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La ‘Baraka’ de Clavijo

Si es verdad que los hay con suerte, Fernando Clavijo debe ser uno de ellos. Su esperada desimputación le fue comunicada justo un día antes de que Coalición Canaria iniciara oficialmente su campaña, con un acto multitudinario de presentación de candidaturas, que logró congregar más de dos mil personas, abarrotando las dos salas del Auditorio Adán Martín. El acto se convirtió, así, en una suerte de celebración del candidato ahora son lastres judiciales, en un agasajo masivo a la candidatura presidencial y el liderazgo político de Clavijo, y –ya de paso- en una manifestación de la voluntad de Coalición de enterrar rápidamente el pasado, y desvincularse todo lo que sea posible de la gestión durante ocho años de Paulino Rivero. La intervención de Francisco Linares, alcalde de La Orotava y uno de los nuevos hombres fuertes de Coalición Canaria en Tenerife, fue durísima en se sentido: sin citar a Rivero, se descolgó con una apasionada perorata en la que se refirió “a los que han pensado que son imprescindibles, a los egocéntricos, a los que piensan que sin ellos no existe el partido, a los que o no están o se han ido (Rivero no asistió al acto). A esos no los queremos más”.

Y es que los nacionalistas disponen de un gigantesco sondeo –más de 6800 entrevistas-, en el que se asegura que –en coincidencia con la tenencia al cambio que reclama la ciudadanía del país- en Canarias, incluso los votantes de Coalición Canaria quieren que haya un antes y un después de Rivero, y esperan que Clavijo, si se hace con la Presidencia del Gobierno, rompa con la etapa anterior. Esa posición de ruptura con el pasado, y más concretamente con los hábitos de las administraciones de Rivero, su forma de gobernar y su legado, la reclaman siete de cada diez canarios, y es tan fuerte entre los votantes de Coalición como entre los del PP y el PSOE. Clavijo va a aprovecharse de esa situación: su ausencia del Gobierno muy personalista de Rivero, y su pelea con él para hacerse con la candidatura, lo han presentado socialmente como un competidor de Rivero, un tipo muy crítico con él y con su forma cesarista de hacer política, algo que ahora ponen en valor incluso los suyos. Coalición se quita lastre con una facilidad y desparpajo con los que ya quisiera desempeñarse un Partido Popular cautivo de sus sobres, sus personajes y sus errores.

Es verdad que el viento siempre sopla a favor de los vencedores y en contra de los derrotados, y que Clavijo está manejando con mucha habilidad esa renta. Pero conviene que alguno de sus asesores le recuerde -como le recordaba un propio al César en triunfo- que como el sé ve en estos momentos, se vio antes que él el propio Rivero. El electorado es muy cambiante: celebra con entusiasmo todo lo nuevo, pero es voluble y caprichoso y lo que hoy es aplaudido puede ser salvajemente rechazado mañana. La baraka no es necesariamente eterna.

Si es verdad que los hay con suerte, Fernando Clavijo debe ser uno de ellos. Su esperada desimputación le fue comunicada justo un día antes de que Coalición Canaria iniciara oficialmente su campaña, con un acto multitudinario de presentación de candidaturas, que logró congregar más de dos mil personas, abarrotando las dos salas del Auditorio Adán Martín. El acto se convirtió, así, en una suerte de celebración del candidato ahora son lastres judiciales, en un agasajo masivo a la candidatura presidencial y el liderazgo político de Clavijo, y –ya de paso- en una manifestación de la voluntad de Coalición de enterrar rápidamente el pasado, y desvincularse todo lo que sea posible de la gestión durante ocho años de Paulino Rivero. La intervención de Francisco Linares, alcalde de La Orotava y uno de los nuevos hombres fuertes de Coalición Canaria en Tenerife, fue durísima en se sentido: sin citar a Rivero, se descolgó con una apasionada perorata en la que se refirió “a los que han pensado que son imprescindibles, a los egocéntricos, a los que piensan que sin ellos no existe el partido, a los que o no están o se han ido (Rivero no asistió al acto). A esos no los queremos más”.

Y es que los nacionalistas disponen de un gigantesco sondeo –más de 6800 entrevistas-, en el que se asegura que –en coincidencia con la tenencia al cambio que reclama la ciudadanía del país- en Canarias, incluso los votantes de Coalición Canaria quieren que haya un antes y un después de Rivero, y esperan que Clavijo, si se hace con la Presidencia del Gobierno, rompa con la etapa anterior. Esa posición de ruptura con el pasado, y más concretamente con los hábitos de las administraciones de Rivero, su forma de gobernar y su legado, la reclaman siete de cada diez canarios, y es tan fuerte entre los votantes de Coalición como entre los del PP y el PSOE. Clavijo va a aprovecharse de esa situación: su ausencia del Gobierno muy personalista de Rivero, y su pelea con él para hacerse con la candidatura, lo han presentado socialmente como un competidor de Rivero, un tipo muy crítico con él y con su forma cesarista de hacer política, algo que ahora ponen en valor incluso los suyos. Coalición se quita lastre con una facilidad y desparpajo con los que ya quisiera desempeñarse un Partido Popular cautivo de sus sobres, sus personajes y sus errores.