La anunciación de la absolución
Hace semanas que se venía divulgando en la isla de Lanzarote una información en apariencia secreta o confidencial, nada menos que el desenlace absolutorio de la sentencia de la Bodega Stratvs. El juicio del caso Stratvs quedó visto para sentencia a finales del pasado mes de julio y, desde entonces, han transcurrido más de cuatro meses hasta que se ha emitido el fallo, una tardanza previsible debido a la complejidad y el volumen de la causa. Por lo que se venía contando, predecible ha sido también el sentido de la sentencia, que no ha visto reproche penal alguno en la construcción de la Bodega Stratvs.
La filtración procedía —se decía— de fuentes bien informadas y dignas de todo crédito, que no eran citadas, y circulaba de boca a oído desde hacía varias semanas. El susurro aseguraba que la sentencia de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas sería absolutoria. Sottovoce, en voz baja, de uno en uno, se fue propagando el secreto hasta alcanzar a todos los rincones de la isla. El cuerpo social fue debidamente preparado para que el impacto de la indecorosa absolución fuera ínfimo y pasara desapercibido, de forma que cuando se dictara la sentencia, ya se sabía lo que iba a pasar. Todos ya lo sabían. Al final, ha sucedido lo esperado, lo anunciado: el misterio de la inocencia hecha carne ha sido desvelado.
En el juicio se dirimía la legalidad de la construcción de una bodega en el Espacio Natural Protegido de La Geria, en Lanzarote, puesto que, según obra en el expediente y según la sentencia misma, no se realizó conforme a la autorización otorgada por el Gobierno de Canarias y la posterior licencia municipal. Lo que finalmente se construyó multiplica por 13 lo que había sido autorizado, que consistía en la rehabilitación de una vivienda y la construcción de un almacén subterráneo de 900 metros cuadrados. Tras las obras, se demolió la casa y se construyó otro complejo mucho mayor, de unos 12.000 metros cuadrados más, usurpando fincas de otra titularidad, desplazado de la ubicación original y con usos comerciales y turísticos.
La legislación urbanística, medioambiental y de ordenación territorial prohibía el proyecto al tratarse de uno de los lugares más protegidos de la isla, por lo que las instalaciones fueron precintadas en diciembre de 2013 por orden judicial, como medida cautelar durante la instrucción de esta causa. A día de hoy, continúan cerradas. En el banquillo se sentaron diez acusados que asistieron a casi una treintena de sesiones durante más de medio año y que se vieron interrumpidas temporalmente por la crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19. Todos han sido declarados inocentes, con lo que también quedan exculpadas las administraciones intervinientes, incluida la autonómica.
En sus alegatos finales, los abogados pidieron la absolución de sus defendidos, mientras que la Fiscalía y la acusación popular, ejercida por la Asociación Transparencia Urbanística, expresaron que los delitos por los que estaban acusados quedaron plenamente acreditados durante el juicio. Para el principal encausado y propietario de la bodega, Juan Francisco Rosa, la Fiscalía mantenía una petición de 15 años de cárcel, mientras que Transparencia Urbanística elevaba la solicitud a 21 años de prisión. Habrá que esperar a ver si ambas recurren el fallo de la Audiencia Provincial de Las Palmas ante la instancia judicial superior.
El Ministerio Fiscal reiteró en sus conclusiones su petición de que la bodega sea demolida, o que quede en el estado más parecido al terreno original. En contra de lo sostenido por las defensas, la Fiscalía consideró sobradamente acreditado que lo construido no solo es ilegal, sino también ilegalizable. La pirueta final es digna de figurar como caso de estudio en las facultades de Derecho: la sentencia reconoce que el exceso de lo construido en la Bodega Stratvs sin autorización podría ser derribado, pero sostiene que no es delito.
La Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas tampoco considera que se cometiera un delito contra el patrimonio histórico al demoler la vivienda preexistente en este espacio protegido para construir la bodega. Los magistrados sostienen que, a pesar del “loable esfuerzo poético” de la Fiscalía, no se ha conseguido acreditar que la casa fuera digna de protección. Una zafia concepción de la poesía de la que presumen y que requerirá un análisis posterior, como toda la sentencia.
A la vista del fallo, queda confirmado el runrún que circulaba anunciando la absolución de los acusados y la proclamación, urbi et orbi, de la inocencia de todos ellos. Para ello se ha utilizado la técnica del adormecimiento social y el amorosamiento de la opinión pública, al preparar mentalmente a la población para la sentencia absolutoria y minimizar así el escándalo. Sólo faltaba un contexto propicio que desviara la atención colectiva y las miradas indiscretas hacia otros focos, otros escándalos mucho más llamativos.
La bandeja de la distracción se sirvió con un primer plato consistente en una nutritiva carta dirigida al Rey y firmada por varias decenas de ex oficiales del Ejército del Aire jubilados que despide tufo guerracivilista mezclado con ruido de sables, aunque prostáticos y herrumbrientos. El segundo plato consistió en un sustancioso rechazo del Tribunal Supremo a la concesión del tercer grado penitenciario a los políticos catalanes encausados por el procés. Todo ello regado abundantemente con vinos Stratvs.
Muy probablemente, la sentencia será recurrida, y, aunque se esperaba que no propusiera condenas tras una profusa anunciación de la absolución, sus efectos nocivos se expanden entre la población que todavía cree en la justicia. El más importante es la desmoralización y el desánimo, ya que el fallo expresa que nada ni nadie van a impedir que se alteren las situaciones de privilegio en la isla. De paso, trata de disuadir a otros de embarcarse en pleitos, al propagar que no sirven para nada: el grande ganó y el chico perdió. El promotor de la bodega ensanchará su leyenda de hombre intocable e inalcanzable, y añadirá una nueva instalación ilegal a su ramillete de propiedades turísticas. Lo de siempre y como siempre, vaya: este es el verdadero mensaje de la anunciación.
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