Las amenazas de La Isleta

Félix Alonso

10 de noviembre de 2023 15:56 h

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La creación del puerto de la Luz fue clave para el crecimiento económico de la ciudad y el barrio de la Isleta se benefició, sacando de la pobreza y miseria a los isleteros. En los años 60 estuvo en su máximo apogeo.

Sin embargo a la larga se ha convertido en un gigante dragón que está devorando al barrio. Se tragó la montaña de la Esfinge y sigue devorando y amenazando con englutirse el Espacio Natural Protegido del Confital.

En ese crecimiento desmesurado, sin meternos en los posibles beneficios económicos para la ciudad, las amenazas contra el aire y el medio ambiente van en aumento.

La Biomasa, el teleférico, la incineradora han sido algunas de las instalaciones que hemos podido, con mucho trabajo, evitar que se instalen en nuestro entorno, sin embargo sigue en marcha otras amenazas como el taller de megayates, la regasificadora y ahora la instalación de la granja de pulpo en el puerto.

El puerto de la Luz nos dio la vida y ahora quiere destruirla.

El aire que respiramos y el mar de nuestro entorno están amenazados.

El mar está contaminado por el oeste (Confital y la playa de las Canteras) por un alcantarillado obsoleto e inexistente y por el este, (zona portuaria) también estará con el taller de megayates y la granja de pulpo.

El aire de nuestra ciudad y nuestro clima, hasta ahora, se consideran el mejor del mundo.

La empresa de la regasificadora presentó de nuevo su proyecto a escondida, en el mes de agosto, cuando la administración está cerrada, a pesar de que la sociedad isleña ha dejado claro que su instalación afectará gravemente el aire que respiramos.

No se ha cumplido el compromiso pactado entre ayuntamiento y el Foro por la Isleta para que Canarias 50, después de 3 años como centro de emergencia de migrantes, se convirtiera en un espacio libre, con zona verde y de uso social y deportivo pero no ha sido así. En paralelo, el barrio se ve sometido a una frenética especulación urbanística sin que estén previstas dotaciones públicas que alivien el sinfín de carencias que arrastra la zona, ni soluciones a la caótica movilidad que ya padece esta parte de la ciudad.

Y ahora, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, sin consultar a la vecindad, decide celebrar el carnaval en La Isleta después de no haber encontrado otro lugar, en un claro ejemplo de la consideración de trastero que le merece este barrio, por más que quiera disimularlo con la cínica declaración de que lleva los festejos al lugar en el que nacieron.

Pero aquí estamos nosotros. Aquí vivimos, este es nuestro espacio, nuestro barrio. No vamos a flaquear y volveremos a presentar batalla.