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Apocalypse Now o no

Aparecía un portentoso Arnold Schwarzenegger ?mucho más brillante como actor que como político, dicho sea de paso- en el papel de una criatura formada por elementos orgánicos y dispositivos mecánicos en Terminator. James Cameron nos situaba en un escenario dantesco, en un mundo devastado y gobernado por las máquinas, en permanente lucha con la resistencia humana.

De la misma manera Ridley Scott dirigió Blade Runner. Aquí los replicantes ?seres fabricados por medio de la ingeniería genética- habían sido creados para realizar trabajos peligrosos o ser esclavos en las colonias que el ser humano había fundado fuera de la Tierra.

Y un cuerpo especial de la policía denominado Blade Runners perseguía y eliminaba a los replicantes que se colaban en nuestro planeta.

La verdad es que se me ocurre que a más de uno en este país le gustaría disponer de un replicante, de manera que éste le hiciera el trabajo sucio y alguna que otra fechoría?

Han pasado muchos años. Afortunadamente los cyborg no gobiernan el mundo, aunque desgraciadamente nuestra sociedad sí que presenta ciertos síntomas que la pueden llevar a un desenlace apocalíptico, donde el único culpable es el propio ser humano, sin terminators ni replicantes ni excusas baratas.

Y la televisión está siendo testigo de estos acontecimientos y nos permite contemplar la actualidad prácticamente en directo.

Pedro Piqueras entra en tu salón a través de la pantalla y te dice, como solo él sabe hacerlo, aquello de “fíjense ustedes ahora en estas imágenes”. Y entonces nos muestra una escena donde un joven es brutalmente golpeado por un grupo de personas que inicialmente parecía acudir en su ayuda durante los recientes disturbios ocurridos en el barrio londinense de Barking. El rostro del muchacho ensangrentado y con la mandíbula rota, mientras le roban la mochila, es absolutamente terrible.

Matías Prats entra en la habitación contigua y te comenta con unas imágenes cargadas de una dureza difícil de soportar cómo Gadafi es zarandeado, sodomizado y golpeado hasta morir al recibir presuntamente dos disparos por parte de sus captores.

En otra de las estancias de tu casa se cuela Ana García-Siñeriz y narra las consecuencias del doble atentado de Oslo, donde casi un centenar de personas pierde la vida por culpa del odio sin límite de un ser humano absolutamente paranoico.

Y como si no tuviéramos suficiente, Mamen Mendizábal explica mediante unas secuencias difíciles de digerir el modo en que varios indeseables saquean todo lo que encuentran a su paso en los momentos inmediatamente posteriores al fortísimo terremoto que acaba de asolar parte de Turquía.

En fin, al ser humano no le hace falta que llegue esa época ?que de manera premonitoria nos dibujaban Cameron y Scott - donde nuestro planeta estará dominado por los robots.

O quizás sí y serán esos terminators los que se asombrarán viendo en un algún documental del Canal Historia el modo en que el ser humano se autodestruyó víctima de su propio canibalismo o contemplarán interesados, a la vez que atónitos, el análisis científico de una entrega del National Geographic del futuro donde se explica como el odio y la maldad acabó con la estirpe humana, dejando claro que la única diferencia que existía entre las hienas y algunos seres humanos era simplemente que éstos caminaban erguidos y a dos piernas o a dos patas?

La esperanza es lo último que se pierde y ojalá que la televisión sea testigo del cambio de esta tendencia. Sin ser frívolo, también es verdad que tenemos a los Manolos, a Karlos Arguiñano, a Ana Rosa Quintana, al Gran Wyoming, a Christian Álvarez o a Patricia Conde. Ellos nos dan otra visión de nuestro mundo, así que habrá que verlos.

Y ya lo saben, tengan cuidado: la televisión crea adicción.

Francisco Ramírez

Aparecía un portentoso Arnold Schwarzenegger ?mucho más brillante como actor que como político, dicho sea de paso- en el papel de una criatura formada por elementos orgánicos y dispositivos mecánicos en Terminator. James Cameron nos situaba en un escenario dantesco, en un mundo devastado y gobernado por las máquinas, en permanente lucha con la resistencia humana.

De la misma manera Ridley Scott dirigió Blade Runner. Aquí los replicantes ?seres fabricados por medio de la ingeniería genética- habían sido creados para realizar trabajos peligrosos o ser esclavos en las colonias que el ser humano había fundado fuera de la Tierra.