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Apaga la luz. Enciende las conciencias

Teo Mesa / Teo Mesa

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Como dice el titular de este artículo, lema de promoción para parar el cambio climático, extraído y modificado por el escribiente, para que también sirva de epígrafe. Creo que sea, extremadamente prioritario, que se debe cambiar: la conciencia de los moradores del planeta. Ese es el quid. Mientras no estemos concienciados en este importante asunto, que nos va en ello nuestra pervivencia, jugarnos la existencia de todos los seres vivos y una vida saludable, si no lo cotejamos a tiempo y de inmediato. Para luego, no lamentarnos de lo que no hicimos. Y tener, la consciente responsabilidad y ética, de dejar a las futuras generaciones, que nos sustituyan en la Tierra, un planeta pleno de calidad vivible. Porque aquí solo estamos en calidad de préstamo; en precario. No nos pertenece este recóndito lugar, que eventualmente ocupamos para vivir. Ya le hemos hecho tanto daño al planeta, que las desastrosas consecuencias son irreversibles. La paulatina descongelación de los Polos, por los aumentos de las temperaturas; la desaparición en un 30% de especies vivas; la aparición de lluvias torrenciales, frecuentes; ciclones; desertizaciones y prolongadas sequías; empeorarán los desastres climáticos, etc.

Para ser conscientes y moralmente responsables de forma globalizada, cada una de las personas, debemos hacernos cargo (ya que no lo hacen los mandamases políticos de turno), de la mínima quema de CO2, producido por los fósiles energéticos: carbón, petróleo y gas, que son los que nos envenenan y asesinan silenciosamente. Recursos que se irán agotando en su extracción, porque la Tierra no los regenera. Hasta que desaparezcan totalmente y sustituirlos, de inmediato, por las energías renovables, limpias y eternas: eólicas, solares y mareomotrices. Que además son gratuitas de por vida. Ambas energías se pueden producir en Canarias abundantemente, y exportarlas, porque tenemos excedentes. Y además, no depender de los combustibles fósiles, como hasta ahora somos tan dependientes, que de faltarnos, paralizaría nuestras industrias y sistemas de vida, en las islas.

Otra educación de conciencia medioambiental, es la del imprescindible reciclado de todos los envases industrializados, que a diario utilizamos, y que de nuevo, se vuelvan a reutilizar. Consumiendo así menos energías, por sus renovadas fabricaciones, y contribuyendo, a que no desaparezcan las especies arbóreas, metales, vidrios, etc. La otra, sería la preservación de todos los ecosistemas naturales de flora y fauna, los cuales equilibran la climatología, y se respetan, en su medio ambiente, a todos los seres vivos que en ellos perviven y generan vidas (como pésimo ejemplo, de insensatez y codicia, ha sido el de unos pocos políticos y empresarios canarios -quienes, con alma de piedra, solo se preocupan de sus cuentas corrientes-, permitiendo y presionando, al gobierno del Estado, para las descatalogaciones de los sebadales canarios, por mor de intereses espurios, que arruinarán la subsistencia de abundante biodiversidad).

Reducir el CO2, no crea grandes perjuicios para la economía, como piensan los Estados. Mejor: vivir en calidad de sana vida que en la podredumbre. El aire que respiramos, de la quema de energías fósiles, nos mata lentamente, aumentando las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cancerosas. Siendo, también, muy serio perjuicio para la industria agraria. Podemos vivir sin las nuevas tecnologías energéticas y otras comodidades; pero jamás, sin los alimentos sanamente cultivados.

Teo Mesa

Como dice el titular de este artículo, lema de promoción para parar el cambio climático, extraído y modificado por el escribiente, para que también sirva de epígrafe. Creo que sea, extremadamente prioritario, que se debe cambiar: la conciencia de los moradores del planeta. Ese es el quid. Mientras no estemos concienciados en este importante asunto, que nos va en ello nuestra pervivencia, jugarnos la existencia de todos los seres vivos y una vida saludable, si no lo cotejamos a tiempo y de inmediato. Para luego, no lamentarnos de lo que no hicimos. Y tener, la consciente responsabilidad y ética, de dejar a las futuras generaciones, que nos sustituyan en la Tierra, un planeta pleno de calidad vivible. Porque aquí solo estamos en calidad de préstamo; en precario. No nos pertenece este recóndito lugar, que eventualmente ocupamos para vivir. Ya le hemos hecho tanto daño al planeta, que las desastrosas consecuencias son irreversibles. La paulatina descongelación de los Polos, por los aumentos de las temperaturas; la desaparición en un 30% de especies vivas; la aparición de lluvias torrenciales, frecuentes; ciclones; desertizaciones y prolongadas sequías; empeorarán los desastres climáticos, etc.

Para ser conscientes y moralmente responsables de forma globalizada, cada una de las personas, debemos hacernos cargo (ya que no lo hacen los mandamases políticos de turno), de la mínima quema de CO2, producido por los fósiles energéticos: carbón, petróleo y gas, que son los que nos envenenan y asesinan silenciosamente. Recursos que se irán agotando en su extracción, porque la Tierra no los regenera. Hasta que desaparezcan totalmente y sustituirlos, de inmediato, por las energías renovables, limpias y eternas: eólicas, solares y mareomotrices. Que además son gratuitas de por vida. Ambas energías se pueden producir en Canarias abundantemente, y exportarlas, porque tenemos excedentes. Y además, no depender de los combustibles fósiles, como hasta ahora somos tan dependientes, que de faltarnos, paralizaría nuestras industrias y sistemas de vida, en las islas.