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30 años de paciencia ¿no son suficientes?

Hijo del exilio de aquella guerra me parece increíble que se siga hablando de la transición política española como si ésta la hubiera hecho el rey o Adolfo Suárez, porque, fundamentalmente la hicieron quienes en 1976 no pasaron factura alguna y han esperado 30 años para que se pueda hablar solo un poquito de estas cosas para no despertar a una fiera que ahí está, dispuesta siempre a despertarse y dar el zarpazo. Por eso, y ante una Ley que no nos satisface, hemos tenido que elegir entre el todo o la nada.

Desde el grupo parlamentario vasco hemos prestado un apoyo parcial a la Ley de la Memoria Histórica. Y es parcial porque, aun a pesar de la ostensible mejora que el texto ha experimentado durante su tramitación, sigue acusando deficiencias que hacen imposible el pleno e incondicional respaldo de nuestro Grupo.

Por otra parte, se ha preferido apoyar parcialmente la ley, a rechazarla plenamente porque, aun cuando el texto final no responde al ideal, al día de hoy carece de alternativa viable. Y ante el dilema de apoyarla, siquiera parcialmente, o renunciar definitivamente a una norma que aborde de manera equilibrada e integral el problema de las víctimas de la Guerra Civil y de la Dictadura, un objetivo largamente acariciado en las Cortes por parte de las fuerzas políticas nacionalistas y de izquierda, preferimos optar por la primera alternativa. Creemos muy poco probable que, si esta iniciativa fracasa, pueda volver a plantearse en una legislatura futura. Y aunque no sea plenamente satisfactorio, el texto acordado incluye contenidos a los que, en nuestra opinión, no puede oponerse una fuerza democrática que combatió la sublevación militar y ha sufrido, durante largos años, la represión franquista y el exilio.

Las enmiendas que hemos presentado han permitido mejorar la Ley en varios aspectos. He aquí algunos de ellos:

Simbología: la eliminación de símbolos ha de incluir, no sólo a los que exalten la Guerra Civil, sino, sobre todo, a los que exalten la sublevación militar. La supresión de símbolos concierne igualmente a las personas y entidades privadas que reciben fondos públicos, bajo riesgo de perder las subvenciones que eventualmente pudieran recibir. Sólo cuando concurran razones artísticas o arquitectónicas protegidas por la Ley, cabrá excepcionar este principio.

Exhumación de fosas: la Administración General del Estado ha de tomar un papel activo en el proceso de exhumación de fosas, elaborando planes y otorgando subvenciones a las entidades que desarrollen esta labor. No puede limitarse a permitir su realización.

Acceso a los archivos: se han eliminado del texto las prevenciones que obstaculizaban el libre acceso de los investigadores y los interesados a la documentación relativa a este período. El texto original del proyecto establecía un régimen incluso más restrictivo que el vigente para hacer efectivo este derecho

Reconocimiento de fallecidos en defensa de la democracia entre el 1 de enero de 1968 y el 6 de octubre de 1977: el reconocimiento de las personas fallecidas en este periodo, se amplia a las que padecieren lesiones o secuelas.

Pero, como hemos apuntado, nuestro apoyo al proyecto, no puede ser total. Su texto sigue incluyendo una serie de disposiciones sobre el Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, que no contarán con nuestro respaldo hasta que no sean restituidos a sus legítimos propietarios, los documentos públicos y privados incautados por las autoridades franquistas en el País Vasco, o fuera de él, pero pertenecientes a personas, asociaciones o entidades vascas.

Mientras esta restitución no sea llevada a cabo, seguiremos exigiendo al Gobierno la reparación de esta injusticia histórica, más lacerante aún si cabe, tras la aprobación de la Ley que restituye a Cataluña los documentos incautados en su territorio.

Iñaki Anasagasti

Hijo del exilio de aquella guerra me parece increíble que se siga hablando de la transición política española como si ésta la hubiera hecho el rey o Adolfo Suárez, porque, fundamentalmente la hicieron quienes en 1976 no pasaron factura alguna y han esperado 30 años para que se pueda hablar solo un poquito de estas cosas para no despertar a una fiera que ahí está, dispuesta siempre a despertarse y dar el zarpazo. Por eso, y ante una Ley que no nos satisface, hemos tenido que elegir entre el todo o la nada.

Desde el grupo parlamentario vasco hemos prestado un apoyo parcial a la Ley de la Memoria Histórica. Y es parcial porque, aun a pesar de la ostensible mejora que el texto ha experimentado durante su tramitación, sigue acusando deficiencias que hacen imposible el pleno e incondicional respaldo de nuestro Grupo.