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El arma del miedo

Así, dieron por cierta la calumnia de las sedaciones asesinas del hospital Severo Ochoa, de Madrid. Dijeron que cuatrocientos enfermos terminales, nada menos, habían sido sedados hasta morir y se inició el calvario de los médicos señalados como responsables.

Yo no sé si el PP madrileño y la ineféibol Esperanza Aguirre se tragaron la historia; pero sí que vieron una buena oportunidad de hacer populismo y de poner otro granito de arena para el desprestigio de la Sanidad pública, que es, por lo visto, consigna de partido. Mientras claman por la presunción de inocencia para los políticos imputados, de los que muchos siguen concurriendo a elecciones como si tal cosa, entraron sin más al machete en el Severo Ochoa y pusieron en la puerta de la calle a los médicos acusados. Caso juzgado para el PP.

Ahora la Audiencia de Madrid ha ordenado el archivo de la causa y borrar de todos lados las alusiones a la mala praxis profesional de los médicos. Y lo ha hecho en términos que revelan la convicción del tribunal de que fueron calumniados.

Lo que no ha inmutado a Esperanza Aguirre que se limitó a decir que se hará lo que haya de hacerse; como si recogiera las cartas de bridge para iniciar otra partida; como si pudiera borrarse de un plumazo el daño hecho a los profesionales y a tantísimos pacientes anónimos a los que, tras lo ocurrido, no se atrevía nadie a ir en sus recetas más allá de la aspirina. Supongo que entre “lo que haya de hacerse” figura devolverles sus puestos y aquí no ha pasado nada, cuando realmente ha pasado mucho.

En realidad, Aguirre vino a demostrar la falta de escrúpulos del PP que no duda en sembrar alarma social, en provocar inquietud e incertidumbre para obtener réditos electorales. No haré de nuevo la relación de los cataclismos anunciados durante la legislatura ni de lo contentos que se les ve ante la situación económica de la que culpan a Zapatero que ha hundido las bolsas desde Estados Unidos a Asia y puesto el petróleo por las nubes; tanto es su poder.

Lo del Severo Ochoa es para mí otro reflejo de un modo de entender la política que utiliza el miedo como arma principal. Pónganle ustedes el nombre que quieran.

Así, dieron por cierta la calumnia de las sedaciones asesinas del hospital Severo Ochoa, de Madrid. Dijeron que cuatrocientos enfermos terminales, nada menos, habían sido sedados hasta morir y se inició el calvario de los médicos señalados como responsables.

Yo no sé si el PP madrileño y la ineféibol Esperanza Aguirre se tragaron la historia; pero sí que vieron una buena oportunidad de hacer populismo y de poner otro granito de arena para el desprestigio de la Sanidad pública, que es, por lo visto, consigna de partido. Mientras claman por la presunción de inocencia para los políticos imputados, de los que muchos siguen concurriendo a elecciones como si tal cosa, entraron sin más al machete en el Severo Ochoa y pusieron en la puerta de la calle a los médicos acusados. Caso juzgado para el PP.