Espacio de opinión de Canarias Ahora
Caamaño y Saavedra, masones sin masa
Pensaba que aquello del “contubernio” de “rojos, judíos y masones” había pasado a la historia, pero no había reparado en su pegajosidad atávica. Ahora estas hermandades civiles ya no son secretas, pero la “falta de ignorancia” que diría nuestro humorista, provoca que se use despectivamente la palabra “masón”, que procede del francés y significa “albañil”. A un candidato a presidir la Caja Insular de Ahorros se le descalificó por “masón”. Salió elegido consejero, luego algo tendrá el agua cuando la bendicen... o la maldicen. Y en el Gobierno existen más masones fuera del armario: el director general de la Guardia Civil, general Carlos Gómez Arruche, pertenece a la Orden Martinista Sinárquica, igual que José Bono, mientras la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega también sería masona, según el historiador Ricardo de la Cierva. Otro cronista del mismo pelaje, César Vidal (también de la Cope) revela que el propio presidente Zapatero pertenece al Gran Oriente francés, pero debo ampliar los cargos: también es de origen judío, según pude investigar (y publicar): el periodista Adar Primor, del diario israelí Haaretz, desveló que Carlos Casajuana, asesor diplomático del presidente del Gobierno, le había dicho que el apellido Zapatero es semita, pues los que designan profesiones o topónimos (Soria, Ávila, Cáceres, etc...) lo delatan. Tampoco descubrió la pólvora: el propio Zapatero, en otro artículo publicado en el diario Yediot Ajaronot, el de mayor tirada en Israel, confirmaba este ascendente por parte de su abuelo paterno, militar y masón. El anterior ministro de Exteriores israelí, Silvan Shalom (Likud), también le habría escuchado decir al presidente “yo soy de ascendencia judía”, pues le confesó que encontró parentesco en su árbol genealógico con los Anusim de España. En esa conversación, Zapatero se habría quejado de que su entonces homólogo Ariel Sharon no le hubiera llamado para felicitarle cuando asumió el cargo, como hicieron muchos otros líderes, pues recordó que si criticaba a Israel era porque su ascendencia judía se lo permitía.
Resuelto el enigma, la reflexión: algunos rojos, judíos y masones nos gobiernan, como antes lo hicieron azules, católicos y opusdeístas o legionarios de cristo. No hay nada bueno o malo en ello. Lo que es un desastre es que cuando aparecen casos de corrupción política en el PP, se pida el cese del socialista López Aguilar, lo que provoca hilaridad en Europa, según nos cuenta, pues aquí más que risa produce sonrojo. Nadie pidió la dimisión de Aznar por el “caso Filesa” aunque se criticó también al juez Marino Barbero (de aquellos polvos, estos lodos). Y ahora, cuando se investigan tramas de asalto a los caudales públicos, se arroja tinta de calamar a ver si cuela: querellas al juez (“caso Gürtel”), denuncias de los presuntos (“caso Góndola”)... Y así, algunos quieren hacernos creer que es lo mismo que te cojan con las manos en la masa que en la masonería...
Federico Utrera
Pensaba que aquello del “contubernio” de “rojos, judíos y masones” había pasado a la historia, pero no había reparado en su pegajosidad atávica. Ahora estas hermandades civiles ya no son secretas, pero la “falta de ignorancia” que diría nuestro humorista, provoca que se use despectivamente la palabra “masón”, que procede del francés y significa “albañil”. A un candidato a presidir la Caja Insular de Ahorros se le descalificó por “masón”. Salió elegido consejero, luego algo tendrá el agua cuando la bendicen... o la maldicen. Y en el Gobierno existen más masones fuera del armario: el director general de la Guardia Civil, general Carlos Gómez Arruche, pertenece a la Orden Martinista Sinárquica, igual que José Bono, mientras la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega también sería masona, según el historiador Ricardo de la Cierva. Otro cronista del mismo pelaje, César Vidal (también de la Cope) revela que el propio presidente Zapatero pertenece al Gran Oriente francés, pero debo ampliar los cargos: también es de origen judío, según pude investigar (y publicar): el periodista Adar Primor, del diario israelí Haaretz, desveló que Carlos Casajuana, asesor diplomático del presidente del Gobierno, le había dicho que el apellido Zapatero es semita, pues los que designan profesiones o topónimos (Soria, Ávila, Cáceres, etc...) lo delatan. Tampoco descubrió la pólvora: el propio Zapatero, en otro artículo publicado en el diario Yediot Ajaronot, el de mayor tirada en Israel, confirmaba este ascendente por parte de su abuelo paterno, militar y masón. El anterior ministro de Exteriores israelí, Silvan Shalom (Likud), también le habría escuchado decir al presidente “yo soy de ascendencia judía”, pues le confesó que encontró parentesco en su árbol genealógico con los Anusim de España. En esa conversación, Zapatero se habría quejado de que su entonces homólogo Ariel Sharon no le hubiera llamado para felicitarle cuando asumió el cargo, como hicieron muchos otros líderes, pues recordó que si criticaba a Israel era porque su ascendencia judía se lo permitía.
Resuelto el enigma, la reflexión: algunos rojos, judíos y masones nos gobiernan, como antes lo hicieron azules, católicos y opusdeístas o legionarios de cristo. No hay nada bueno o malo en ello. Lo que es un desastre es que cuando aparecen casos de corrupción política en el PP, se pida el cese del socialista López Aguilar, lo que provoca hilaridad en Europa, según nos cuenta, pues aquí más que risa produce sonrojo. Nadie pidió la dimisión de Aznar por el “caso Filesa” aunque se criticó también al juez Marino Barbero (de aquellos polvos, estos lodos). Y ahora, cuando se investigan tramas de asalto a los caudales públicos, se arroja tinta de calamar a ver si cuela: querellas al juez (“caso Gürtel”), denuncias de los presuntos (“caso Góndola”)... Y así, algunos quieren hacernos creer que es lo mismo que te cojan con las manos en la masa que en la masonería...