Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ben Magec, gracias por estos 25 años
En este mundo de vértigo, me voy a permitir el lujo de hablar de los tiempos largos. Aunque veinte años no es nada, para un movimiento social cumplir veinticinco años es mucho. Hablar de Ben Magec es remontarnos más atrás. Sus antecedentes se encuentran en aquellas personas entusiastas que amaban la naturaleza de este archipiélago y la patearon, treparon, estudiaron, escribieron, pintaron y convirtieron en seña de identidad. Ese primer grupito asume el compromiso de conservar esta tierra, cuando las grandes amenazas que vendrían después apenas se atisbaban. Más tarde se multiplican y comienzan a reflexionar sobre el ecologismo social y político.
Aquel fue un momento inédito para Canarias. Fue la primera vez que nos gobernamos desde aquí. Aunque entramos por la vía menos democrática, quedando competencias por transferir y con un injusto sistema electoral, muchas de las grandes decisiones se tomaron en esos años: sobre el territorio, la naturaleza y el modelo económico que regiría nuestro destino. Ese proceso coincidía con una importante consciencia social. Se debatieron las primeras leyes en defensa de nuestro terruño y surgieron los primeros instrumentos de protección. Pero detrás de la defensa de Veneguera, el Valle de la Orotava, los Malpaíses de la Corona y Güimar, La Quinta Verde o la costa de Pájara, estaban activistas y colectivos independientes, desinteresados, de una enorme dignidad, algo que explica que seamos la comunidad con más iniciativas legislativas del estado, la mayoría de protección ambiental. En muchas Ben Magec tuvo un papel fundamental.
En 1987, Salvar Veneguera, convoca a más de cuarenta grupos ecologistas de Canarias para fijar estrategias ante la destrucción de nuestros mejores espacios, no sólo por grandes capitales foráneos, sino por personajes de aquí, que amasaron fortunas gracias a colegas colocados en puestos clave de decisión. Coalición Canaria, hunde sus raíces en ese modo de hacer y de vender, que se ha perpetuado hasta ahora. Otros también han tenido su culpa (PP y PSOE), pero ellos nos han vendido una naturaleza y una cultura que pervierten, como ocurre con Tindaya.
En 1989 nace la AMEC, para aglutinar la pluralidad del movimiento ecologista. Antes de la aparición del fax y de que Binter surcara nuestros cielos, recorrimos durante dos años todas las islas para que naciera Ben Magec, hace 25 años en La Palma. Desde entonces hemos contribuido a que muchos espacios se salvaran, como Veneguera, El Rincón, Papagayo, El Cotillo. Hemos apoyado la lucha contra la lanzadera del Hierro, el vaciado de Tindaya, el campo de Golf en Fuencaliente, las torres de Vilaflor o las prospecciones petrolíferas. En 2003, se nos concede el Premio César Manrique al Medio Ambiente. Pero Ben Magec no sólo ha dicho NO, también hemos alumbrado miles de propuestas de futuro, en positivo, transitado dos siglos, dos milenios.
La historia de Canarias nace en los comienzos de la era, según una forma particular de medir el tiempo, que otros pueblos no comparten, aunque sí comparten las mismas amenazas globales, como el cambio climático que unos producen y todos padecen. Unas poblaciones llegaron, hace dos mil años, a estas siete realidades y crearon unas culturas únicas, adaptándose a sus ecosistemas. En el segundo milenio esas culturas alcanzan su máxima expresión, transformando a pequeña escala algunas zonas de nuestra geografía para asentarse o explotar sus recursos. A la mitad de ese milenio, la conquista y colonización europea impone su legitimidad sobre el territorio, repartiéndoselo y estableciendo una nueva forma de concebir sus recursos naturales. Surge una nueva economía que necesita de una importante productividad a costa de nuestra agua, nuestros bosques y el dolor de la esclavitud. Las plantaciones de azúcar provocan un importante impacto ambiental. En ese período, va apareciendo la población de la que somos herederos y que ahora, reclama salvar lo mejor de lo que tenemos. Con el siglo XX, llegan nuevas economías de exportación, que afectan a otras zonas de las islas. A finales de ese siglo, en un tiempo corto en duración pero largo en destrucción, irrumpe el tándem turismo - construcción que arrasa este territorio en una dimensión sin precedentes. Decía Faustino García Márquez, que “en cincuenta años se ha transformado el territorio de canarias mucho más que en los últimos quinientos años”.
Entramos en este nuevo siglo, en este tercer milenio, y tenemos que pensar no sólo en los tiempos largos hacia atrás, sino en ese futuro incierto que nos espera. Esto nos hace responsables de nuestras decisiones hacia el mañana. Las criaturas que nacen aspiran a tener una tierra en que reconocerse. Ben Magec ha sido y es un ejemplo para ese cometido. Más allá de cómo se llame en el futuro, de la gente que esté, debe prolongarse como conciencia moral y ética para esta tierra, su naturaleza y las nuevas y los nuevos habitantes que vendrán. Algo que ha venido haciendo Ben Magec en estos veinticinco años. Es una gran noticia que el esfuerzo de miles de personas de forma organizada haya sobrevivido un tiempo ya largo para nuestra historia. Gracias Ben Magec.
En este mundo de vértigo, me voy a permitir el lujo de hablar de los tiempos largos. Aunque veinte años no es nada, para un movimiento social cumplir veinticinco años es mucho. Hablar de Ben Magec es remontarnos más atrás. Sus antecedentes se encuentran en aquellas personas entusiastas que amaban la naturaleza de este archipiélago y la patearon, treparon, estudiaron, escribieron, pintaron y convirtieron en seña de identidad. Ese primer grupito asume el compromiso de conservar esta tierra, cuando las grandes amenazas que vendrían después apenas se atisbaban. Más tarde se multiplican y comienzan a reflexionar sobre el ecologismo social y político.
Aquel fue un momento inédito para Canarias. Fue la primera vez que nos gobernamos desde aquí. Aunque entramos por la vía menos democrática, quedando competencias por transferir y con un injusto sistema electoral, muchas de las grandes decisiones se tomaron en esos años: sobre el territorio, la naturaleza y el modelo económico que regiría nuestro destino. Ese proceso coincidía con una importante consciencia social. Se debatieron las primeras leyes en defensa de nuestro terruño y surgieron los primeros instrumentos de protección. Pero detrás de la defensa de Veneguera, el Valle de la Orotava, los Malpaíses de la Corona y Güimar, La Quinta Verde o la costa de Pájara, estaban activistas y colectivos independientes, desinteresados, de una enorme dignidad, algo que explica que seamos la comunidad con más iniciativas legislativas del estado, la mayoría de protección ambiental. En muchas Ben Magec tuvo un papel fundamental.