Espacio de opinión de Canarias Ahora
Auxilio, señor Sarkozy
La última ocurrencia del grupo de gobierno municipal santacrucero ha sido aprobar una moción para enviar una misiva a Nicolás Sarkozy pidiéndole que intervenga en la solución de la tragedia de la inmigración que viene hacia Canarias, con su carga dolor y muertes. La oposición alucinaba ante la iniciativa. La justificación de esta insólita llamada de socorro a un presidente extranjero es la influencia que París mantiene en los países francófonos de África. La auténtica intención, es otra, naturalmente. Tanto los representantes del PP como de CC en la Casa de los Dragos saben que a Sarkozy la dramática carta le resbalará, suponiendo -y es mucho suponer- que llegue a sus manos. De lo que se trata es de proclamar institucionalmente por medio de una estratagema vergonzosa que el Gobierno español es incapaz de solucionar un grave problema que Francia sí resolvería en un santiamén. Una falacia, claro. Pero una suscrita no se sabe si ingenuamente o por contribuir a meterle el dedo en el ojo al Ejecutivo de Zapatero, por Ángel Isidro Guimerá y un Ignacio González, cada vez más difuso y patidifuso en lo que a ideología se refiere. Nunca la tuvo, pero ahora la disimula. Y es peor.
Uno sabe -sospecha- cómo nació tan peregrina propuesta. Fue un pronto, una ingeniosidad que se le vino a la conversa a Miguel Zerolo en el transcurso de una entrevista que le hacia José Carlos Marrero para COPE Tenerife. Reciente aún y calentita entonces la noticia de la intervención de Sarkozy en Chad para liberar la tripulación del avión fletado por el Arca de Zoé, y hablando de inmigración, el alcalde de Santa Cruz comentó que si España contara con un presidente como el francés, no habría tantos muertos en las rutas africanas hacia Canarias y que los problemas de la inmigración ya se habrían resuelto. Fue una inspiración, un repente demagógico, una comparancia, que, luego, le pareció brillante y no dudó en llevar al pleno municipal, porque aquí cualquier disparate es posible, Incluso el intento engañar a las buenas gentes planteando como panacea para una cuestión que a todos preocupa, la improbabilísima intervención de un político que cuando fue ministro de interior en su país resultó nefasto y se equivocó rotundamente al encarar el fenómeno migratorio. Fuerte desvergüenza o cuanta ignorancia, tíos.
José H. Chela
La última ocurrencia del grupo de gobierno municipal santacrucero ha sido aprobar una moción para enviar una misiva a Nicolás Sarkozy pidiéndole que intervenga en la solución de la tragedia de la inmigración que viene hacia Canarias, con su carga dolor y muertes. La oposición alucinaba ante la iniciativa. La justificación de esta insólita llamada de socorro a un presidente extranjero es la influencia que París mantiene en los países francófonos de África. La auténtica intención, es otra, naturalmente. Tanto los representantes del PP como de CC en la Casa de los Dragos saben que a Sarkozy la dramática carta le resbalará, suponiendo -y es mucho suponer- que llegue a sus manos. De lo que se trata es de proclamar institucionalmente por medio de una estratagema vergonzosa que el Gobierno español es incapaz de solucionar un grave problema que Francia sí resolvería en un santiamén. Una falacia, claro. Pero una suscrita no se sabe si ingenuamente o por contribuir a meterle el dedo en el ojo al Ejecutivo de Zapatero, por Ángel Isidro Guimerá y un Ignacio González, cada vez más difuso y patidifuso en lo que a ideología se refiere. Nunca la tuvo, pero ahora la disimula. Y es peor.
Uno sabe -sospecha- cómo nació tan peregrina propuesta. Fue un pronto, una ingeniosidad que se le vino a la conversa a Miguel Zerolo en el transcurso de una entrevista que le hacia José Carlos Marrero para COPE Tenerife. Reciente aún y calentita entonces la noticia de la intervención de Sarkozy en Chad para liberar la tripulación del avión fletado por el Arca de Zoé, y hablando de inmigración, el alcalde de Santa Cruz comentó que si España contara con un presidente como el francés, no habría tantos muertos en las rutas africanas hacia Canarias y que los problemas de la inmigración ya se habrían resuelto. Fue una inspiración, un repente demagógico, una comparancia, que, luego, le pareció brillante y no dudó en llevar al pleno municipal, porque aquí cualquier disparate es posible, Incluso el intento engañar a las buenas gentes planteando como panacea para una cuestión que a todos preocupa, la improbabilísima intervención de un político que cuando fue ministro de interior en su país resultó nefasto y se equivocó rotundamente al encarar el fenómeno migratorio. Fuerte desvergüenza o cuanta ignorancia, tíos.