.