Espacio de opinión de Canarias Ahora
Barcelona, El Raval y Vázquez Montalbán
Recuerdo que la primera vez que fui a Barcelona enviado especial de La Provincia fue en abril de 1967 a cubrir la información del partido Español-Unión Deportiva Las Palmas, y a comentar el partido por Radio Popular mientras Nanito Díaz Cutillas hacía la narración. El periódico había salido meses antes, en diciembre de 1966, y precisamente la sección de Deportes debutamos en el partido de la primera vuelta con el Español y entonces en el primer número de La Provincia le hice una amplia entrevista a Emil Osterreich, secretario técnico de los “pericos”, y luego las entrevistas de las casetas. Esta vez en abril mi jefe Antonio Lemus me mandó a Barcelona, “vete para que recuerdes tus tiempos de la mili”, y en aquel partido la UD sacó un empate a un gol, tanto que consiguió José Juan, y por el Español marcó Rodilla.
Llegamos el viernes por la tarde al aeropuerto de El Prat, y después de instalarnos y asearnos nos dirigimos al barrio de El Raval, en donde comencé a enseñarle algunas cosas a Nanino, aunque ya conocía algo la zona porque había estado en una ocasión en la Ciudad Condal cuando era nadador. Mi amigo de la Milicia Universitaria, Jordi Segura, nos esperaba en la Rambla de Canaletas, y ya sabía de mi interés por ir ese día al Arra-bal, que en árabe significa las afueras de la ciudad. No me acordaba por la calle que desde Las Ramblas se llega a El Raval por varias callejuelas muy estrechas, y Jordi nos dirigió al Convent del Bonsucces, que todavía tiene una estructura en alzado formada por planta baja, dos pisos y una preciosa buhardilla, y presenta los acabados originales del edificio, con sus muros y sus marcos de abertura hechos íntegramente con piedra de Montjuic, está a la derecha de La Rambla mirando al mar, y tiene un precioso patio interior, sentarte en una de sus terrazas exteriores de aspecto medieval es una delicia pasar un rato, pensando, reflexionando. Jordi, que aparte de doctor en Medicina es Licenciado en Historia y especializado en Catalunya, no podía ser mejor cicerone, y no les digo las conversaciones trabadas con Nanino Díaz Cutillas, un apasionado de la cultura y de la piedra viva.
Si sigues deambulando después de descansar un rato en el Bonsucces, te encuentras con La Casa de la Misericordia, un hospicio medieval de alto valor arquitéctonico. Pero en El Raval, aparte de iglesias antiquísimas y de edificios en donde la piedra es su principal exponente, es también la meca del shopping alternativo, y en los 200 metros de la calle Tallers te encuentras un sinfín de tiendas góticas, tiendas musicales, y después de caminar lentamente por Tallers, que es una delicia sólo con mirarlos escaparates, te encuentras con la Riera Baixa, con todo tipo de boutiques y de ropa de segunda mano.
Como en el avión habíamos comido en plan plástico y tal, había gazuza y propuse irnos ya a Casa Leopoldo, un mítico restaurante fundado en 1929 y en donde el periodista y escritor y más tarde buen amigo, Manuel Vázquez Montalbán, comía y a veces cenaba casi todos los días, y además tenía una tertulia en donde no faltaba Juan Marsé, Terenci Moix, Joan Segarra, y otros intelectuales que ahora mismo no recuerdo. La ilusión era tropezarnos el escritor, y ¡bingo!, estaba en una mesa apartada con cuatro o cinco comensales. Me dirigí a él y le dije quienes éramos y a qué habíamos venido a Barcelona. Muy amable departió unos minutos, y al final, como buen culé remató la charla con este deseo: “A ver si el domingo le ganáis a los pericos”. A Nanino, Jordi y a mí nos cayó muy bien Manolo, al que años después vi de nuevo en Barcelona en el Camp Nou, y también en Las Palmas de Gran Canaria en una ocasión. Por entonces era un periodista y escritor que empezaba su gran carrera, y había escrito en 1962 en la cárcel de Lleida su primer libro, Informe sobre la Información. Había ingresado en la cárcel junto a su esposa, la historiadora Anna Sallés, por participar activamente en una huelga en Barcelona. Por entonces colaboraba con el semanario Siglo XX, y con la editorial Espasa.
Como ya había estado en Casa Leopoldo en la época de la mili haciendo un gran dispendio, de vez en vez y sin que sirviera de precedente porque teníamos pocas perras, evoco que a cuenta de La Provincia nos comimos un arroz del Senyoret, y luego picamos tres platos para intercambiar, y entre otros un guiso de albóndigas, sepias y langostinos, que he repetido en otras ocasiones en las que he vuelto a Barcelona y en donde siempre procuraba ir a comer o cenar un día de mi estancia catalana. La comida la regamos con un Rioja, porque a los tres el Priorato, el Penedés y demás vinos catalanes no nos convencen, quizá el Terra Alta es el más pasable, pero eso sí, como aperitivo nos tomamos un cava que es lo mejor que hay líquido en Catalunya, aunque sólido tienen una gastronomía con la vasca para mí la mejor de España. Casa Leopoldo estuvo cerrado varios años, pero les puedo decir que ha vuelto a abrir en marzo de este año, con otro gran éxito de clientela, y les recomiendo a quienes no lo conocen que cuando vayan por Barcelona no dejen de ir por Casa Leopoldo. Pasamos un buen rato de sobremesa, y al marcharse antes que nosotros Vázquez Montalban y su grupo nos saludaron efusivamente: “Bueno, suerte con los pericos, a ganarles”, pero alguien dijo “de eso nada, Manolo es un culé fanático, lo siento pero quiero que gane el Español”. Había contrastes de pareceres futbolísticos como pudimos comprobar.
