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Bravos manejos

Lo de Bravo con el Estadio Insular, según no pocos indicios, se ajusta muy bien a esa forma de actuar. Su negativa inicial a desvelar el nombre de la empresa que había encontrado la piedra filosofal que invalidaba lo ya actuado y resuelto, dio pie a las suspicacias propias de quienes estamos hasta los pinjantes de comportamientos políticos. Después supimos que la empresa del hallazgo milagroso es Borjana, S.L., lo que tuvo la virtud de avivar las suspicacias, pues, al decir de La Provincia, no dispone de fondos con que afrontar la reforma del Insular. En otras palabras: sigue sin desvelarse la identidad de quien o quienes de quien o quienes pondrían las perras, a los que Borjana presta (vende) sus servicios.

De todos modos, algo sí hemos avanzado. Al menos sabemos ya que la tal Borjana es propiedad de Rafael González Bravo de Laguna, persona tan conocida en los medios empresariales, políticos y periodísticos que no me atrevería a decir que podemos estar tranquilos. De su amplia ejecutoria del bracillo del poder político resulta paradigmática la privatización de Emalsa, la compañía del agua de la ciudad de Las Palmas, que se nos fue por esos mares afuera y ya no se sabe por donde anda.

Ya en plan puro chisme, recordaré, como hiciera ya el top secret, que González Bravo de Laguna fue el testigo que puso en evidencia una de las tantas mentiras de Soria ante el tribunal que vio la denuncia del ministro contra este periódico por desvelar la chafalmejada de Isolux. Soria perdió y amenazó al testigo de que no se comería en adelante una rosca en Canarias. Lo que me lleva a preguntarme: ¿lo perdonó ya Soria? Si lo hizo, ¿qué recibió a cambio? Si no lo ha perdonado, ¿sabe el Bravo presidente de aquel asunto? Y si lo sabe ¿ha querido desafiarlo o piensa que para lo que le queda en el baile meritaba la pena un último golpe?

Lo de Bravo con el Estadio Insular, según no pocos indicios, se ajusta muy bien a esa forma de actuar. Su negativa inicial a desvelar el nombre de la empresa que había encontrado la piedra filosofal que invalidaba lo ya actuado y resuelto, dio pie a las suspicacias propias de quienes estamos hasta los pinjantes de comportamientos políticos. Después supimos que la empresa del hallazgo milagroso es Borjana, S.L., lo que tuvo la virtud de avivar las suspicacias, pues, al decir de La Provincia, no dispone de fondos con que afrontar la reforma del Insular. En otras palabras: sigue sin desvelarse la identidad de quien o quienes de quien o quienes pondrían las perras, a los que Borjana presta (vende) sus servicios.

De todos modos, algo sí hemos avanzado. Al menos sabemos ya que la tal Borjana es propiedad de Rafael González Bravo de Laguna, persona tan conocida en los medios empresariales, políticos y periodísticos que no me atrevería a decir que podemos estar tranquilos. De su amplia ejecutoria del bracillo del poder político resulta paradigmática la privatización de Emalsa, la compañía del agua de la ciudad de Las Palmas, que se nos fue por esos mares afuera y ya no se sabe por donde anda.