Espacio de opinión de Canarias Ahora
Bilingüismo exprés
Los distintos gobiernos de Canarias y especialmente los presididos por Coalición Canaria han lanzado de modo reiterado como medida estrella de su programa político el lema “Canarias será bilingüe”. Recordemos al ex Presidente Paulino Rivero y a la ex Consejera de Educación Milagros L. Brito prometiendo que en el año 2020 la población del archipiélago sería bilingüe. En la actualidad asistimos al mismo escenario pero reforzado aún más, ya que el mensaje no solo se centra en el bilingüismo sino en la organización de un modelo plurilingüe para las enseñanzas. El plazo para la consecución de un objetivo no cubierto ni en las distintas etapas del sistema educativo público ni en los distintos ámbitos de la sociedad se ha postergado hasta el año 2038.
En este debate idiomático confluyen tantos aspectos entremezclados que habría que desgranarlos y paso a paso aclarar y distinguir unos elementos de otros si lo que se desea es no pecar de oportunismo pero tampoco formar parte de una ola que nos arrastra frenética hasta estallar ahogándose en un “tótum revolútum”.
Ciertamente la mayoría de la población en Canarias carece del dominio de una lengua extranjera. Bastaría con formularle la pregunta a una persona al azar en las calles de cualquier municipio: where do you come from?, para atrapar un gesto o su mirada de extrañeza y desconocimiento ante un interrogante que no obtiene respuesta.
Respecto a esa carencia hay un consenso social, ya que no caben dudas al respecto. Sin embargo, sobre la manera de abordar este problema y cómo lograr avanzar en el aprendizaje idiomático hay grandes divergencias, diferentes soluciones para un mismo tema, a pesar de que prevalece el discurso monolítico sobre el bilingüismo y el plurilingüismo de los distintos gobiernos-ahora por el de Coalición Canaria- arropado por las distintas vías de comunicación que encuentran a su alcance.
Una primera consideración a tener en cuenta es la necesidad de un diagnóstico sobre la situación del aprendizaje de los idiomas en Canarias, conclusiones sobre las fortalezas y las debilidades, las razones del porqué no avanza el dominio de una o dos lenguas extranjeras en una población directamente vinculada al sector turístico y de servicios, al comercio y con una visita anual de quince millones de turistas, siendo Canarias un puente entre distintos continentes.
Tan solo se ha realizado una primera evaluación basada en cuestionarios del programa europeo CLIL que arroja conclusiones sobre deficiencias importantes en la puesta en práctica, la aplicación y el desarrollo del mismo.
El estancamiento y atascamiento idiomático obedecen a múltiples y variados factores y razones. Se precisa desplegar el abanico para descubrir deficiencias y errores como condición previa antes de actuar. La primera premisa para diseñar un modelo plurilingüe con éxito es conocer “el terreno” y no existe ninguna evaluación al respecto. Jamás se ha cuestionado la relevancia o no de unos u otros idiomas ni la metodología a seguir, tampoco si la vía para comunicarse en otra lengua extranjera diferente a la materna –eso no es bilingüismo aunque se empeñen en denominarlo así- debe ser fundamentalmente a través de los especialistas en idiomas o centrarlo en la impartición de unas horas semanales de otra materia diferente en Inglés. Jamás se ha hecho un estudio previo sobre el impacto del CLIL, AICLE, PILE… en las plantillas del profesorado funcionario de carrera y en las listas de empleo, por señalar algunos elementos. Se ignora, a modo de ejemplo ilustrativo, por qué con idénticos horarios lectivos hay países que obtienen buenos resultados idiomáticos mientras en nuestras islas son muy malos los resultados.
Una reflexión complementaria y que merecerá otro espacio en otro artículo de opinión es el análisis de las lenguas extranjeras a la luz de las distintas leyes vigentes y más concretamente la LOMCE y la Ley Canaria de Educación.
A algunos de estos interrogantes se le intentará dar alguna respuesta con el ánimo de abrir un debate que no le corresponde solo al Gobierno de Canarias y a la Consejería de Educación, sino a todos los agentes implicados en el ámbito educativo.
El bilingüismo está de moda. Y tiene aterrada a la mayoría social de una población desfavorecida que habita en Canarias y que arrastra consigo un atraso histórico respecto al dominio de una lengua extranjera.
Al conjunto del profesorado –por centrarnos en el ámbito de la docencia- se le están exigiendo una serie de requisitos idiomáticos sin dar suficientes plazos ni recursos para el logro de los mismos y con unas consecuencias laborales prácticamente inmediatas y sin que el Gobierno de Canarias ni la Consejería tengan una respuesta mediante un diagnóstico a todo lo anteriormente señalado.
La promesa y la medida estrella de convertir a todos en bilingües se muestra en rostros angustiosos que no alcanzan a divisar cómo y de qué manera llegarán a esa meta que les supondría salir de la situación de paro y de pobreza obteniendo un puesto de trabajo, o si se está laboralmente activo la obtención de un reconocimiento y su correspondiente premio.
Los distintos gobiernos de Canarias y especialmente los presididos por Coalición Canaria han lanzado de modo reiterado como medida estrella de su programa político el lema “Canarias será bilingüe”. Recordemos al ex Presidente Paulino Rivero y a la ex Consejera de Educación Milagros L. Brito prometiendo que en el año 2020 la población del archipiélago sería bilingüe. En la actualidad asistimos al mismo escenario pero reforzado aún más, ya que el mensaje no solo se centra en el bilingüismo sino en la organización de un modelo plurilingüe para las enseñanzas. El plazo para la consecución de un objetivo no cubierto ni en las distintas etapas del sistema educativo público ni en los distintos ámbitos de la sociedad se ha postergado hasta el año 2038.
En este debate idiomático confluyen tantos aspectos entremezclados que habría que desgranarlos y paso a paso aclarar y distinguir unos elementos de otros si lo que se desea es no pecar de oportunismo pero tampoco formar parte de una ola que nos arrastra frenética hasta estallar ahogándose en un “tótum revolútum”.