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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El alma de Gran Canaria es resistir, al virus también

El turismo en las Islas ha sido uno de los sectores a los que infectó más rápidamente el virus que se inició en Wuhan, a 11.604 kilómetros en línea recta desde Gran Canaria (unas seis veces el viaje a Madrid). Tal vez nos ha llamado más la atención la suspensión del Mobile Congress en Barcelona, o lo sucedido en un funeral y el contagio de gran parte de los asistentes, pero el primer caso en España fue localizado en La Gomera y las primeras cuarentenas masivas europeas se produjeron en un crucero turístico y en un hotel en el sur de Tenerife. Aunque estábamos avisados y podíamos prever que sucedería, el turismo canario recibió un durísimo golpe.

Nos ha dado de lleno y seguimos recibiendo impactos. Tantos como el recuento que todos los medios de comunicación nos ofrecen a diario con el número de personas contagiadas en todo el mundo (con una tasa que duplica a la gripe común), y con el doloroso balance de víctimas mortales (con una tasa menor que la de la gripe común y más centrada en colectivos muy definidos).

Pero ya conocemos bien a este nuevo enemigo que daña al ser humano pero especialmente a su modelo económico. Y el resultado es que en una superpoblada Wuhan ya no se contabilizan nuevos contagios. Mientras tanto, en las antípodas de la Gran Muralla China, en un territorio como Canarias, en este clima cambiado que ofrece en febrero y marzo unas temperaturas veraniegas, nos dicen que probablemente el calor sea la mejor vacuna conocida por el momento para evitar el contagio. Y, digo yo que hasta la calima tendrá algo que decirle al virus. ¿Lo han escuchado o leído? Pues parece que no lo han entendido... No es tan fiero el animal como lo pintan, aunque sí un show. El espectáculo más viral que hemos conocido hasta la fecha, superando al ébola o al VIH hasta tal punto que han pasado desapercibidas las noticias del fin del ébola en el Congo o que el sida ya tiene el primer curado en el mundo.

Lo tiene mal el corona con nuestro clima, pero quien lo frena de verdad es el sistema sanitario público, que es nuestra verdadera Defensa ante este fenómeno global. Un servicio que demuestra en estos momentos que las infraestructuras públicas son fundamentales para toda la población, incluido el sector turístico que toma nota de la importancia de un sistema con recursos para ejecutar protocolos de actuación que, en muchos otros territorios son inexistentes y en algún caso hemos visto a sus líderes rezando con el gabinete presidencial en la imagen más grotesca para una humanidad que intenta afrontar un problema médico y científico.

Esta pandemia nos afecta, pero nuestra historia está salpicada de grandes tragedias ocasionadas por piratas, terremotos, tsunamis, volcanes, temporales, plagas, incendios y, cómo no, epidemias como el cólera o las gripes invernales. De todos estos sucesos el pueblo canario ha tenido que aprender a recuperarse y a prepararse, a resistir, como dice el lema utilizado por el Cabildo en una de sus ferias.

Quizás estemos en un lugar privilegiado para actuar ante el virus. No hemos olvidado aquel numeroso grupo de madres de centro Europa que vinieron a resguardar sus embarazos en Gran Canaria alejándose de la nube radiactiva de Chernobil. Las madres de Chernobil, como se llamó a ese fenómeno, puede ser un ejemplo de la comunicación que necesitamos, de la cordura que debe imperar y del freno, como señala el presidente insular, Antonio Morales, o cuarentena al sensacionalismo y pánico que algunos irresponsables pretenden extender haciendo el juego a especuladores y negociantes que hacen de esta crisis una ruina inasumible para quienes menos tienen, demostrando que las desigualdades económicas también juegan su papel, sobre todo en los países donde los servicios públicos son inexistentes o han sido privatizados.

No olviden lavarse las manos tras leer este artículo y mandar a hacer gárgaras a quienes siembran el terror infundado.

El turismo en las Islas ha sido uno de los sectores a los que infectó más rápidamente el virus que se inició en Wuhan, a 11.604 kilómetros en línea recta desde Gran Canaria (unas seis veces el viaje a Madrid). Tal vez nos ha llamado más la atención la suspensión del Mobile Congress en Barcelona, o lo sucedido en un funeral y el contagio de gran parte de los asistentes, pero el primer caso en España fue localizado en La Gomera y las primeras cuarentenas masivas europeas se produjeron en un crucero turístico y en un hotel en el sur de Tenerife. Aunque estábamos avisados y podíamos prever que sucedería, el turismo canario recibió un durísimo golpe.

Nos ha dado de lleno y seguimos recibiendo impactos. Tantos como el recuento que todos los medios de comunicación nos ofrecen a diario con el número de personas contagiadas en todo el mundo (con una tasa que duplica a la gripe común), y con el doloroso balance de víctimas mortales (con una tasa menor que la de la gripe común y más centrada en colectivos muy definidos).