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B-16

Los católicos pasaron del 89 al 64% de la población en los últimos 27 años, aunque Brasil sigue constituyendo el país con mayor número de católicos del mundo. El Papa es un viejo conocido de los brasileños. En 1984, el entonces cardenal Joseph Ratzinger ejercía como prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe o Inquisición. Le tocó abordar la teología de la liberación o de los pobres, su desarrollo en Latinoamérica y su extensión por Asia y África. Ratzinger castigó a Leonardo Boff, uno de los líderes de aquella tendencia y la condenó básicamente porque estaba afectada, dijo, por la contaminación del marxismo. A B-16 ni le pasa por la cabeza hoy que la pérdida de fieles brasileños pueda deberse en parte a esa lucha contra el ala izquierda en su propia organización. Refiriéndose al Papa actual, Boff declaró lo siguiente: “No es la imagen de una iglesia de compromiso con la sociedad y en el mundo, sino de una iglesia-fortaleza que se defiende contra los riesgos del mundoÂ… es nostalgia de una iglesia que no existe más.” B-16 opina lo contrario. La teología de la liberación pertenece al pasado, supone, a una época que no volverá.El Papa se enrocó en la ortodoxia durante este viaje. Condenas y más condenas. Contra el divorcio, contra el aborto, por el celibato y contra la homosexualidad dentro de la iglesia, contra las relaciones prematrimoniales, contra el uso de preservativos, contra la eutanasia, a favor de la virginidad, incluso contra cualquier reforma litúrgica. Bueno, pues entonces tendrá que condenar, por ejemplo, a los cuatro millones de mujeres que recurren cada año en América Latina al aborto, casi un millón y medio de ellas en Brasil. Aunque aseguró que la iglesia no era una ideología ni una organización política, B-16 reabrió el debate sobre el papel de la iglesia católica en la conquista y colonización de América: “El anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña”. Menos mal. O “hay motivos de preocupación ante formas de gobiernos autoritarios o sujetos a ciertas ideologías que se creían superadas y que no corresponden con la visión cristiana del hombre”. Los traductores del Vaticano confirmaron que B-16 hacía referencia a Venezuela y Bolivia. Condenó por “errores destructivos” al marxismo y al capitalismo, afirmando que tanto uno como otro “excluyeron a Dios de su horizonte”.Poco más. Resulta muy difícil comprender la relación de este discurso papal con las necesidades de los latinoamericanos en general y de los brasileños en particular, sus angustias y preocupaciones reales. El reino de Benedicto XVI no pertenece a este mundo sino uno más cercano a la Edad Media europea. Como si ni siquiera hubiera sucedido la revolución francesa. Imposible extrañarse de su profunda decadencia.

Rafael Morales

Los católicos pasaron del 89 al 64% de la población en los últimos 27 años, aunque Brasil sigue constituyendo el país con mayor número de católicos del mundo. El Papa es un viejo conocido de los brasileños. En 1984, el entonces cardenal Joseph Ratzinger ejercía como prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe o Inquisición. Le tocó abordar la teología de la liberación o de los pobres, su desarrollo en Latinoamérica y su extensión por Asia y África. Ratzinger castigó a Leonardo Boff, uno de los líderes de aquella tendencia y la condenó básicamente porque estaba afectada, dijo, por la contaminación del marxismo. A B-16 ni le pasa por la cabeza hoy que la pérdida de fieles brasileños pueda deberse en parte a esa lucha contra el ala izquierda en su propia organización. Refiriéndose al Papa actual, Boff declaró lo siguiente: “No es la imagen de una iglesia de compromiso con la sociedad y en el mundo, sino de una iglesia-fortaleza que se defiende contra los riesgos del mundoÂ… es nostalgia de una iglesia que no existe más.” B-16 opina lo contrario. La teología de la liberación pertenece al pasado, supone, a una época que no volverá.El Papa se enrocó en la ortodoxia durante este viaje. Condenas y más condenas. Contra el divorcio, contra el aborto, por el celibato y contra la homosexualidad dentro de la iglesia, contra las relaciones prematrimoniales, contra el uso de preservativos, contra la eutanasia, a favor de la virginidad, incluso contra cualquier reforma litúrgica. Bueno, pues entonces tendrá que condenar, por ejemplo, a los cuatro millones de mujeres que recurren cada año en América Latina al aborto, casi un millón y medio de ellas en Brasil. Aunque aseguró que la iglesia no era una ideología ni una organización política, B-16 reabrió el debate sobre el papel de la iglesia católica en la conquista y colonización de América: “El anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña”. Menos mal. O “hay motivos de preocupación ante formas de gobiernos autoritarios o sujetos a ciertas ideologías que se creían superadas y que no corresponden con la visión cristiana del hombre”. Los traductores del Vaticano confirmaron que B-16 hacía referencia a Venezuela y Bolivia. Condenó por “errores destructivos” al marxismo y al capitalismo, afirmando que tanto uno como otro “excluyeron a Dios de su horizonte”.Poco más. Resulta muy difícil comprender la relación de este discurso papal con las necesidades de los latinoamericanos en general y de los brasileños en particular, sus angustias y preocupaciones reales. El reino de Benedicto XVI no pertenece a este mundo sino uno más cercano a la Edad Media europea. Como si ni siquiera hubiera sucedido la revolución francesa. Imposible extrañarse de su profunda decadencia.

Rafael Morales