Nanino y Jordi tenían ganas de marcha y nos dirigimos al barrio contiguo de El Raval, el antiguo Gotico, que también forma parte del distrito de Ciutat Vella, y es el núcleo más profundo y una de las zonas más hermosas de Barcelona. El barrio limita con Las Ramblas, la Via Laietana, el Paseo de Colón y la Plaza de Cataluña, el cogollo de la profunda Barcelona. Las angostas y laberínticas calles medievales del Gotic componen un escenario ideal para pasear sin prisas, y si acaso hacer una “procesión” de bares, y como a Nanino, Jordi, y a mí nos encanta todo lo que se refiere a la cultura de la piedra, de lo antiguo, nos detuvimos en la Seu, en la Plaza de Sant Jaume, la calle Portal del Ángel, y de repente en la calle Montsio, en la puerta de un pub, Nanino dijo “aquí”, y entramos en uno de los antros más antiguos de Barcelona, Els 4 Gats, con copas baratas y música de piano y una cantante que no estaba nada mal. Ninguno de los tres habíamos estado en ese pub, y Jordi entusiasmado me preguntó: “¿Tu amigo Nanino conocía esto?”, “No, es que tiene un sexto sentido para estas cosas”, le dije. Jordi remató la faena: “Tendré que volver con mis amigos, Els 4 Gats está cojonudo”.
Seguimos deambulando por el Gotic, y de repente vimos que habíamos traspasado la frontera del barrio siguiente, El Born, en donde hay una vida nocturna intensa, pero también cultura, y entre otras instituciones está el Museo Picasso, que había abierto pocos años antes con muchos problemas impuestos por la censura franquista, hasta el punto que abrió inicialmente en 1963 con el nombre de Colección Sabartés, y en la actualidad destacan entre otros cuadros El Arlequín, que fue donado por Picasso a la ciudad de Barcelona. Un poco más allá nos encontramos con el Museo Textil, que estaba cerrado lógicamente a esas horas y que es muy interesante por la descripción de la historia de las hilanderas, pero de repente nos encontramos dentro del Xampanyet, otro pub mítico de Barcelona fundado a finales del siglo XIX y en donde corre un cava de gran calidad y en donde tienen los mejores embutidos de Catalunya y unas anchoas que quitan el hipo y la gazuza de la madrugada. Era tarde y como los que conocieron a Nanino ya se pueden imaginar que por la noche se vuelve noctámbulo, Jordi y el que suscribe decidimos terminar la jornada y nos fuimos en mi caso para el Hotel Condado, en la calle Aribau, y Jordi para su casa del barrio de Santa Engracia.
En el sprint final de estos días trepidantes volveré a la actualidad de Barcelona, que está muy tensa, y mezclaré política y deportes como siempre he hecho, en este caso me ocuparé del partidazo que hará la Unión Deportiva con Paquito Ortíz y Valerón en la banda para ganarle al Barça. Espero que a la salida del Camp Nou, a las seis y pico de la tarde, haya paz y tranquilidad. Y nos traigamos tres puntos para el casillero amarillo, que falta hacen.
Recuerdo que la primera vez que fui a Barcelona enviado especial de La Provincia fue en abril de 1967 a cubrir la información del partido Español-Unión Deportiva Las Palmas, y a comentar el partido por Radio Popular mientras Nanito Díaz Cutillas hacía la narración. El periódico había salido meses antes, en diciembre de 1966, y precisamente la sección de Deportes debutamos en el partido de la primera vuelta con el Español y entonces en el primer número de La Provincia le hice una amplia entrevista a Emil Osterreich, secretario técnico de los “pericos”, y luego las entrevistas de las casetas. Esta vez en abril mi jefe Antonio Lemus me mandó a Barcelona, “vete para que recuerdes tus tiempos de la mili”, y en aquel partido la UD sacó un empate a un gol, tanto que consiguió José Juan, y por el Español marcó Rodilla.
Llegamos el viernes por la tarde al aeropuerto de El Prat, y después de instalarnos y asearnos nos dirigimos al barrio de El Raval, en donde comencé a enseñarle algunas cosas a Nanino, aunque ya conocía algo la zona porque había estado en una ocasión en la Ciudad Condal cuando era nadador. Mi amigo de la Milicia Universitaria, Jordi Segura, nos esperaba en la Rambla de Canaletas, y ya sabía de mi interés por ir ese día al Arra-bal, que en árabe significa las afueras de la ciudad. No me acordaba por la calle que desde Las Ramblas se llega a El Raval por varias callejuelas muy estrechas, y Jordi nos dirigió al Convent del Bonsucces, que todavía tiene una estructura en alzado formada por planta baja, dos pisos y una preciosa buhardilla, y presenta los acabados originales del edificio, con sus muros y sus marcos de abertura hechos íntegramente con piedra de Montjuic, está a la derecha de La Rambla mirando al mar, y tiene un precioso patio interior, sentarte en una de sus terrazas exteriores de aspecto medieval es una delicia pasar un rato, pensando, reflexionando. Jordi, que aparte de doctor en Medicina es Licenciado en Historia y especializado en Catalunya, no podía ser mejor cicerone, y no les digo las conversaciones trabadas con Nanino Díaz Cutillas, un apasionado de la cultura y de la piedra viva.