Espacio de opinión de Canarias Ahora
Una propuesta para Avante Canarias por Pedro Anatael Meneses
Pero nuestra Plataforma sigue fiel a sus principios esenciales, dispuesta a confrontar argumentos, datos y razones. Por eso, esta vez, aunque no hayamos tenido respuesta a nuestros planteamientos anteriores, les proponemos otro más, en el sentido de que la premisa básica que soporta el proyecto de puerto en Granadilla, es un error. Esta premisa afirma que, en islas de poca superficie como son, mal que nos pese, las Canarias, pueden existir, incluso es necesario que existan, dos puertos en cada una.
Este criterio ha sido refutado por la simple inoperancia del majorero Gran Tarajal y del palmero Tazacorte, que no han sido capaces de mantener un tráfico comercial razonable. En los últimos años, la realidad ha golpeado con contundencia sobre quienes defienden tan peregrino principio. En Gran Canaria, en 2005 se puso en operación -nominalmente- el puerto de Arinaga, puerto que no ha atraído más que cinco buques en sus cinco años de vida. Y esto, a pesar de que tiene al lado el más grande polígono industrial del archipiélago, y de que el Puerto grancanario de La Luz trabaja siempre cerca del tope de su capacidad y durante estos cinco años ha sufrido frecuentes puntas de saturación. Todo ello, salvo las circunstancias, que esperemos que sean temporales, propias de estos tiempos de crisis. El problema en el puerto de Arinaga, ha llegado al límite de que el Estado se propone darlo de baja del inventario de puertos y la Unión Europea piensa reclamar los once millones de subvención que aportó.
Es decir, que ningún segundo puerto insular ha podido salir adelante, no hay posibilidad de que en una isla coexistan dos puertos. Nada, entonces, justifica la posibilidad de que un puerto en Granadilla pueda operar, cuando el de Santa Cruz no ha llegado, ni en los mejores tiempos de bonanza económica, a trabajar más allá de la mitad de su capacidad, a pesar de que dispone de unos recursos materiales y humanos de primera categoría. La única posibilidad, negada, sería que ese hipotético puerto en Granadilla sustituyera al de Santa Cruz, contra todas las declaraciones oficiales de voluntad, creando un caos social en el área metropolitana y en el norte de Tenerife, y una saturación muy preocupante e inaguantable en el sur.
Pero, como vemos que todos nuestros argumentos les parecen insignificantes a AVANTE CANARIAS, que ni considera oportuno contradecirlos, le ofrecemos a ese esforzado grupo de personas una oportunidad de demostrar la solidez de sus criterios. Basta con que avalen, con sus bienes y patrimonio, los perjuicios económicos, indemnizaciones y devoluciones que se puedan ocasionar, si ese proyecto de puerto en Granadilla, resulta que, al final, no opera o lo hace de forma deficitaria. Dada la fortaleza e ímpetu con que los integrantes de AVANTE CANARIAS defienden su viabilidad, no parece que puedan correr riesgo alguno, por lo que esperamos que acudan a un notario y procedan en consecuencia.
Y, si no lo hacen, tendrán que callarse de una vez. Porque lo que no puede aceptarse es que, con su error, se empeñen en arrastrar a toda la sociedad tinerfeña a una situación sumamente perjudicial y que luego pongan cara de yo no fui o no soy culpable. Por supuesto, después de embolsarse los beneficios que les produzca la construcción de ese puerto que solamente a ellos interesa.
(*) Pedro Anatael Meneses es portavoz de la Plataforma de Defensa del Puerto de Santa Cruz.
Pedro Anatael Meneses *
Pero nuestra Plataforma sigue fiel a sus principios esenciales, dispuesta a confrontar argumentos, datos y razones. Por eso, esta vez, aunque no hayamos tenido respuesta a nuestros planteamientos anteriores, les proponemos otro más, en el sentido de que la premisa básica que soporta el proyecto de puerto en Granadilla, es un error. Esta premisa afirma que, en islas de poca superficie como son, mal que nos pese, las Canarias, pueden existir, incluso es necesario que existan, dos puertos en cada una.
Este criterio ha sido refutado por la simple inoperancia del majorero Gran Tarajal y del palmero Tazacorte, que no han sido capaces de mantener un tráfico comercial razonable. En los últimos años, la realidad ha golpeado con contundencia sobre quienes defienden tan peregrino principio. En Gran Canaria, en 2005 se puso en operación -nominalmente- el puerto de Arinaga, puerto que no ha atraído más que cinco buques en sus cinco años de vida. Y esto, a pesar de que tiene al lado el más grande polígono industrial del archipiélago, y de que el Puerto grancanario de La Luz trabaja siempre cerca del tope de su capacidad y durante estos cinco años ha sufrido frecuentes puntas de saturación. Todo ello, salvo las circunstancias, que esperemos que sean temporales, propias de estos tiempos de crisis. El problema en el puerto de Arinaga, ha llegado al límite de que el Estado se propone darlo de baja del inventario de puertos y la Unión Europea piensa reclamar los once millones de subvención que aportó.